Las tormentas fuertes son las peores pesadillas de un piloto. El granizo y la lluvia en grandes cantidades asociado a tormentas extremas pueden dañar gravemente los aviones, especialmente los parabrisas y las aspas de las turbinas de los motores de reacción. Los peligros pueden ser mortales por lo que cual los pilotos hacen todo lo posible para evitarlas. A veces obligan a los aviones a hacer grandes vueltas a su alrededor e impiden despegar y/o aterrizar.
Sin embargo, cuando la situación se presenta de manera inevitable, no queda otra alternativa que afrontarla.
A diferencia de los aviones, que ante un pronóstico desfavorable pueden optar por no despegar, el tambo no tiene alternativa. Esta parece haber sido la situación por la cual acaban de atravesar los tamberos en general y los neozelandeses en particular. En este momento me encuentro trabajando en la “Arabia Saudita de la leche” y viviendo por dentro las lecciones que está dejando esta coyuntura.
Es sabido la importancia que tiene Nueva Zelanda en el mercado mundial como quinto productor de leche fluida y cómodamente ubicado en el primer lugar como exportador de leche en polvo entera (LPE). El sector vivió un auge extraordinario luego de las desregularizaciones de fines de los años ´90, especialmente la isla sur donde muchos campos tradicionalmente ovinos pasaron a transformarse en tambos. Sumado a esto, a mediados de los 2000 y de la mano del crecimiento de Asia, los precios internacionales comenzaron a ubicarse en valores históricos llegando a cotizar 5.250 u$s/tn LPE a comienzos de 2013.
Esto generó masivas inversiones, crecimiento y optimismo, todo de la mano del sector financiero dispuesto a financiar compra de campos e infraestructura. A su vez se empezó a impulsar el uso de suplementos en la dieta para lograr mayor producción por cabeza y por hectárea. Todos los números cerraban perfectamente, el vuelo venía siendo muy placentero.
Sin embargo diversos factores atentaron contra el mercado y en los primeros seis meses de 2014 la LPE cayó a la mitad de su valor. El gran aumento de la oferta mundial, la liberación de las cuotas en Europa, el bloqueo Ruso a las importaciones europeas, el desplome del petróleo, el fortalecimiento del dólar y los abultados stocks en China lograron desplomar las cotizaciones de todos los lácteos. En Agosto de 2015 se tocó el piso de 1590 u$s/tn LPE. El avión ya estaba en plena tormenta.
De esta forma no quedó alternativa que repensar los sistemas productivos, maximizar la eficiencia y volver a las bases de los sistemas pastoriles: el manejo del pasto hace a la rentabilidad del tambo. Desde organismos como DairyNZ (financiado por los productores y pioneros en I&D) se comenzó a promover nuevamente el manejo del pasto bajo el lema “Pasture First” (la pastura primero). Como cualquier solución a un problema, lo primero comienza por medir. Así es que las recomendaciones giran en torno a saber cuánto es el crecimiento potencial del pasto y cuanto están comiendo las vacas por día. La situación actual no permite el lujo de alimentar con suplementos cuando quizás hay una sobreoferta de pasturas en el campo. Es sabido que al suplementar (aquí se utiliza el expeller de palma, derivado de la industria aceitera de Malasia e Indonesia, junto con granos como cebada proveniente de Australia) se genera un efecto sustitución e inevitablemente el animal come menos pasturas.
En primavera, cuando la oferta de pasto es abundante, puede llevar a dejar residuales post pastoreo muy grandes que van a afectar el crecimiento y la calidad futura del pasto. Por eso el hincapié se hace en dejar residuales de 1500 kg MS/ha durante la primavera y entrar al lote con no más de 3000 kg MS/ha (mas allá de eso la pastura comienza a perder calidad). Si rutinariamente se va midiendo la MS de la pastura y respetando esos parámetros, el productor se dará cuenta si es realmente necesario suplementar. Sumado a esto, y si el clima genera sobreoferta de pasturas, hay que revisar las bases teóricas para el buen armado de silajes. De esta forma, lo que no comen las vacas, se guarda para el futuro sin detener el esquema de consumo/corte de pasto.
Una investigación reciente llevada adelante por DairyNZ revela que con un precio de tranquera de NZ$ 7/kg sólidos (el que había en los momentos de bonanza) el 85% de la ganancia operativa venia de la pastura, 10% de la fertilización de nitrógeno y 5% de los suplementos. Intuitivamente, es más importante focalizarse en algo que contribuye al 85% de la ganancia antes que en algo que apenas aporta el 5%. En el momento de NZ$ 4/kg sólidos, el uso de nitrógeno aumenta la ganancia operativa en solo un 2% y el uso de suplementos genera pérdidas. Quizás su uso puede servir como un apoyo para alimentar las vacas secas en otoño pero no para aumentar la producción cuando el precio en tranquera ronda los NZ$ 4/kg sólidos.
El norte que se persigue es básico: el objetivo del tambo no es producir leche. El objetivo es ganar plata. Punto. El kilo de MS de pasto puede girar en torno a los 10 centavos de NZD ($1 argentino) cuando el expeller de palma importado ronda los 30c/kg MS (unos $3 argentinos). Para esto hay que apuntar a una producción promedio de 15 t MS/ha/año con raygrasses perennes que duran entre 8 y 10 años. Así como hace unos años la suplementación era la panacea productiva, hoy el bolsillo obliga a dejarla atrás. Pensando el sistema como un todo, la producción va a ser menor pero al final de la campaña el resultado va a ser positivo.
En este sentido también tomó mucha fuerza la inseminación con razas de carne, especialmente Hereford. Aquí se juntaron muchos factores. No solo no ha habido entusiasmo por ver crecer al rodeo, sino que muchos buscaron deliberadamente disminuirlo. Por otro lado el valor del ternero Hereford (ya sea criado o apenas calostrado) subió a picos históricos y muchos tamberos optaron por tener un ingreso adicional por este camino. Hay que tener en cuenta que los indicadores de eficiencia reproductiva que aquí se manejan están muy por encima de los de Argentina y aun utilizando semen Hereford el stock de vaquillonas de reposición no se ve muy perjudicado.
En Nueva Zelanda el sector financiero ocupa un rol preponderante, por lo que en estos años malos el objetivo del farmer fue ganar lo suficiente para poder pagar los intereses. El banco funciona como un buen socio y se va renovando el capital infinitamente. Pero todo buen socio se convierte fácilmente en enemigo cuando los intereses no se pagan en tiempo y forma. El sector en general comenzó a estudiar el potencial futuro de la lechería dado que la deuda de los productores promedia el 40% del capital y si los pronósticos son negativos y los valores de los campos comienzan a caer el riesgo para los bancos se incrementa fuertemente.
Pero en un vuelo en plena tormenta no solo juega un rol fundamental el piloto sino también el avión que lo respalda. Y aquí comienzan los puntos donde el país oceánico se destaca del resto y es un ejemplo de competitividad. Con solo frenar un minuto en la ruta y observar los alrededores se pueden ver rutas rurales asfaltadas y en perfectas condiciones, redes de media tensión, canales de agua de riego con sistemas de compuertas computarizadas, sistema de riegos de todo tipo (pivote, aspersores, etc), casas rurales de primera calidad para los trabajadores. Toda la infraestructura puesta a disposición del productor para bajar costos y producir eficientemente.
Un párrafo aparte merece la cooperativa Fonterra de la cual el 85% de los tambos son socios. Para el año comercial cerrado en Julio se reportaron ganancias luego de impuestos por NZ$ 834 millones (u$s 592 millones), un 65% por encima del año pasado. Aun en medio de un escenario de precios bajos y demanda desinflada, la cooperativa logró inclinar la balanza a productos de mayor valor agregado. Como dato de color, el 48% de las pizzas que se venden en China tienen mozzarela producida por Fonterra.
Recordemos que cada socio de la cooperativa tiene como cantidad de acciones los kg de sólidos que produce, por lo que los buenos resultados de la empresa van a permitir repartir 40 centavos/kg de sólidos en dividendos. Esto se va a sumar al pronóstico actual de Fonterra de NZ$ 5,25 kg/sólidos para la campaña 2016/17, precio que ya supera el costo promedio de los tambos kiwis. La campaña pasada el precio apenas alcanzó los NZ$ 3,5 kg/sólidos, generando quebrantos importantes. Afortunadamente desde el mes de agosto los precios internacionales de los lácteos vienen mostrando una mejora significativa, con subas acumuladas de 38% en los últimos seis meses.
Queda en evidencia que en estos últimos dos años los farmers desarrollaron una disciplina para reducir sus costos y maximizar el uso de pasturas. Con la mejora del contexto es hora de capitalizar lo aprendido para generar la caja suficiente y poder afrontar las deudas contraídas. Lo peor de la tormenta parece haber quedado atrás, pero seguramente el piloto no se va a olvidar de las maniobras realizadas para superarla…
Por Pablo Fraga, Licenciado en Economía, Universidad Nacional de Rosario