Una vez más, el agua es el tema del momento. Por ausencia o por exceso, el hombre de campo siempre termina hablando de las lluvias y lanzando miradas suplicantes al cielo. Esta conflictiva relación de la agricultura con los fenómenos climáticos se da desde aquellos tiempos iniciáticos en la medialuna fértil, pero a lo largo de la historia las civilizaciones han desarrollado sistemas más o menos místicos y con mayor o menor sofisticación técnica para reducir la incertidumbre y el riesgo productivo.
En el caso argentino, ese sistema parece estar recién en una fase inicial, con mucho por delante. Las obras de drenaje, almacenamiento y manejo del agua están siempre por hacerse, y en materia de riego esta potencia agrícola mira al mundo desde muy atrás. Aquiles Salinas, técnico especialista en riego del INTA Manfredi, explica que la superficie regada actualmente en el país está alrededor de las 2,1 millones de hectáreas para todos los cultivos y todos los sistemas de riego. “En cuanto a sistemas, sigue predominando el sistema gravitacional (por surco o manto) con el 70 por ciento de la superficie, y luego los sistemas presurizados que van creciendo en superficie y porcentaje. De todos modos, en relación a la superficie productiva total es muy poco lo que se riega aun, apenas un 5 por ciento”, afirma.
No parece lo más oportuno hablar de riego cuando gran parte del área agrícola está bajo agua, pero hay que levantar la mirada hacia el mediano plazo para entender que pronto esa agua se va a escurrir o filtrar y quedará fuera del alcance de futuros cultivos. Los beneficios del riego, según Salinas, están relacionados principalmente a la estabilización de la producción y la consecuente disminución del riesgo productivo, además de un incremento de la producción que aumenta los ingresos de la empresa agropecuaria. “En muchos casos, el riego permite la diversificación de cultivos, saliendo de los cultivos tradicionales extensivos a otros de mayor valor agregado”, agrega.
Sobre la necesidad de ampliar la adopción de sistemas de riego en el país parece haber consenso entre productores, empresarios, técnicos y funcionarios del actual Gobierno. Para confirmarlo, el año pasado se presentó el Plan Nacional de Riego (PNR). Uno de sus responsables por parte del Estado es Mariano Laffaye, quien trabaja en esto junto al Subsecretario de Agricultura de la Nación Luis María Urriza. “La correcta ejecución del Plan Nacional de Riego (PNR) permitirá afirmar, sin incurrir en una exageración, que así como la biotecnología fue un factor clave en la expansión agropecuaria del siglo XX, el riego lo será, seguramente, para el siglo XXI”, dice Laffaye, y añade: “La superficie bajo riego puede llegar a duplicarse en quince años si se instrumentan las acciones de largo alcance, aquellas que promuevan la mejor coordinación de las políticas de instituciones nacionales, provinciales y municipales, planteadas en el marco del PNR y en acuerdo con las directrices del Plan Nacional de Recursos Hídricos”.
Según el funcionario, este incremento en la superficie, junto con el acondicionamiento de las hectáreas bajo riego ya existentes, producirá un salto productivo con el consecuente crecimiento del PBI y el desarrollo de las economías regionales.
En el marco del PNR se plantea como objetivo a mediano plazo alcanzar las 3 millones de hectáreas irrigadas para fines del 2020, lo cual presupone no solo motivar y promover la incorporación de tecnología por parte del productor sino, fundamentalmente, generar un orden institucional y de asignación de recursos que confluyan hacia el objetivo de incrementar en forma sustentable la producción irrigada. Para tener un panorama más concreto de la situación actual y de la viabilidad de estos objetivos vale la pena conocer el balance que hacen las empresas fabricantes de equipos de riego.
Nicolás Viramonte, de la firma Valley, dice que 2016 fue un buen año de ventas en comparación con 2015. “Los efectos de las mejoras en las condiciones del negocio agropecuario se están empezando a ver. Además, los semilleros de maíz volvieron a sembrar una razonable superficie para la producción de híbridos y esta se hace en su mayoría bajo pivot. Por otro lado, los productores de papa también demandaron pivotes en las mayores zonas de producción de este cultivo en el país”, resume.
Por su parte Andrés Butta, de Pampa Riego, afirma que 2016 fue uno de los peores años en materia de riego porque, a pesar de la recuperación, la mayoría de los productores aun no tienen margen para invertir y no cuentan con las herramientas financieras necesarias. “Argentina todavía es un mercado en desarrollo con muy bajo volumen, aunque con un potencial enorme. Hoy, una desventaja es la falta de incentivos al riego. El riego no es un producto popular en el campo argentino y debiera serlo como lo es en las grandes potencias agrícolas. En Brasil, esta temporada fue record en despachos de equipos, y en Argentina tal vez el peor año”, detalla Butta.
Luego añade: “Creemos que es factible un escenario de trabajo a capacidad total y lograr invertir para aumentar la capacidad productiva. Desde el gobierno nos han consultado cuánto sería nuestra capacidad total y si estamos dispuestos a aumentar nuestra capacidad productiva, un escenario motivante para nosotros y para el agro argentino”.
Otro que ve señales positivas dentro de un contexto adverso es Germán Gallo, de Galamb Agro, una empresa focalizada en servicios de ingeniería para sistemas de riego. “Aunque la venta de equipos nuevos no fue la esperada, la demanda de proyectos, servicios, obras y repuestos compensó y superó nuestros objetivos generales holgadamente -afirma-. El 2016 fue un claro año de transición. Las ventas de equipos nuevos no se recuperaron con respecto a años anteriores, pero existió un gran movimiento para la puesta en marcha de equipos que hasta el año anterior se encontraban en desuso. Esto dá una clara tendencia de crecimiento para el próximo año”.
Históricamente, las actividades que más utilizan el riego en la Argentina son las economías regionales como la caña y los cítricos, en Jujuy y Tucumán, o la vid y las hortalizas, en Mendoza o San Juan. Pero según afirma Salinas, el crecimiento reciente se dio principalmente en la Pampa Húmeda con cultivos extensivos. Como remarca Viramonte, la papa y los semilleros son sectores muy demandantes de tecnologías de riego presurizado. “En los últimos años, regiones como el sudeste y sudoeste de Buenos Aires, oeste y norte de Córdoba, San Luis y sur de Tucumán han sido las zonas de mayores ventas. La mayoría de estos equipos fueron principalmente para la producción de maíz para grano y semilla, papa, soja, garbanzo y alfalfa”, detalla el representante de Valley. La ganadería, el tambo y el arroz, según Butta, también pueden ser potenciados con la incorporación del riego.
A diferencia de las zonas tradicionales, donde el riego se hace por sistemas gravitacionales, en las nuevas áreas se utilizan tecnologías que usan el agua con mayor eficiencia. “Si bien no hay información oficial, se estima eficiencias del 30 a 35 por ciento en gravitacional y más del 75 por ciento en presurizados”, detalla Salinas.
Respecto a este punto profundiza Laffaye: “El consumo de agua dulce en la Argentina no difiere de la tendencia mundial, donde el sector agropecuario usa el 70,5 por ciento del recurso efectivamente utilizado por la población. En lo que sí difiere significativamente es en la eficiencia en su utilización: hoy este índice se encuentra cercano al 30 por ciento, lo que implica que por cada 100 litros extraídos se pierden por evaporación, filtración y mal manejo de los sistemas de irrigación, 70 litros”.
Para Laffaye, revertir la situación actual requiere avanzar en la conformación e implementación de un paquete de políticas públicas tales como el desarrollo de nuevainfraestructura hídrica, el mejoramiento de la ya existente, la capacitación a técnicos y productores en el buen uso del recurso, el fortalecimiento de las capacidades técnicas y organizativas y la producción de información sobre tecnologías apropiadas que faciliten el acceso y aprovechamiento eficiente del recurso hídrico.
Según Butta, se debe apuntar a que el riego sea una herramienta accesible para todo tipo de productores, no solo las grandes empresas, y en ese sentido el principal inconveniente que encuentran los productores para invertir en proyectos de riego es la falta de financiamiento a nivel local. “Hacen falta políticas públicas audaces, poner todo el estímulo que sea necesario para que el futuro regante empiece hoy. Deberíamos tener mucho más ejemplos muy exitosos en el país. Por la falta de difusión y líneas de financiamiento muchas veces se lo ve como algo inalcanzable y, a veces, como un lujo, siendo la gran herramienta para dar rentabilidad y estabilidad al pequeño productor, y allí está el gran potencial”, remarca.
Gallo coincide en remarcar la importancia del crédito, y destaca los esfuerzos que se están realizando con ese objetivo. “Este año se trabajó fuertemente en potenciar líneas de crédito existentes y el desarrollo de opciones que se ajusten a los diferentes perfiles de los productores. Los sistemas completos de riego tienen un costo muy alto de inversión y su tiempo de retorno hace, en muchos casos, que el proyecto sea inviable sin una herramienta adecuada de crédito”.
Laffaye asegura que se está trabajando en la elaboración de herramientas fiscales y financieras, públicas y privadas, destinadas a las inversiones en expansión y renovación de los sistemas de riego. “Entre ellos, se destaca el desarrollo de una nueva línea de crédito con el Banco de la Nación Argentina con tasa subsidiada por el Ministerio de Agroindustria, que mejora las condiciones de la actual línea vigente, ya que se incrementaría el plazo a siete años, el monto hasta 5 millones de pesos y el periodo de gracia a un año”, detalla.
Respecto a la evaluación de los proyectos de riego, Butta explica que la clave que el sector financiero debe entender es que lo que hace viables a estos proyectos productivos es el costo del milímetro de agua, y asegura: “El agua para riego tiene que ser gratis, se puede cobrar los servicios necesarios para llevar el agua a cada establecimiento, pero el recurso en esta instancia tiene que ser gratuito. Para un productor de alimentos, el riego tiene que ser un derecho y el trámite para financiar la compra de un equipo de riego no debería demorar más de quince días”.
Con el recurso agua bajo la lupa, una de las primeras acciones impulsadas por el PNR en conjunto con el Instituto Nacional del Agua (INA) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es la conformación del Mapa Hidrológico Nacional (mapa de acuíferos). Laffaye explica que el resultado será la conformación de un elemento estratégico de planificación y gestión que permitirá relevar, caracterizar y evaluar la cantidad y calidad de los recursos hídricos disponibles en áreas actuales y potenciales de riego, para diseñar políticas que contribuyan al desarrollo de la agricultura irrigada.
Desde las empresas destacan que el otro recurso clave que está en juego en la ecuación del riego es la energía. Butta no duda en afirmar que no debería haber impuestos a la energía para producir bajo riego. “Hay muchos proyectos interesantes que no se ponen en marcha por el costo energético, porque la mitad es impuesto. Es claramente un impuesto distorsivo, se cobra antes de que agregue valor”, explica.
Gallo agrega que el costo energético es el segundo en relevancia luego del de inversión del sistema de riego. “Al día de hoy gran parte de los sistemas son accionados con gasoil debido a la imposibilidad de acceder a la red eléctrica o la baja calidad de potencia disponible cuando ésta es accesible, y el costo de accionar un equipo con combustible líquido es aproximadamente un 50 por ciento mayor a realizarlo con electricidad. En consecuencia, gran cantidad de proyectos se vuelven inviables al momento de evaluar sus costos operativos”, dice el empresario.
Y Viramonte se suma: “Hay varias zonas que están demandando tener una tarifa diferenciada o ver la posibilidad de bajar los costos fijos. Otro punto sería el de aumentar la disponibilidad de energía eléctrica en zonas que todavía no la tienen. Por otro lado, se habla de algunas grandes obras de infraestructura como canales, acueductos y represas que facilitarían el acceso al agua en zonas en donde no hay agua de perforación en cantidad y calidad”.
Hoy, con más de un millón de hectáreas inundadas, las urgencias parecen ser otras. Pero es bueno saber que se están impulsando acciones para que el riego deje de ser una excepción.
“Es alentador que los funcionarios hablen de riego, pero hay que pasar de la palabra a la acción para desarrollar herramientas concretas que estén al alcance del productor. El poder transformador del riego es innegable”, dice Butta.
Viramonte, por su parte, asegura: “El mercado de pivotes es todavía incipiente con sus altas y bajas, aunque me gusta tomar este punto como una oportunidad. Tenemos bien comprobado que el productor que invierte en riego es muy probable que siga poniendo más equipos si es que dispone de mayor superficie. Sin dudas nuestro país cuenta con una gran superficie con potencial de riego por pivot por lo que entendemos que el desarrollo del riego se va a dar de un momento a otro”. Y Gallo concluye: “El productor ha cambiado su pensamiento. Hoy comienza a visualizar que la tecnología no sólo permite aumentar los rendimientos, sino que también permite estabilizarlos, y en consecuencia, hacer su producción más previsible”.
Las tecnologías que vienen
Estamos en una nueva era en lo que es el monitoreo a distancia de los pivotes”, afirma Nicolás Viramonte, de la firma Valley, sobre las nuevas tecnologías en materia de riego. Para este año, la compañía está lanzando una serie de paneles de control con una interfaz de fácil manejo y lectura de la información y la posibilidad del manejo a distancia. Por su parte Andrés Butta, de la fábrica entrerriana Pampa Riego, destaca que están trabajando en el desarrollo de un ferti-riego de precisión para la nueva generación de fertilizantes líquidos donde la aplicación parcial es más eficiente. “También el producto financiero es parte de la tecnología del riego y allí estamos poniendo gran parte de la energía. Y estamos experimentando con arroz en directa bajo pivot”, comenta Butta. Y Germán Gallo, de Galamb, explica que su empresa no es fabricante pero ofrece pivotes de la firma brasilera Fockink, y dice: “El mayor avance tecnológico serán los equipos eléctricos de avance continuo y el manejo de forma remota”.