La cuenca lechera de Santa Fe, una de las
principales
provincias productoras junto con Córdoba, vuelve a estar jaque por las
inundaciones. En abril de 2016, el temporal que se abatió sobre esa
región
provocó una fuerte baja en la producción lechera y muchos tambos
salieron del
sistema. Ahora, cuando la zona estaba recuperándose a paso lento del
tembladeral, vino otro golpe con las últimas lluvias, que dejaron
registros por
encima de los 200 a 300 milímetros.
Según un informe preliminar del Ministerio de
Producción de
Santa Fe, con fuentes del INTA y del sector privado, la crisis hídrica
actual
está focalizada sobre los departamentos de Castellanos, Las Colonias,
San
Martín, San Jerónimo, Belgrano y General López. En la región hay 2,31
millones
de hectáreas sembradas, entre soja, maíz y girasol. Además, hay 3502
tambos.
Precisamente, según contó a LA NACION Luis
Contigiani,
ministro de Producción de la provincia, de ese número de tambos hay 869
afectados. Es el 25% de los establecimientos de la región. Que estén
afectados
significan que no pueden trasladar la producción, mover animales o que
están
produciendo menos que lo normal.
Contigiani dijo que la región está produciendo a
causa de
este fenómeno 1,5 millones de litros diarios de leche menos. El dato es
relevante y se descuenta que impactará sobre la producción nacional,
que ya
viene resentida y habría cerrado 2016 con una baja de entre el 10 y el
11 por
ciento.
Como es poco probable que la zona pueda
recuperarse en menos
de 30 días, de mantenerse esa pérdida diaria de leche al mes habría 45
millones
de litros menos que, a valores actuales pagados a los tamberos,
significa que
los productores santafecinos perderán un ingreso de 256 millones de
pesos o
unos US$ 16 millones, según calculan en la provincia.
Frente a este panorama, para Contigiani tendrá que
aplicarse
para el pequeño y mediano productor tambero un plan de salvataje. "En
un
año la cuenca lechera sufrió dos veces; se va a necesitar una ayuda
extraordinaria", precisó. Según señaló, ya habló tres veces con el
ministro de Agroindustria de la Nación, Ricardo Buryaile, y lo puso al
tanto
del problema. Además del recrudecimiento de una crisis para los tambos
en la
región, el Ministerio de Producción de Santa Fe alertó también sobre el
impacto
para la agricultura.
En este caso, de las 2,31 millones de hectáreas
sembradas,
hay en esos partidos 948.000 hectáreas afectadas, que tendrán pérdidas
irreversibles o darán menores rendimientos. En ese número están 324.000
hectáreas de soja de primera fecha (octubre), 316.000 hectáreas de soja
de
segunda (noviembre-diciembre), 228.000 hectáreas de maíz y 80.000 de
girasol.
De acuerdo con Contigiani, entre pérdidas
irreversibles y
menores rindes la pérdida en plata rondará los US$ 746 millones. Este
nivel
podría aumentar si se agravan las condiciones. De hecho, hasta el
martes
próximo se habla de la probabilidad de nuevas lluvias de hasta 100
milímetros.
Entre tambos y agricultura en Santa Fe ya calculan
un
impacto cercano a los US$ 800 millones. En esa provincia, el gobierno
acaba de
prorrogar por 180 días los decretos de emergencia del año pasado, lo
cual hará
que puedan seguir beneficios para 7500 productores que ya tenían su
certificados de emergencia.
Consultado sobre las inundaciones, Hugo Rossi,
subsecretario
de Coordinación Política del Ministerio de Agroindustria de la Nación,
expresó:
"Estamos monitoreando; todavía necesitamos esperar que pase el fenómeno
para tener datos certeros y un diagnóstico".
En cuanto a los incendios en La Pampa, Río Negro y
el sur de
Buenos Aires, contó que se estará gestionando para los productores la
entrega
de forraje. Y se convocará a la Comisión Nacional de Emergencia y
Desastres
Agropecuarios una vez que ingresen los decretos de las provincias con
problemas.
Las pérdidas en
números
1,5 millones de litros diarios de leche se estima
se están
perdiendo en la cuenca productora de Santa Fe, según un relevamiento
oficial.
948.000 hectáreas sembradas con soja, maíz y
girasol se
encuentran comprometidas en seis departamentos de esa provincia. Se
prevén
pérdidas por US$ 764 millones.