El viernes 17 la Policía Federal de Brasil desató una operación
denominada Carne Débil, que después de dos años de investigación
constató la existencia de una organización criminal que liberaba
productos sin fiscalización con fecha de caducidad expirada, además de
usar productos químicos para compensar la calidad de los productos de
origen animal, como carne de res, aves y otros productos derivados. Las
consecuencias de esta operación son alarmantes no sólo para la balanza
comercial brasileña, sino también para la reputación del país. Por otro
lado, los hechos emergen en un momento muy delicado para la economía.
Brasil, que promueve acciones de política exterior con el fin de
restablecer la confianza de los inversores, a través de acuerdos de
libre comercio, por ejemplo, sufre un golpe, especialmente junto a los
países europeos.
A modo de comparación, si se hubieran producido las
prohibiciones/suspensiones durante 2016, sobre todo en Europa y China,
Brasil dejaría de exportar US$ 5,42 mil millones, más del 30% de las
exportaciones totales. Eso haría que Brasil, uno de los líderes
mundiales en las exportaciones, sufriese un fuerte revés en la economía
y perdiese el espacio a sus principales competidores: EE.UU., la India
e incluso Australia.
En 2016, la carne vacuna llegó a US$ 4,3 mil millones exportados. Según
los datos del MDIC (Ministerio de Industria, Comercio Exterior y
Servicios) de Brasil, la industria de la carne es la tercera más
importante de las exportaciones brasileñas, sólo por detrás de los
granos (que representaron US$ 9,5 mil millones en 2016) y minerales
(US$ 15,8 mil millones en 2016).
Aunque el gobierno de Brasil actúe para minimizar los impactos, las
consecuencias han comenzado a surgir. Europa tranquilizó el gobierno
brasileño al comunicar que, aunque tal escándalo haya salido a la luz,
las negociaciones relativas al acuerdo con Mercosur y Europa se
mantienen.
Además de estas medidas, las acciones de los productores de carne
brasileños operan en franco declive desde el día que estalló la
operación. La caída de las acciones va desde 2,98% a 5,01%, dependiendo
de las empresas mencionadas en la operación. Las prohibiciones
anunciadas por los países también afectaron a las acciones de otros
frigoríficos, que ni siquiera se mencionan en la operación.
En este momento, la prioridad para el gobierno, así como de la
industria cárnica en general, debe ser actuar rápidamente para que no
se produzcan nuevas sanciones. Las preocupaciones no deben ser
minimizadas y las medidas necesarias deben ser establecidas, y se deben
ampliar las investigaciones y auditorías en todos los productores de
carne en Brasil y en el mundo. Esto también puede ser el tiempo para
revisar las políticas de inspección sanitaria en el país, evitando que
eventos de esta magnitud vuelvan a ocurrir.
El autor es experto de Thomson Reuters