La famosa reactivación que el gobierno había pronosticado para el segundo semestre sigue sin aparecer. El Índice General de Actividad, IGA, (un anticipo de la evolución del PBI) que publica el estudio de Orlando Ferreres muestra una caída del 4,7% al comparar octubre de este año con octubre del año pasado y el acumulado de los 10 primeros meses el año da una caída del 2,8%.
Por su parte el INDEC publica el EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica) hasta el mes de septiembre con una caída interanual del 3,7% y el acumulado de los primeros 9 meses de este año da una baja del 2,4%. Haciendo algo de futurología, es probable que este año termine con una caída del PBI del 3% aproximadamente y, tal vez por una cuestión estadística, el año que viene se detenga la caía o muestre una leve recuperación. Lo cierto es que la economía no reacciona y el gobierno se encuentra cada vez más enredado en un círculo vicioso.
El primer problema que le veo al gobierno para salir de este enredo es que ante una herencia fiscal muy complicada Macri está siguiendo los mismos pasos que De la Rúa.
En efecto, cuando De la Rúa, tal vez por presiones de la alianza partidaria que integró, nombró a José Luis Machinea al frente del ministerio de Economía, quedó en claro que ese campo iba a estar en manos del progresismo. Recordemos que en relaciones exteriores había nombrado a Adalberto Rodríguez Giavarini, un excelente profesional y persona y en Defensa a Ricardo López Murphy, también un excelente profesional y persona.
Lo concreto es que Machinea integró su núcleo duro en Economía con Miguel Bein, el que fuera asesor económico de Scioli, y con Pablo Gerchunoff, un economista también proveniente del progresismo.
La economía estaba en recesión cuando asumió De la Rúa con una caía del PBI del 3,3% en 1999, bastante similar a la terminará este año. Lo cierto es que ante la complicada situación fiscal, Machinea apunto a aumentar la carga tributaria con la famosa tablita de ganancias paralizando el incipiente proceso de reactivación que se estaba insinuando hacia fines de 1999. Ni por casualidad apostaron a bajar el gasto público.
Sin resultados concretos y con la economía sin reaccionar a lo largo de 2000 buscaron el apoyo externo para cubrir el déficit fiscal. Bush hijo le dio una mano a De la Rúa y sobre fines de 2000 le otorgaron el famoso blindaje el FMI, el gobierno español y otros organismos internacionales por U$S 38.000 millones. Evidentemente la postura progre de quienes ocupaban el ministerio de economía de ese momento jugó a favor de no bajar el gasto público y se enamoraron del endeudamiento como política pública para no asumir el desafío político de reformar el estado y bajar el gasto público para dominar las cuentas fiscales. Como todos sabemos Machinea renunció a principios de 2001, Ricardo López Murphy tuvo un fugaz paso por el ministerio de Economía y la historia posterior es suficientemente conocida como para insistir con ella.
Lo mismo parece estar pasándole a Macri. El presidente, posiblemente por un acuerdo político con las fuerzas de Cambiemos o por convicción personal, nombró en Hacienda a Alfonso Prat Gay, un economista que viene del progresismo al punto que en 2013 conformó una alianza política, la lista 502 UNEN, con dos políticos claramente de izquierda como son Victoria Donda y Humberto Tumini. Es decir, el manejo de las cuentas públicas las dejó en manos de un economista que viene del progresismo, de la misma manera que De la Rúa la dejó en Machinea, un hombre que venía de la época de Alfonsín y que el 6 de febrero de 1989, siendo presidente del BCRA, le estalló el mercado de cambios y terminamos en la hiperinflación. Ambos se enamoraron del endeudamiento.
Podríamos decir que el desastre económico que dejó el progresismo populista del kirchnerismo pretende ser solucionado con un progresismo populista de Cambiemos. Aplicar la misma receta que llevó al fracaso.
Por ahora, la única receta que encontraron en Cambiemos para solucionar el monumental problema fiscal que dejó el kirchernismo es recurrir al endeudamiento externo. Una forma de atrasar el tipo de cambio real y afectar las exportaciones que al mes de octubre siguen mostrando serios problemas para recuperarse.
El argumento del gobierno es que no puede bajar el gasto público, particularmente en empleados estatales, hasta tanto no lleguen inversiones que absorban esa mano de obra que quedaría desocupada. En rigor esa gente está desocupada pero figura estadísticamente como ocupada. El kirchnerismo disimuló la desocupación con el empleo público.
Sin embargo, con este nivel de gasto público y sin bajar los impuestos, las inversiones siguen sin llegar. Encima el endeudamiento externo hace que la economía argentina sea cara en dólares y frene decisiones de inversión. Mientras exista esta carga tributaria y esta legislación laboral, no se ven posibilidades de que lleguen inversiones. Si no llegan las inversiones el gobierno sigue argumentando que no se crean puestos de trabajo para pasar la gente del sector público al sector privado. Así que seguimos con un gasto público creciente por el costo del endeudamiento, una economía del sector privado formal que se achica ante la asfixia fiscal y con recursos cada vez más escasos para financiar el gasto público.
El gobierno está metido en un círculo vicioso del que no puede salir. El gobierno no baja el gasto esperando que lleguen inversiones y las inversiones no llegan hasta que no se baje el gasto.
¿Cómo romper este círculo vicioso? En primer lugar hay que tener funcionarios con formación económica que hayan estudiado en serio el funcionamiento de la economía. No es suficiente CV haber arbitrado con monedas en Londres para arreglar el lío que dejó el kirchnerismo. Es necesaria una preparación intelectual mucho mayor. Una comprensión mucho más amplia de la economía que el timbear con monedas.
En segundo lugar, habría que convocar a la oposición, sindicatos y empresarios y contarles la realidad de la herencia recibida. Eso mismo hay que hacerlo para toda la ciudadanía. Dar un discurso detallando el destrozo dejado por el kirchnerismo para que la gente comprenda las medidas que hay que tomar.
Tercero, en vez de tomar deuda para tapar un agujero fiscal que crece, endeudarse para reestructurar el sector público y bajar el gasto. El crédito se paga solo con solo una parte del ahorro del gasto.
Cuarto, bajar impuestos para atraer inversiones y devolverle poder de compra a la gente.
En ese contexto de política económica bajar la tasa de interés y dejar flotar libremente el tipo de cambio.
Una combinación de un plan económico que cierre, un economista que sepa comunicar y comprenda el funcionamiento completo de la economía es la clave frente a este disloque de ministerios del área económica.
Macri está cometiendo el mismo error que cometió De la Rúa. Pretende resolver un serio problema fiscal con políticas progresistas que agudizan el problema fiscal y agravan la situación social por el aumento de la desocupación. Esperemos que recapacite a tiempo y no pretenda apagar el fuego con nafta, es decir, solucionar los problemas dejados por el progresismo populista del kircherismo con más progresismo populista.
Fuente: Economía para Todos