WASHINGTON.- Una ciudad invadida por la esperanza y el entusiasmo; una
capital atragantada por la frustración, que despuntó en protestas, choques entre
manifestantes y la policía, y vandalismo. Washington, ayer, fue dos ciudades
opuestas.
Kara Linn lloró cuando Barack Obama logró su reelección. Ayer, después de viajar
desde Casper, su pueblo en Wyoming, hasta Washington, fue hasta el Capitolio y
vio jurar al hombre que le devolvió la ilusión: Donald Trump .
"Siento que en los últimos años el norteamericano medio fue ignorado. Creo que su voz se perdió", dijo Kara, de 54 años, después del traspaso de mando.
"Y ahora es muy emocionante tener un presidente que tiene la fuerza, el coraje, la experiencia, y que quiere al americano medio y a los trabajadores, y que ahora está en la Casa Blanca", agregó.
Miles de personas viajaron desde todo el país al National Mall para presenciar la jura de Trump como el 45º presidente de Estados Unidos. Para ellos, al igual que para los seguidores de Obama hace ocho años, fue un momento histórico, y un cambio ansiado que renovó sus esperanzas en el país.
No muy lejos de allí, cientos de personas encarnaron las primeras protestas de la era Trump. Para ellos, y para medio país, la jura marcó el inicio de la resistencia. Más de 90 manifestantes fueron arrestados luego de que lanzaron piedras, rompieron vidrieras y ventanillas de automóviles en el centro de la ciudad. Hubo caos, sonidos de explosiones y corridas cuando la policía utilizó gas lacrimógeno para dispersar a la multitud.
Desde muy temprano, la gente comenzó a poblar el Mall, que no llegó a quedar cubierto: una imagen aérea mostró menos gente que en la primera jura de Obama. Hubo varias sillas vacías en el área cerrada frente al Capitolio, y una imagen que se repetía adonde se mirara: las gorras rojas con la leyenda Make America great again.
"Estamos tan entusiasmados por el país. Puede llegar a ser el mejor presidente desde Ronald Reagan", dijo Valerie Schmidt, 60 años, oriunda de Wisconsin, uno de los estados clave para el triunfo de Trump en el colegio electoral. "Vamos a ver un magnífico resurgimiento de Estados Unidos", pronosticó.
La ceremonia contó con un público en su vasta mayoría blanco, tal como en la convención republicana que coronó a Trump como candidato o en la mayoría de sus actos de campaña. La gente aplaudió cada vez que se vio a Trump en las pantallas gigantes, y hasta se rió cuando antes de salir a la jura miró a la cámara y algo nervioso dijo: "Hola".
El mayor aplauso durante el discurso, un mensaje escrito a imagen y semejanza de sus mensajes de campaña, llegó cuando prometió eliminar al "terrorismo radical islámico", una expresión que Obama siempre se negó a utilizar.
"Siento una nueva frescura. La gente está energizada", dijo Patty Garret, 62 años, quien lucía una bufanda con los colores de la bandera norteamericana y una gorra roja con la leyenda "Presidente 45". Garret criticó las protestas contra Trump, incluida la Marcha de las Mujeres, que se realizará hoy. "No hablan por mí. Mucha gente me invitó, pero muchas de las personas con las que hablé no saben ni por qué marchan. Yo me comprometí a trabajar con el gobierno", afirmó.
Fuera del entusiasmo del Mall, Washington fue una ciudad caótica, vallada, tensa, repleta de agentes de seguridad. La capital fue testigo de la estabilidad institucional del país -el traspaso pacífico del poder es un rito sagrado que se ha repetido sin excepciones desde 1789- y, también, de las divisiones reinantes, a las que Trump abogó por desterrar apelando al patriotismo.
La resistencia no le dio tregua a Trump. El cineasta Michael Moore participó antenoche de un acto en Nueva York contra Trump, y ayer de una pequeña manifestación en una de las plazas de Washington. Hoy será uno de los oradores en la marcha que promete generar una convocatoria similar o mayor a la jura de Trump.
"No tiene sentido", lamentó Moore, frustrado, tras recordar que Trump perdió el voto popular contra Hillary. "Lo que yo y millones vamos a hacer es actuar todos los días. Empezamos con cien días de resistencia", anticipó. Cerca se veía un elefante azul gigante (el símbolo de los republicanos) con la palabra "racismo".
Cerca de allí, los festejos y las ceremonias de la inauguración presidencial continuaban, dos realidades antagónicas separadas por un puñado de cuadras. Trump recorría la avenida Pensilvania en "La Bestia", el auto presidencial, rodeado por agentes del servicio secreto. Cerca de la Casa Blanca se bajó, levantó un puño y caminó unos metros. La gente de las gradas lo vitoreó y le gritó: "¡Trump! ¡Trump! ¡Trump!".