Argentina es pionera en adopción del sistema de siembra directa y, poco a poco, las virtudes de este sistema se contagian a otros países. Uno de ellos es Brasil, donde desde 2013 funciona la primer regional internacional Lavras do Sul, en el centro sur del Estado de Río Grande do Sul.
Todo empezó con la motivación del productor brasileño Gerson Herter, quien en 2008 se interesó por el accionar de Aapresid, asistiendo a jornadas e intercambiando conocimiento con productores argentinos. En esta interacción, el productor encontró que la siembra directa era un solución de manejo y tecnológica clave para otro como él de esa ondulada de Brasil.
Lavras do Sul es una territorio que se mete entre Uruguay y Argentina (está a
500 kilómetros al este de Mercedes, Corrientes, y a 400 kilómetros al norte de
Tacuarembó, Uruguay).
Allí, la producción es mixta y la agricultura es de invierno (pasturas y verdeos) porque las lluvias se concentran en ese momento del año. Además, en menor escala, se siembra soja y arroz.
Uno de los productores tentados por Herter, para iniciar la regional Lavras do Sul y llevar adelante una producción en siembra directa, fue Murilo Teixeira Gonçalves, quinta generación de productores agropecuarios de esa zona.
“Cuando muchos investigadores no creían en el potencial agropecuario de esta región, Aapresid nos enseñó que la agricultura no tiene límites”, reconoce Teixeira en diálogo con Clarín Rural. El es uno de los referentes de este grupo y quien, desde hace cinco años, encontró en la metodología de la entidad argentina la posibilidad para seguir capacitándose.
Para este grupo de productores brasileros, las buenas prácticas agrícolas
representan un modelo de desarrollo sustentable y equilibrado. En esta fisolofía
de trabajo y la formación de este grupo está el valor más importante que tienen,
además de la posibilidad de intercambiar experiencias productivas y encontrar
soluciones a través de la innovación, contó.
Para los Teixeira, adaptarse a los principios básicos de las buenas prácticas fue una tarea sencilla.
“Nuestra empresa siempre tuvo conciencia del cuidado del ambiente. Por entonces, se buscaba frenar la degradación de los suelos que ocurría en algunos momentos del año, así como también recuperar los bajos niveles de nutrientes y detener la proliferación de malezas duras”, explicó el productor, en refencia a las acciones que hacían en su estancia Cerro de Oro.
Desde los inicios de este grupo comenzaron a trabajar con importantes investigadores brasileños como Dirceu Gassen y Elmar Luiz Floss, a su vez que en los congresos de Aarpesid a los que venían en Argentina conocieron a referentes técnicos como Rodolfo Gil, Jorge Romagnoli y Víctor Trucco.
Con todos ellos comenzó una sinergia fundamental para el desarrollo de una
agricultura sustentable y competitiva.
Teixeira comenzó firme a practicar la la rotación de cultivos y la siembra directa, la agricultura de precisión y la gestión para la certificación de la producción.
“La clave es aumentar la biodiversidad agrícola para impedir la selección de malezas, plagas y enfermedades resistentes a las moléculas más utilizadas”, reconoció.
De esta forma, en las rotaciones de Cerro de Oro hubo más lugar para otras gramíneas, además del arroz.
Así, en verano siembran soja, que domina la superficie, pero también se incorporó el maíz y sorgo forrajero. En invierno se siembra con avena, raigrás y trigo, que les ayuda a mantener estructura de suelo, fertilidad, y consumir agua en la época del año que más llueve, detalló Teixeira.
En general, los productores de la región determinan la fertilización teniendo en cuenta la estructura física del suelo. Los que no tienen un gran predominancia de arena, fertilizan en el momento de la implantación del cultivo de verano. En tanto que los suelos que tienen un porcentaje de arena mayor, son fertilizados durante el invierno porque el cultivo de cobertura contribuye con la fijación de nutrientes, garantizando disponibilidad de los mismos. Los nutrientes principales que se incorporan son nitrógeno, fosforo y potasio, y, dependiendo del manejo del productor, también azufre y calcio.
De esta forma, se puede potenciar los rendimientos y conseguir plantíos de soja de 3.000 kilos por hectárea, maizales de 5.000 kilos y trigales de 40 quintales.
“Todavía estamos lejos de techo de producción a los aspiramos y ya que no logramos el equilibrio de la fertilidad del suelo, cada año estamos en la búsqueda de nuevas tecnologías para ayudar a este proceso de búsqueda de potencial”, comentó el productor.
En este proceso de intesificar la aplicación de tecnología también está la gestión de los procesos como la práctica de la siembra directa, la agricultura de precisión, el tráfico controlado de maquinarias por el lote, la gestión integrada de plagas y enfermedades, la pulverización de precisión y las biotecnologías.
Sobre esto último, Teixeira hizo una mención destacada. “Las biotecnologías revolucionaron la forma de producir en esta zona. Es uno de los pilares de nuestra empresa y de los manejos agronómicos que tiene el grupo porque, además, destina menor uso de productos químicos y también se facilitan los procesos en una zona que tiene sus particulares”, dijo Teixeira. Y advirtió: “Tenemos que manejarbien la biotecnología, hacer una adopción racional y cuidarla, para no repetir errores del pasado que llevaron a reducir su poder de acción”.
Rita Mariza Brenner Teixeira Gonçalves es la madre de Murilo y quien está a
cargo de la dirección técnica y financiera de establecimiento. Ella coordina la
gestión de ganadería, actividad en la cual hacen ciclo completo y cuentan con
una media de 2.500 animales raza Braford y Hereford.
La productora brinda los detalles de esta producción de punta. “El servicio lo hacemos a los 24 meses y el destete de las vacas de primer parto (26 por ciento del rodeo) se hace después de los sesenta días con la administración de suplementos proteicos. Los terneros son destetados a los cinco meses en campos nativos, y el primer invierno lo pasan en pastura anual”, explicó Mariza Brenner.
El manejo sigue y en la primavera-verano, en los campos naturales, tienen una carga carga de animales, de 0,7 cabezas por hectárea, con el fin de aprovechar la explosión de de forraje, en cambio, esa carga dismunuye 0,4 en los campos nativos y en la misma época del año.
Por su parte, en el invierno la historia es otra. En esos casos, en los verdeos toleran cargas de 1,7 animales por hectárea.
Al analizar el futuro, los Teixeira se enorgullecen de los cambios productivos y de que se sienten en la senda correcta. En cambio, cuando hablan del contexto plantean la necesidad de una política de incentivos para la agricultura y la ganadería. Reclaman la falta de inversión en logística, infraestructura e investigación, como también en la llegada de mayores líneas de crédito para los productores.
Por Juan I. Martínez Dodda