Los sectores más afectados fueron aquellos que apuntan más al mercado interno, y que además son más dependientes del Estado, como fueron Comercio y Construcción.

Aun con la devaluación de fin del año pasado, tampoco hubo un impulso exportador, en parte por las pobres cosechas y por Brasil recesivo. No obstante, hubo aumentos en productos primarios (principalmente, ajo, gracias a precios más altos).

En vinos no tuvieron un buen comienzo las bodegas más vinculadas al mercado interno (vino en tetra), que además tuvieron un fuerte aumento en los costos de su materia prima (cosecha muy mala en el Este mendocino). Para los exportadores, ha sido variado, con menores ventas a EEUU y a Brasil. Pero se han beneficiado con un dólar más caro, sin caída de precios, y su uva no tuvo tan mala cosecha.

Por el lado público, luego del fuerte déficit fiscal heredado, ha habido ajuste, no por el lado de mayores ingresos, sino vía gastos, que han aumentado menos que la inflación (especialmente en personal).

Resumiendo, el mercado interno y el sector público se han contraído, y el sector vinculado al sector externo no ha podido aprovechar a pleno la devaluación, debido a una pobre cosecha, como sí lo pudieron hacer en la región pampeana.

Las perspectivas están vinculadas al cambio de timón en la política económica nacional que sería más expansiva, con más fondos públicos para provincias. Como el dólar se mantendría barato, Mendoza se vería más afectada por ser más “dólar – dependiente” y menos “fondos públicos - dependiente”. Es decir, si la economía nacional se recupera, Mendoza podría hacerlo a un ritmo menor.