En la Argentina, la alimentación es un problema grave para muchos chicos y adolescentes que viven en las zonas urbanas. Tanto es así que, en el último trimestre de 2015, uno de cada cinco tuvo que disminuir el consumo de alimentos en cantidad y calidad debido a problemas económicos en sus hogares, mientras que el 7,7% de la población menor de 17 años experimentó situaciones de hambre en los últimos doce meses previos a ser consultados, según el relevamiento "Infancias con derechos postergados", que hizo el Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina (UCA).
El informe, que monitoreó el estado de situación del desarrollo humano y social de la infancia de 2010 a 2015, en 20 ciudades con más de 80.000 habitantes de todo el país, será presentado hoy, a las 15, en el Auditorio Santa Cecilia, en el subsuelo del edificio San Alberto Magno de la UCA, en Alicia M. de Justo 1500.
"Estimamos que hay dos de cada 10 niños que están en vulnerabilidad y que están en situación de riesgo -dijo ayer a LA NACION Ianina Tuñón, coordinadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia-. Además, hay un 7,7% que está afectado de manera grave. Éstos son reportes de los padres, que reconocen que hay experiencias de hambre en los niños. Y en estos casos existe una alta correlación con la pobreza socioeconómica."
El indicador usado en el informe para medir las situaciones de riesgo es el de inseguridad alimentaria. Y, a su vez, ese concepto se divide en dos: la total, que según el informe padece un 19,5% de la población menor de 17 años, implica a aquellos en cuyos hogares se redujo la dieta de alimentos por problemas económicos; y la severa, que afecta al 7,7%, se refiere a aquellos que experimentaron hambre por falta de alimentos.
Si se toma en cuenta que la población infantil urbana en el país es de 11.000.000, según el informe la inseguridad alimentaria severa afecta a unos 847.000 niños y adolescentes, y la total, a unos 2.145.000.
"Son indicadores, no son datos objetivos, sino subjetivos. No se trata de datos nutricionales porque no se midió la masa corporal de los niños", explicó Tuñón, sobre la metodología del informe. Sólo en 2015 fueron relevados 4631 casos de chicos de hasta 17 años, a través de entrevistas con sus padres, madres o tutores.
En baja
Aunque la evolución de los dos indicadores se mantuvo estable entre 2010 y
2015, el informe registra una leve tendencia positiva, con una baja durante este
período del 2,3% en la inseguridad alimentaria total (del 21,9% en 2010 al 19,5%
en 2015), y del 3,1% en la severa (del 10,8% al 7,7%). La baja más marcada se da
entre los años 2010 y 2011, para luego estabilizarse. Para Tuñón, esa
disminución está relacionada con el "impacto positivo que tuvo la implementación
de la Asignación Universal por Hijo".
Más allá de esa leve tendencia general positiva, el relevamiento advierte que en el caso de los chicos de 0-4 años se registra una reversión de la tendencia en los últimos dos años. "Se trata de una particular vulnerabilidad a la pobreza por parte de los hogares con niños y niñas en la primera infancia y, en consecuencia, al acceso a los alimentos en cantidad y calidad -dice el informe-. Por lo general, se trata de hogares con adultos de referencia jóvenes cuya inserción ocupacional es más precaria e informal y que por la edad de los niños acceden en menor medida a la asistencia alimentaria directa a través de comedores y viandas escolares."
De esa manera, en el informe se destaca que la situación de inseguridad alimentaria está fuertemente asociada al estrato social de los hogares y las condiciones de las viviendas. "Los niños pertenecientes a estratos económico-ocupacionales de clase trabajadora marginal tenían en 2015 el 42% de probabilidad de experimentar situaciones de inseguridad alimentaria y el 16,6% en niveles severos", dice el informe.
Otro dato clave que revela el informe es que la cobertura alimentaria directa a través de comedores escolares y comunitarios alcanzaba en 2015 al 26,6% de la infancia y adolescencia urbana. Desde 2013, los servicios de comedores se incrementaron de forma constante.
En el capítulo introductorio, se menciona la importancia de la disponibilidad de mediciones válidas, fiables, representativas y periódicas para poder realizar los monitoreos. Y justamente se hace hincapié en que éste fue uno de los principales obstáculos en el país en los últimos años. Pone como ejemplo la imposibilidad que existió para medir la nutrición: los últimos reportes datan de 2005.
Según el Barómetro, la situación de inseguridad alimentaria es el problema más urgente que enfrentan los chicos y adolescentes porque compromete el sostenimiento de la vida. "La vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria -sostiene-, que en sí misma representa una necesidad no satisfecha, dificulta el pleno ejercicio de otros derechos, como son gozar de buena salud, llevar una vida activa, educarse, jugar, participar de la vida cultural, entre otros."