Sin embargo, la relación con el líder del Frente Renovador no es la misma para Mauricio Macri que para María Eugenia Vidal. La gobernadora lo frecuenta (la última reunión entre ellos fue en la tarde del jueves último), mientras que el Presidente prefiere que la relación con Massa se formalice a través de terceros. Macri entrevé la especulación electoral del ex alcalde de Tigre y no soporta los zigzagueos que eso provoca en las decisiones de Massa. En cambio, Vidal estima, más que nada, el aporte del massismo a la gobernabilidad de la provincia.
Vale la pena poner el haz de luz en esa provincia, que es el principal
problema político del país y el océano electoral que puede hundir o ungir a los
principales dirigentes políticos. En el conurbano bonaerense, donde vive el 25
por ciento de la población nacional, arrasa el criminal apogeo de la
inseguridad, habitan los más grandes núcleos de pobreza y los problemas tienen
siempre un tamaño homérico comparados con los del resto del país. Los presagios
sobre sublevaciones sociales, sobre todo en diciembre, siempre tienen como
epicentro el conurbano.
¿Será así este diciembre, cuando después de 15 años gobierna un presidente no
peronista? "No creo, responde Vidal. La gente está mejor ahora que en junio, que
es cuando se empezó a hablar de levantamientos sociales", agrega. Los
intendentes peronistas le juraron que ellos no quieren verse consumidos por el
fuego de eventuales sublevaciones. Hay excepciones: el de Avellaneda, Jorge
Ferraresi, y el de Moreno, Walter Festa, dos kirchneristas acérrimos que podrían
alentar los reclamos sociales. También se detectaron embrionarias gestiones en
el mismo sentido de minúsculos movimientos sociales que igualmente responden al
kirchnerismo. Vidal parece tranquila, pero la calma es relativa. "Aquí nunca se
sabe. Hay sorpresas todos los días", explica.
¿Es inviable la provincia de Buenos Aires? La gobernadora demora la
respuesta. Dice finalmente: "Sí, en las actuales condiciones". Lo mismo,
exactamente, habían dicho dos dirigentes peronistas por esos días en
conversaciones reservadas. Usaron la misma palabra: inviable. Las actuales
condiciones que menciona Vidal son el reparto de los fondos federales, que los
gobiernos nacionales fueron sacando a la provincia más grande del país.
Veamos un ejemplo, aunque no es el único. El Fondo del Conurbano se creó porque
a Buenos Aires migró gran parte del interior del país y recibió también mucha
inmigración de países limítrofes. Una ley de 1992 dispuso que se alimentaría con
el 10% de la recaudación del impuesto a las ganancias. Cuatro años después, el
gobierno de Menem lo limitó: le puso un tope de 650 millones de pesos/dólares de
aquel momento. El excedente de recursos sobre ese tope debía ser repartido entre
las otras provincias.
El proceso inflacionario que se inició en 2003 licuó el límite máximo de 650 millones de pesos. En 2015, en lugar del 10% de Ganancias sólo recibió el 0,2%, que representó el 1,3% del monto total del Fondo del Conurbano. Según un ensayo de Orlando Ferreres, si se respetara en 2016 el 10% de ese impuesto que se le otorgó inicialmente, los recursos que podría recibir la provincia de Buenos Aires por el Fondo del Conurbano serían de 51 mil millones de pesos, 78 veces más que lo que le dio el gobierno anterior.
Sin embargo, Vidal es sincera cuando anticipa que no podrá pagar el bono de fin de año acordado por el gobierno nacional con empresarios y sindicatos. "Necesitaríamos unos 10 mil millones de pesos que no están en el presupuesto y que no los tenemos", explica. "Los gremios no lo han pedido", añade con un gesto de duda. No lo han pedido hasta ahora. Pero ¿es posible imaginar que esa actitud pasiva continuará si el bono se extendiera por todo el sector público y también por el privado? Nadie puede imaginar eso.
Los delincuentes matan a inocentes en el conurbano como quien tira al blanco. La gobernadora sabe que la gran asignatura pendiente de la política bonaerense es, precisamente, el satelital aumento de la inseguridad. La oposición (y algunos aliados también) la acusa de haber consentido una continuidad de la policía bonaerense de Daniel Scioli. "Sigue mandando Granados", dice un peronista que no lo quiere a Scioli. Granados, caudillo peronista de Ezeiza, fue el último ministro de Seguridad de Scioli. Vidal responde que se equivocan, que ella sólo ha comenzado la revisión de las fuerzas de seguridad cuando relevó a la cúpula del Servicio Penitenciario. Aunque no lo dice, parece deslizar que lo mismo podría suceder con la conducción de la policía, en manos del comisario Pablo Bressi, antiguo jefe de la división de la lucha contra el narcotráfico en tiempos de Granados y Scioli. Bressi le valió el único enfrentamiento que tuvo con Elisa Carrió, que impugnó frontalmente al jefe policial.
"Me pondré la campaña al hombro", asegura con la vista puesta en las elecciones del próximo año. El oficialismo no tiene candidatos aún. ¿Y Margarita Stolbizer? "Primero tiene que estar adentro y no lo está. Sería una falta de respeto hablar de la candidatura de una persona que no está en la coalición". Pero Vidal conversa asiduamente con Stolbizer. Margarita también está cerca de Massa. Ya anticipó que lo único que sabe es que no irá sola a las elecciones del próximo año. Massa ya le ofreció un lugar en su boleta. El Gobierno, todavía no.
Vidal es la persona pública más popular del país, pero ella no puede ser candidata en su propio distrito. Su mandato de gobernadora concluirá sólo en 2019. Carrió dice que no tiene ganas de hacer campaña en la infinita geografía bonaerense, sobre todo después de su último problema de salud. Sospecha también que el Gobierno no la quiere como candidata bonaerense. Le teme a su derrota y le teme a su victoria.
El Gobierno no necesitaría mucho si, como indican fuentes seguras, Cristina Kirchner fuera candidata a diputada nacional por la provincia, siempre, claro está, que un juez no decida antes ponerla entre rejas. La candidatura de la ex presidenta fragmentaría aún más al peronismo. El ex ministro del Interior Florencio Randazzo, que es el candidato preferido por los intendentes peronistas, puso algunas condiciones. Debería realizarse un congreso del Partido Justicialista bonaerense para abrirles las puertas de las elecciones primarias a todos los candidatos, incluidos Massa y Cristina. Podrían participar el propio Randazzo y Scioli. Es probable que ni Massa ni Cristina quieran competir en esas elecciones. En tal caso, no podrán decir luego que representan al peronismo. Randazzo está más cerca de ser candidato que de no serlo.
Entretanto, el problema de Vidal es la gobernabilidad. Hasta ahora logró garantizarla con el apoyo del massista Jorge Sarghini, presidente de la Cámara de Diputados bonaerense. Vidal valora a Sarghini, pero éste cree que a veces el macrismo se deja llevar por lo que le conviene electoralmente, que es el kirchnerismo, y desprecia la gobernabilidad, que se la asegura el massismo. Sarghini podría irse del cargo a fin de año, cuando todavía tiene mandato para un año más. Está cansado de que el gobierno de Vidal, que es la que mejor se lleva con el massismo, lo subestime en favor del kirchnerismo. De esas cosas, precisamente, hablan Vidal y Massa. Nada es definitivo entre ellos. Las treguas y las peleas son siempre efímeras, frágiles, inestables.