Ese 30% no apuesta a progresos materiales. Espera una regeneración institucional. El fenómeno hace juego con el impactante ascenso de Elisa Carrió en todos los sondeos. Su imagen positiva en la ciudad, según Isonomía, alcanza 64 puntos, contra 30 de negativa. Sólo María Eugenia Vidal supera esas alturas. No debería llamar la atención que se pretenda una restauración de los valores. Macri llegó al poder gracias a que miles de ciudadanos cortaron boleta en la provincia de Buenos Aires para repudiar a alguien identificado como "la Morsa". Ahí está su mandato.
El oficialismo montó su campaña sobre este eje ético. Por eso en la ciudad de
Buenos Aires, su base política, postuló a Carrió como candidata principal. En el
laboratorio de la Casa Rosada vuelven a confiar en una polarización con el
kirchnerismo, cuyas hazañas parecen degradarse en una saga policial. Pero la
política es imprevisible. La clave moral da ventaja a los candidatos de
Cambiemos. Pero también los deja expuestos. Una cadena de episodios atribuibles
a la casualidad, la conspiración y la hostilidad opositora, hizo que, en la
inauguración de la carrera, el Gobierno se convierta de acusador en acusado. El
giro abre una incógnita sobre la estrategia de Carrió.
Nadie previó que el proselitismo comenzaría con el titular de la nueva policía
tras las rejas. La detención de José Pedro Potocar abre una herida delicada, aun
para una gestión como la de Horacio Rodríguez Larreta, que goza de una simpatía
del 60%. Potocar iba a ser el rostro de una fuerza de seguridad modélica. Con un
agravante. El que impulsó su sanción es el fiscal José María Campagnoli, a quien
Carrió soñó como sucesor de Alejandra Gils Carbó.
La prisión de Potocar dejó estupefactos a sus jefes. Un dirigente de Pro
recurrió al cinismo para manifestar el desconcierto: "Lo pusieron preso porque
recaudaría 4000 pesos por mes por proteger a comerciantes y dejar trabajar a los
«trapitos». Para lo que es la corrupción policial en la Argentina, lo encerraron
por sus virtudes". Humor negro.
La denuncia contra Potocar tiene un origen problemático. Surgió de las
investigaciones de un sargento de Inteligencia de la Gendarmería, Miguel Antonio
Maidana. A pesar de estar retirado, Maidana habría operado desde una dependencia
de su fuerza. Al parecer, espiaba a comercios vecinos de la comisaría 35, con
una clave de acceso fiscal ajena. Si estos detalles llegan a corroborarse, el
expediente sería nulo.
El rol de Maidana inspira fantasías conspirativas. ¿Potocar es víctima de la resistencia de muchos agentes federales a transformarse en metropolitanos? ¿Esa negativa se reduce a una cuestión de status o se debe a que se están desbaratando viejas ligas de negocios? Estos interrogantes rematan en un problema político. Es difícil encontrar hoy un oficial que quiera ocupar el sillón que dejó libre Potocar. Es curioso, por ejemplo, que el segundo de la fuerza, Carlos Kevorkián, no haya sido presentado como el nuevo comandante.
Más allá del fuego amigo atribuible a Campagnoli, las acusaciones escalaron hasta el ministro de Seguridad y Justicia, Martín Ocampo, por acción opositora. El legislador Gustavo Vera lo denunció por enriquecimiento ilícito. Lo más interesante para la lucha de poder es que lo presenta como socio de Daniel Angelici en Cronopios S.A. De Angelici se sabía que era el jefe político de Ocampo. Pero se ignoraba la pasión cortazariana.
Cuando en el núcleo del poder analizan estos inconvenientes, terminan con un acertijo: "¿Cómo lo tomará ella?" "Ella" es Carrió. La diputada se ausentó por unos días. Y nadie sabe cómo abordará estas encrucijadas cuando vuelva. Por ejemplo: después de explicar que no competiría en la provincia para no ser cómplice del comisario Pablo Bressi, ¿qué dirá de Potocar? La denuncia de Vera plantea otra incomodidad. Pone en evidencia que Justicia y la Seguridad de la ciudad estuvieron bajo el imperio de Angelici, a quien ella trató de "delincuente".
El oficialismo está, en la Capital, a merced de una de las virtudes de Carrió: su inclinación a medir a los propios con la misma vara con que trata a los ajenos. Ese criterio saludable, plantea un misterio político. Carrió despolariza. ¿Funciona, entonces, como una vacuna para el oficialismo? ¿O agiganta una contradicción inocultable? En otras palabras: ¿alcanza Carrió para bloquear las denuncias de la oposición?
La pregunta es relevante. La asociación entre Pro y la Coalición Cívica, que encabeza Carrió, se enfrentará a Martín Lousteau, respaldado por los radicales porteños. Pero Lousteau integra una nueva transversalidad, con líderes que se asocian por carácter transitivo. Es aliado de GEN, de Margarita Stolbizer, y del Socialismo. Esos dos partidos conviven con Libres del Sur, de Victoria Donda, en la provincia de Buenos Aires. Stolbizer y Donda, igual que su compañero Sergio Massa, también pretenden despolarizar. Interpelarán al Gobierno y, por lo tanto, a Carrió, con las categorías morales que ellos aplican al kirchnerismo. La réplica será ligar a Massa con Lousteau.
El viernes pasado quedó ilustrada esta dinámica. Donda denunció al Presidente y a las autoridades de la Anses por haber malvendido las acciones de Petrobras a Pampa Energía, el fondo de Marcelo Mindlin. Arguyen, como consignó Maia Jastreblansky en este diario, que una valuadora independiente tasó ese papel entre $ 11 y $ 14. No en los $ 10,37 que pagó Mindlin. Es una controversia técnica. Pero lo que interesa de inmediato es la lucha electoral. Que el foco esté sobre la Anses genera especulaciones en el Gobierno, por la proximidad de Donda con Sergio Massa y, quizá, con Diego Bossio, que dominaron esa agencia.
Las suspicacias proceden del contexto. Al poco tiempo de realizar esta transacción con el Estado, Mindlin adquirió Iecsa, la empresa constructora que Franco Macri transfirió a Angelo Calcaterra, su sobrino, el primo hermano del Presidente. Calcaterra venía negociando la venta hasta ese momento con una compañía china. Para muchos observadores del mercado, esta adquisición de Mindlin es incomprensible, aun cuando Iecsa se había beneficiado con una adjudicación interesante: el tramo más valioso del Paseo del Bajo, licitado por la ciudad. La perplejidad se debe a que Iecsa está en medio de una tormenta, por su asociación con Odebrecht en el soterramiento del Sarmiento. Una herida sobre la que trabaja la oposición: Stolbizer reclamó que se anule esa concesión ya que, según confesó Marcelo Odebrecht, fue obtenida mediante sobornos.
La pesadilla Odebrecht sigue sobresaltando a los políticos. Alberto Youssef y Leonardo Meirelles, los arrepentidos del caso Lava Jato, declararán el miércoles ante los fiscales Sergio Rodríguez y Federico Delgado, en el marco de la causa que sigue Sebastián Casanello por los contratos de Odebrecht con AySA. Youssef y Meirelles podrían aclarar otra incógnita: cuántas transferencias realizaron a Gustavo Arribas cuando el actual jefe de la AFI vivía en San Pablo. Meirelles afirma que fueron cinco giros por US$ 600.000. Arribas exhibe un certificado bancario por US$ 70.000. La polémica inquieta a la cúpula del espionaje. Es lo que indicaría el despido, hace 48 horas, de quien fuera jefa de la base de la AFI en Brasilia desde hace 20 años.
Es posible que, cuando imaginó la candidatura de Carrió, los estrategas de Macri hayan pretendido reforzar la polarización. Pero la agenda porteña se está diseñando de otro modo. Entre otras razones, porque los candidatos del gobierno anterior aun no adquieren densidad. El más representativo, Juan Cabandié, organizó anteanoche una comida para Cristina Kirchner. Pero en vez de invitar a dirigentes metropolitanos, invitó a 18 intendentes bonaerenses. Analizaron un slogan: "Somos Cristina. Volvemos mejores". Una autoindulgencia plenaria. De la Capital, ni una palabra.