La explicación de un integrante del Gobierno comprueba que el macrismo también construye su relato, aunque no tenga la épica kirchnerista.
La proyección de los datos que maneja el presidente Mauricio Macri para la
mitad del año que se inicia hoy son más modestos que los originales. El objetivo
central es lograr una inflación mensual de menos de 2%. Macri no quedó muy
conforme con la cuenta que hizo Alfonso Prat-Gay cuando en Estados Unidos habló
la semana pasada de una inflación anual de 42%. "Me explicó que fue de mayo a
mayo", comentó después en Olivos.
El ministro metió el dedo en la llaga justo en el momento en el que el Gobierno reactualizaba su vieja idea de que los precios crecerán un 25%, con el argumento de que en realidad se va a lograr ese índice, pero en marzo próximo, con un trimestre de retraso. "Fue una variación técnica, producto de que se desdobló la suba de tarifas", sostienen.
La otra meta es alcanzar un déficit de 4,8%, tal como se comprometió el
equipo económico. Sin embargo para algunos técnicos de Pro va a resultar
imposible llegar a esa cifra para este año, ya que la política estrictamente
fiscalista de los primeros meses debió dejar paso a medidas de carácter más
social en el segundo trimestre para aliviar en parte la fuerte demanda pública.
"Es un objetivo que se puede alcanzar el próximo año, lo importante es demostrar
que está bajando" analiza.
El presidente dice que el blanqueo que se aprobó anteanoche puede generar unos 35.000 millones de dólares, que sumados a los 15.000 millones de pesos mensuales en obra pública que están empezando a motorizar van a generar un flujo de dinero dinamizador. También hay muchas expectativas puestas en la reactivación del campo, que prometió un incremento de la cosecha de entre el 30 y el 40%.
Admite también que la "lluvia de dólares" que habían previsto en inversiones está demorada. Otra licencia discursiva, aunque en este caso en el Gobierno reconocen un exceso de ingenuidad que llevó a pensar una inmediata reacción de los hombres de negocios ante el cambio de administración. Por eso cierto enojo de Macri en sus mensajes a los empresarios, como cuando anteayer en ACDE les dijo que "no miren al Estado a ver qué les da".
"Espero que para fin de año se vea un flujo de inversiones consolidadas", expresa casi como un deseo el presidente, y completa con una síntesis de sus expectativas: "En el segundo semestre vamos a empezar a ver síntomas de reactivación. El crecimiento sostenido será para el próximo año". Es decir, Macri aspira a que en los próximos meses haya al menos indicios de que el país está saliendo de la recesión.
Pero más allá de las evaluaciones económicas, ingresar al segundo semestre implica para el Gobierno dejar atrás un período de turbulencias cuyos efectos le preocupaba mucho.
Un importante integrante del gabinete nacional lo describió con claridad: "Creemos que pasó lo peor, que salimos de la zona de riesgo. Se dejó de cuestionar la gobernabilidad. La bomba de tiempo que nos legó el kirchnerismo se desactivó. Ahora ya no tememos un estallido social como al principio. Pasamos por un desfiladero muy estrecho y no nos caímos. Estos primeros seis meses fueron de toma de control. Ahora tenemos que ver cómo construimos el Estado que queremos".
Para elaborar esa evaluación el Gobierno toma en cuenta tanto variables económicas como políticas. El problema es que las medidas económicas que generan un efecto positivo (salida del cepo, aumento del piso de Ganancias, ampliación de la Asignación Universal por Hijo) tienen un efecto más efímero en la percepción de la sociedad que las negativas (devaluación, aumento de tarifas, quita de subsidios).
Las políticas, en cambio, parecen operar al revés: los traspiés del Gobierno (la triple fuga; la ley antidespidos; la fallida reunión con el Papa; el decreto para nombrar a los jueces de la Corte Suprema) muchas veces lograron ser revertidas por sus logros (la recaptura de los hermanos Lanatta y Schillaci y la detención de Pérez Corradi; las mayorías obtenidas para votar en el Congreso el acuerdo con los holdouts y el blanqueo; la reinserción internacional). Curiosa paradoja para un Gobierno cargado de cuadros técnicos y escaso de operadores políticos.
En Olivos circula una encuesta según la cual el 80 % dice estar peor que hace un año; pero el 70 % pronostica que estará mejor en 2017. En el Gobierno atribuyen esa brecha al efecto que tendrá el segundo semestre. Desde hoy el relato dejará paso a la realidad.