Nos hemos acostumbrado a comparar la actividad ganadera Argentina, basada en
modelos pastoriles, con países como Australia y Nueva Zelanda justificados en la
similitud climática y de sistemas de manejo. Aprendimos a ser productores de
pasto, antes que productores de carne o leche, y mucho avanzamos en el
desarrollo de modelos adaptados a la situación de nuestro país.
Con la ampliación de la frontera ganadera ocurrida durante la última década,
debemos desarrollar nuevos aprendizajes y encontramos nuevas regiones del mundo
con problemáticas similares, y de cuya interacción y sinergia seguramente surjan
soluciones.
Con este objetivo, durante el mes de junio pasado, hemos visitado Instituciones y Universidades de los estados de Texas, Oklahoma, Missouri y Georgia de Estados Unidos, en zonas de climas extremos.
En Texas hay veranos extremos, tanto en altas temperaturas como en déficit hídrico, que generan la muerte de plantas de especies forrajeras perennes, y que por este motivo se comportan como anuales. Los sistemas pastoriles sólo son posibles bajo el manejo de recursos anuales , verdeos de invierno, que determinan la necesidad de siembras todos los años, un mayor costo de implantación y mayor riesgo.
En la Argentina podemos encontrar problemas similares en una amplia zona en
el Oeste de Buenos Aires, La Pampa, San Luis y oeste de Córdoba donde los
veranos afectan la persistencia de pasturas. La fundación Samuel Robert Nobel
está trabajando en el desarrollo de variedades forrajeras tolerantes a esta
situación. Bajo el manejo de su latencia estival, factor que permite que las
plantas no sean afectadas por estas condiciones extremas, y que su rebrote
durante el otoño logre la persistencia buscada y evite las siembras de verdeos
que se realizan todos los años.
Estos trabajos de mejoramiento genético se han realizado en forma conjunta con
la empresa argentina Gentos y Grasslanz (NZ) e incluye diferentes gramíneas
forrajeras. El primer cultivar de la especie Festuca alta está en proceso de ser
registrado en ambos países.
Georgia al rojo vivo
Llegamos a los climas calientes, en la frontera entre el uso de pasturas templadas y subtropicales. Donde la limitante no es hídrica durante el verano, sino sus altas temperaturas, que determinan que las especies forrajeras templadas colapsan y no logran la persistencia necesaria para una buena amortización del recurso. Manejan las mismas especies forrajeras templadas que nuestro país, alfalfa, tréboles, festucas, pasto ovillo, phalaris. Pero se mantienen productivas por un corto período de tiempo, 2 a 3 años. El gran objetivo de la Universidad de Georgia es agregar perennidad.
En la Argentina encontramos ambientes similares en el norte de Entre Ríos y Santa Fe y Corrientes.
Gran parte del germoplasma desarrollado por la Universidad de Georgia comenzó a ser evaluado en nuestro país durante los últimos años. Su comportamiento está demostrando buenos niveles de adaptación. A partir del 2017 se incrementará el número de especies con la finalidad de ofrecer a estas zonas cultivares más adaptados.