Un trabajo difundido por el Observatorio Electoral da cuenta de que el presidente argentino ocupa el segundo puesto en un ranking de mandatarios de América del Sur, medidos en función de la aprobación de su gestión, según las encuestas. El gobierno encabezado por Macri tiene un nivel de adhesión del 49%, algo menos que el del peruano Pedro Kuczynski, que alcanza el 55%, y más que el boliviano Evo Morales (46%), Rafael Correa (40%), el colombiano Juan Manuel Santos (29%), el uruguayo Tabaré Vázquez (28%), la chilena Michelle Bachelet (23%) y el venezolano Nicolás Maduro (19%).
Hay en el aval al gobierno de Macri una percepción apuntalada mucho más en el
futuro de la Argentina que en el duro presente. Las expectativas siguen siendo
elevadas y la mayoría de los argentinos percibe que dentro de un año estará
mejor que en la actualidad. Al mismo tiempo, la capacidad del Gobierno para
desbaratar el paro general con el que amenazó en su momento la CGT y el diálogo
iniciado no sólo con empresarios y sindicalistas, sino también, por cuerda
separada, con organizaciones sociales piqueteras, ha generado una dosis de
confianza en la gobernabilidad en sectores económicos, más allá de los temores
de que se sigan alimentando el populismo y un asistencialismo que hace que cada
vez más argentinos vivan directa o indirectamente del Estado.
Paradójicamente, mientras la situación social tiende a calmarse, el oficialismo
protagonizó una semana negra en el Congreso de la Nación. Primero vinieron los
cuestionamientos de Elisa Carrió al proyecto oficial de reforma del Ministerio
Público, que se proponía terminar con la carrera de Alejandra Gils Carbó como
procuradora general vitalicia, y que obligaron a declarar muerta la iniciativa e
idear una nueva y compleja estrategia para promover el juicio político de la
funcionaria kirchnerista que comanda a los fiscales. Más tarde vino el rechazo
del proyecto de ley de participación público-privada en las obras públicas por
parte del bloque de diputados nacionales liderado por Sergio Massa, que sumado a
la oposición del Frente para la Victoria obligó a que la proyectada norma
volviese a comisión. Seguidamente se produjo un acuerdo de bloques opositores
para emitir dictamen sobre un proyecto de ley de emergencia social, que tendría
un costo fiscal de 150 millones de pesos, no contemplados en el presupuesto.
Con todo, ayuda al Gobierno un extraño equilibrio, derivado paradójicamente
de las críticas que le llegan desde ambos lados del arco ideológico. Desde el
kirchnerismo y la izquierda se acusa a Macri de ser un insensible, preocupado
sólo por los ricos, pero desde sectores promercado se le atribuye a su gobierno
un escaso compromiso con la baja del gasto público y el hecho de que hoy existan
más beneficiarios de planes sociales que durante la era kirchnerista.
Los cuestionamientos vinculados con los supuestos procederes del gobierno
macrista hacia el Poder Judicial también dividen las aguas. Mientras desde el
kirchnerismo se acusa al oficialismo de perseguir judicialmente a Cristina
Kirchner, otras figuras políticas le endilgan presiones sobre los jueces para
que levanten el pie del acelerador con el fin de que la ex presidenta no tenga
problemas para ser en 2017 candidata a un cargo electivo y aportar así su
granito de arena para dividir al peronismo.