Las apariencias engañan
No es oro todo lo que reluce. Esta máxima podría aplicarse a las cosechas de
maíz y soja en muchos campos de la zona núcleo. El aspecto de los cultivos es
óptimo, pero los datos de rinde muestran otra cosa cuando se empiezan a trillar
los lotes de maíz, por ejemplo. "En las partes altas se pueden alcanzar 110
quintales por hectárea, pero en la media loma bajan a 70 porque el agua durante
10 días hizo mella en el rinde, aunque el efecto sea subclínico", diferencia un
técnico de Rufino.
Lluvias erráticas
Además, hay que considerar que muchos lotes tuvieron 10-30 por ciento de desperdicio por charcos donde las plantas murieron por anoxia. El resultado es que el rendimiento promedio del lote no supera los 80 quintales. La heterogeneidad también tiene matices zonales. En Serrano, en el sur de Córdoba, el perfil está saturado de humedad. En cambio, 100 kilómetros al Norte, en Huanchillas, la napa se fue a dos metros de profundidad y hacia el Oeste, en Villa Valeria, piden lluvias.
Una fiesta de malezas
En soja pasa algo parecido. Los recuentos de chauchas en cultivos de primera de los sectores altos permiten prever rindes del orden de 50-60 quintales, pero en las partes en que hubo anegamientos el rinde se derrumba a la mitad. Otro elemento que agrega heterogeneidad en los resultados es el desarrollo de malezas. Muchos cultivos fueron tratados 15 días después de lo recomendable con avión por la imposibilidad de transitar caminos anegados con pulverizadoras autopropulsadas.