WASHINGTON.- Se acaba una era y empieza otra. El demócrata Barack Obama cede
paso al millonario republicano Donald Trump , que asume hoy como 45° presidente
de Estados Unidos y abre una etapa signada por la incertidumbre en todo el mundo
y la peculiaridad extrema en el discurso y en la forma política.
"Yo soy sólo el mensajero. Los que harán el cambio son ustedes. Haremos de nuevo
a Estados Unidos grande, como hace mucho que no lo es. Este país cambiará por
décadas", dijo anoche frente al monumento a Lincoln, acompañado de su familia y
frente a cientos de seguidores.
Washington le es inhóspita -apenas el 4,1% votó por él en las pasadas
elecciones- y,junto con la multitud que hoy lo saludará en las estribaciones del
Congreso, se prepara también para recibir a nutridas manifestaciones de
protesta. La polarización es la señal del momento en Estados Unidos.
Trump llega con varios récords en su haber. Es el presidente que asume con
imagen positiva más baja -apenas el 40%- y que, a los 70 años, por primera vez
accede a un puesto público: nada menos que el de presidente de la mayor potencia
mundial. Eso genera que su mandato sea esperado con expectativas y temores en
las principales potencias y regiones del planeta.
"Nada en él es convencional. Nada debe sorprendernos", sostuvo ante LA NACION un reconocido diplomático regional. "Con Trump, a esta altura, lo menos que hace uno es sorprenderse", añadió.
Capaz de decir una cosa y al rato la contraria, Trump vivirá hoy una de las ceremonias más emblemáticas de la democracia norteamericana: la del traspaso del poder. Un rito que se cumple sin alteraciones desde hace décadas y que, cargado de simbolismo, le da al presidente la oportunidad de signar su mandato con el discurso inaugural. El que les pone sello a sus sueños y ambiciones.
No hay en esto idea alguna de lo que puede llegar a decir Trump, un hombre que, hasta ahora, cargó más su discurso de adjetivos que de sustancia. Suele ser, también, la ocasión ideal para cerrar heridas y hacer un llamado a la unidad, superado el fragor de la campaña.
También en esto se diferenció Trump, que pasó los últimos días abriendo impensados frentes de batalla. Fronteras adentro, con los demócratas, con la comunidad de inteligencia, con Obama, con referentes de la comunidad negra y con los empleados de Washington.
"Soy el mensajero. Queríamos cambiar, estábamos cansados. Haré mucho, pero más harán ustedes. Es un movimiento que empieza", dijo anoche al cierre de un concierto de bienvenida en su honor. "Les prometo que mañana [por hoy] tendremos algo impresionante. Esto será impresionante", clamó.
Sin embargo no hubo, en estos días, apelaciones a lo que puede hacer la sociedad en su conjunto. Por eso hay enorme expectativa por el discurso de hoy. Para ver si mantiene la línea de división y enfrentamiento o si es capaz de superarla.
Otro tanto ocurre fronteras afuera. Aun antes de asumir ya logró una amenaza verbal de "guerra" de China, así como señales de alerta de buena parte de Occidente.
"Washington es un pantano inmundo y yo voy a limpiarlo", dijo en campaña. Era
una alusión a la burocracia de esta capital. Ni la ciudad ni sus ritos le son
familiares. Pero ayer Trump empezó a hacerlos propios desde el primer momento.
El hombre que desdeñó a muchos militares "por cobardes" bajó del avión que lo
trajo desde Nueva York e hizo la venia militar sobre su frente descubierta.
Igual que lo hicieron todos sus predecesores en la Casa Blanca cada vez que
tocaban tierra.
"Gobernaremos desde el minuto cero", prometió su número dos, el ex gobernador de Indiana Mike Pence. Si se cumple el vaticinio de que muchas de las medidas "serán por decreto", buena parte del legado de Obama podría estar en riesgo.
Entre ellos, el seguro de salud; la promesa de amparar a los chicos migrantes traídos por sus padres (dreamers) o la permanencia de la cárcel de Guantánamo. Ayer mismo Obama hizo un nuevo llamado al Congreso para que trabaje en el cierre de la polémica prisión, pero Trump ya dijo que la dejará abierta. La desbordante esperanza que muchos inmigrantes sintieron cuando el primer presidente negro llegó al poder, hace ocho años, ahora se convirtió en miedo. Muchos temen una mayor persecución para ponerlos fronteras afuera.
Cerca del monumento a Lincoln, donde transcurrió el concierto en homenaje a Trump, la Casa Blanca se vaciaba con rapidez. Las pertenencias de los Obama eran retiradas en un cuidado operativo. La nueva etapa comienza y hoy el país y el mundo observan. Atentos a cualquier signo que pueda develar algo de los días por venir.