Soy técnico del INTA Corral de Bustos. Las chinches desde siempre han sido plagas de gran importancia en cultivos agrícolas en nuestro país, especialmente en soja. La proliferación de estos insectos debido a la gran expansión cultivada de la leguminosa en todo Sudamérica ha generalizado su presencia no solo en soja, sino también que la ha llevado a incursionar en gramíneas como trigo y maíz.
Particularmente esta campaña, las condiciones climáticas potenciaron la ya
gran cantidad de poblaciones remanentes de la última cosecha gruesa. Con
situaciones dispares respecto de su presencia en los lotes, pero siempre
presente con casos donde se observaron hasta 20 chinches verdes por metro
cuadrado en lotes de trigo en estado desde floración hasta llenado de granos.
Desde macollaje empezamos a recomendar monitorear los lotes, situación que
veníamos previendo ante el alto índice de supervivencia de adultos de chinche
verde en todos lados y especialmente en los lugares habituales de refugio, como
lo son los rastrojos y lotes enmalezados.
Cuando la plaga ha estado conviviendo en el cultivo de trigo desde macollaje y
en abundantes poblaciones, los principales efectos son de plantas achaparradas y
mucho quemado de punta de hojas, con severo impacto en el potencial de
producción.
La presencia de chinches con anterioridad a la espigazón en trigo produce
daños que pueden verse reflejados por agujeros en hojas y puntas secas o
quemadas, pero este invierno empezamos a ver muchas hojas banderas afectadas,
con la consecuencia de la disminución del aporte de asimilados a la espiga.
Pero el daño más común de esta campaña y debido a las altas intensidades de chinches en los lotes fueron encontrarnos con espigas blancas totales o por partes, ya que el síntoma observado se detecta en el lugar donde la chinche picó y se puede confundir con otros factores como fusarium o frío. Este síntoma encontrado es la consecuencia del mayor daño que pueden producir estos hemípteros en los trigos y es debido a que se encuentran en estado de espiga embuchada donde las chinches introducen su estilete y saliva en el raquis de la espiga cortando el tránsito hacia los granos.
En ataques posteriores como en etapa de formación de grano y llenado, las
picaduras causan deterioros de diferente magnitud en función de la especie y el
grado de infestación, lo que puede dejar como resultado desde una disminución
del peso de mil granos hasta alguna alteración de la calidad panadera.
Para su monitoreo recomendamos el uso del paño vertical, teniendo en cuenta que las borduras y cabeceras son las que al inicio de la colonización poseen mayor cantidad de chinches adultas, además de considerar el horario de muestreo recordando que estas se mueven en la planta de acuerdo al gradiente térmico, donde es más sencillo visualizarlas en la parte superior del cultivo en horarios que no sean topes de temperaturas.
Según trabajos del INTA existe una disminución significativa de rendimiento, desde un 15% a partir de 5 a 8 chinches por metro cuadrado en etapa de espigazón lo que indicaría 1,5 chinches por metro lineal en trigos sembrados a 20 centímetros entre hileras.
La toma de decisión más recomendada para el control de chinche verde en el cultivo de trigo, toma en cuenta un umbral de acción de 2 a 3 chinches/m2.