Es un clásico que los docentes de la provincia de Buenos Aires que son liderados por el sindicalista Baradel hagan paros exigiendo mejoras salariales. Es más, ver a “docentes” manifestare groseramente denigra la profesión. El famoso maestro de escuela que todos respetaban hasta que se autodenominaron trabajadores de la educación.
Volviendo a los reclamos salariales, obviamente que esta demanda la esconden detrás de otras exigencias menores para beneficio de los alumnos, pero la realidad es que eso les importa poco. Lo que les importa es generarle un problema político al gobierno de la provincia para que tenga que ceder ante sus demandas salariales.
La gobernadora de la provincia de Buenos Aires acaba de dar datos sobre la pérdida de matrículas en las escuelas públicas. Es decir, los padres de los chicos se cansan de la cantidad de días sin clases que tienen sus hijos y los mandan a colegios privados.
¿Qué hacer frente a ésta extorsión sistemática? Aplicar el voucher educativo. Es decir, en vez de subsidiar la oferta, empezar a subsidiar la demanda. La idea es que el estado les entrega un voucher a los padres por cada hijo que manda al colegio. El padre elige el colegio que desea, que puede ser estatal, parroquial o privado no confesional. Si el padre manda a su hijo a un colegio parroquial, a fin de mes entrega el voucher que le da el estado y el colegio recibe el pago del estado provincial contra el voucher que recibe del padre.
El monto que recibe el padre por cada hijo es el costo que actualmente tiene el estado por cada alumno que asiste a un colegio estatal de la provincia. El padre elige si sigue mandando a su hijo a un colegio estatal o a uno parroquial. Supongamos que el parroquial sale un poco más caro que el estatal, entonces, el padre entrega el voucher al colegio parroquial y paga la diferencia entre el valor del voucher y la matricula que cobra el colegio parroquial versus el estatal que empieza a recaudar fondos vía los vouchers que recibe. En este esquema los colegios estatales tienen que ganarse el respeto de los padres para captar alumnos. Tiene que demostrar calidad educativa e instalaciones en condiciones. Lo mismo puede ocurrir si quiere ir a un colegio privado. El padre paga la diferencia entre el valor del voucher y la matrícula del colegio privado.
Si encima a este cambio en el sistema de financiamiento de la educación se le otorga libertad a las escuelas para establecer los contenidos (cantidad de horas de matemáticas, historia, etc.) y los contenidos de cada materia, las escuelas irían a una fuerte competencia por captar más matricula. Mejoraría la oferta de calidad educativa. Puesto de otra manera, en vez que un burócrata diga qué tienen que estudiar nuestros hijos, los padres elegirían los contenidos que prefieren para sus hijos de acuerdo a la oferta educativa que haya en el mercado de la educación.
Por otro lado, también habría competencia por tener en condiciones las instalaciones de cada escuela. Incluso entre las escuelas estatales.
Ahora bien, volviendo a las escuelas públicas y las extorsiones de Baradel, los “docentes” que hoy lo siguen se verían en un problema si sus escuelas pierden matrículas. Colegio que se queda sin alumnos, colegio que no puede pagar los costos fijos y tiene que cerrar por ineficiente o por sindicalizado en perjuicio de los chicos.
Imaginemos un colegio cuyos docentes responden a Baradel y paran todo el tiempo. Los padres usan el voucher para mandar a sus hijos a otro colegio. La escuela de los docentes seguidores de Baradel se queda sin matrícula y no cobran su sueldo, porque de ahora en más no cobrarían sus sueldos de la provincia sino de los recursos que recaude la escuela pública. Quiero ver cuántos docentes van a seguir haciendo huelgas respondiendo a Baradel si a fin de mes no cobran porque falta de alumnos.
Aclaro, no hay riesgo que el padre se gaste el voucher en vino, como algún despistado puede afirmar alegremente, porque el voucher es solo un papel que se puede usar para entregarle al colegio. No serviría para comprar vino, cerveza o celulares porque el que tiene que cobrarlo es una institución educativa. No lo cobra el padre. El padre recibe el voucher del estado y solo puede entregárselo a una escuela que es la única que puede cobrar ese tipo de vouchers. Un supermercado que recibiera vouchers por cerveza, si lo presentara al gobierno de la provincia no podría cobrarlo al no ser una institución educativa.
Lo que hay que tener en cuenta acá es cuál es el objetivo de la educación. ¿Queremos chicos bien formados académicamente o escuelas públicas? Salvo los intereses de los burócratas y de los dirigentes sindicales, el objetivo debería ser que los chicos tengan una buena instrucción que en el futuro les permita ganarse la vida con el fruto de su trabajo. Si uno introduce competencia vía los vouchers y vía los contenidos de las materias, la educación puede alcanzar niveles de excelencia.
¿Por qué se compara tanto la universidad a la que van a ir los hijos y no tanto las escuelas? Porque se busca la mejor combinación de precio y calidad educativa al momento de elegir una universidad. Esto no ocurre tanto con las escuelas primarias y secundarias y sin embargo lo que se aprende de chico es fundamental para el desarrollo educativo futuro. Tanto o más importante que la universidad.
En síntesis, si bien la idea del voucher serviría para anular la extorsión anual de Baradel, en rigor generaría una revolución educativa con mejoras tanto en los contenidos como en la calidad edilicia y de los docentes.
Es curioso que quienes se oponen a estas condiciones de competencia estén dispuestos a asignar horas de su vida para ver qué celular se compra y no asignar horas de su vida para analizar cuál es el mejor colegio para instruir a sus hijos.
¿Los beneficios para los docentes? Cuánto más se esmeren por dar buenas clases, recordemos que el activo principal de toda institución educativa son sus docentes, más prestigio va a tener la escuela donde trabaja, mayor demanda tendrá y mejores salarios recibirán.
La educación argentina necesita desesperadamente una revolución. Hace falta una revolución educativa. En las evaluaciones pisa, Argentina fue descalificada, quitada del ranking por hacer trampas durante la era k. Tan bajo ha caído nuestra educación con el kirchnerismo y tan indigno para el país.
En síntesis, la propuesta es: a) introducir competencia en la calidad educativa, b) quitarle a los burócratas el control de la educación y c) devolverle a los padres el derecho a elegir a qué escuela mandar a sus hijos con los impuestos que paga.
Hay países como Suecia y Chile que ya lo están aplicando. No veo razón para que nosotros no los apliquemos.
Sabemos que este modelo educación estatal, con burócratas estableciendo los contenidos y con sindicatos extorsionando al poder político está agotado. Aquí no hay gradualismo que valga. O se cambia por completo el sistema educativo o seguiremos siendo un país de ignorantes. Y recordemos que los países con ciudadanos ignorantes terminan eligiendo a sus propios déspotas.
Fuente: Economia para Todos