El tiempo ha mejorado en la zona agrícola argentina, ciertamente. Pero no tanto como se necesita. El sol se hace rogar.
De hecho, ayer hubo garúas en distintas partes.
La trilla de maíz sigue demorada. A ello, se suman los problemas logísticos. Los inconvenientes para llegar a las fábricas y puertos continúan.
El retraso produce pérdidas cuantiosas sobre los negocios de los exportadores.
De acuerdo a la BCR, en las primeras tres semanas de este mes se embarcaron tan sólo 1,30 millones de toneladas de maíz. Falta embarcar cerca de 3 millones de toneladas, algo que llevará casi un mes.
En este cuadro, la mercadería -tanto el maíz como la soja- no accede a cumplir fluidamente con la demanda interna.
De esta forma, al mirar los precios se nota una suerte de divorcio entre la situación internacional y la local.
La plaza local ha logrado hasta la fecha eludir la acentuada volatilidad de la Bolsa de Chicago a consecuencia del mercado climático y la acción de los fondos; y simultáneamente, no ha quedado sometida tan fuertemente a la tendencia a la suba de dólar en el mundo sobre todo respecto a la libra, el euro y el yuan.
Los precios de la soja y del maíz en el mercado físico local se mantienen firmes. Aunque con bajas, los valores no responden estrictamente al cuadro mundial.
Hoy, en el disponible en Rosario la soja –con descarga- giró en torno $ 4.100. En tanto que el maíz lo hizo alrededor de $ 2.750 por tonelada.
Mirando un poco más lejos, es previsible que, de mediar el tiempo bueno en EE.UU. como hasta la fecha, los precios internacionales continúen en baja.
Para el maíz, la evolución es altamente favorable. Pero, para la soja todavía falta tiempo para que los chacareros norteamericanos canten victoria. El período de llenado de granos recién se realiza en agosto. Y si no llueve, los del sur se beneficiarán…
Por ahora todo revela que la campaña norteamericana será exitosa. Sin embargo, no está definida totalmente.
Recién para septiembre, sabremos la verdad.