Superado el default de 2001, el gobierno está esperanzado que a partir de
ahora se produzca un fuerte flujo de inversiones hacia la Argentina que actúe
como motor de crecimiento económico, sustituyendo al artificial incremento del
consumo que utilizó el kirchnerismo durante 12 años.
No es función del economista adivinar el futuro. No está en nuestras habilidades
conocer el futuro, solo podemos analizar las condiciones que imperan en la
economía para definir si la política económica es consistente o no y, en este
caso, si puede atraer inversiones o no.
Seguramente con la salida del default y sin tener a personajes como Moreno o Kicillof haciendo destrozos en las empresas con sus absurdas medidas, es probable que se pueda ver algo de inversiones. Porque es importante resaltar que si bien no coincido con varias de las ideas económicas del PRO, no puedo dejar de reconocer que sus funcionarios tienen el suficiente tino y conducta como para no hacer las barbaridades que hacían los k. Todo un avance respecto al negro período kirchnerista en la calidad de los funcionarios públicos.
El debate hacia el futuro es si con solo levantar el cepo vendrá un flujo de
inversiones lo suficientemente importante como para poner de pie la economía.
Hay algunos interrogantes que surgen como para dudar si con solo salir del cepo
habrá un tsunami de inversiones. En primer lugar, no me queda muy en claro que
con la actual política impositiva pueda haber grandes flujos de inversiones. Los
balances de las empresas siguen sin poder ajustarse por inflación y pagan una
enormidad de impuestos a las ganancias. Incluso se pagan impuestos sobre
utilidades inexistentes al no reconocerse el ajuste por inflación. La carga
impositiva, más la legislación laboral que ahora quieren complicar y el retraso
cambiario son algunos de los elementos que hacen dudar sobre el supuesto tsunami
de inversiones. La economía argentina sigue sin ser competitiva por la carga
tributaria, el ineficiente gasto público y las regulaciones económicas como la
laboral.
El segundo punto es si la idea es atraer inversiones para salir a competir en el mundo exportando o solo para abastecer el mercado interno. En este sentido el discurso del gobierno ha sido confuso. Por momentos Macri ha afirmado acertadamente que la economía argentina tiene muchas oportunidades para crecer exportando sus productos y por momentos tiene un discurso desarrollista y proteccionista afirmando que no entren productos para competir con los productores locales. Con este concepto proteccionista se está diciendo que no van a hacerse reformas estructurales que hagan competitiva a la economía argentina y, por lo tanto, la producción estaría, fundamentalmente, destinada al mercado interno.
Ahora bien, si la idea es invertir para solo abastecer el mercado interno y
solo exportar las sobras (los saldos y retazos como los llamó Domingo Cavallo en
los 80) no veo un flujo de inversiones muy grande para abastecer un mercado de
solo 41,5 millones habitantes de los cuales cerca del 30% son pobres y otra
parte indigente. ¿Qué tipo de inversiones se necesitan para abastecer un mercado
con escaso poder de compra y una enormidad de pobres?
Argentina sigue siendo cara en dólares porque el tipo de cambio real está
retrasado. Basta conversar con cualquier argentino que viaje al exterior o
extranjeros para advertir que encuentra cara en dólares a la economía argentina.
Eso es producto de que los precios en pesos aumentaron más que el tipo de cambio
nominal, volviendo al viejo truco de anclar el tipo de cambio nominal para
frenar la inflación.
Cabe preguntarse también si con esta fenomenal tasa de interés del 38% que rinden las LEBACs que emite el BCRA, contra un dólar que no solo no sube sino que baja lo cual determina un rendimiento del 38% anual en dólares como mínimo, alguien puede intentar invertir en una economía que ha entrado en un proceso recesivo o, para ser optimistas, se mantiene estancada. En gran parte por la herencia recibida y en parte por errores en el diseño de la política económica del actual gobierno, la actividad económica no reacciona y el gobierno espera que, habiendo arreglado con los holdouts, empiecen a llegar esas inversiones que moverán la economía.
Francamente no veo que con este tipo de cambio real artificialmente tan bajo y sin profundas reformas estructurales que mejoren la productividad de la economía, la inversión esperada sea realmente la salvación de la economía argentina.
En mi opinión Macri está muy bien orientado en apostar a la inversión como el motor del crecimiento. Es el proceso lógico para tener un crecimiento sostenido. Primero las inversiones que generen puestos de trabajo y mejoren la productividad. Entre la mayor productividad y demanda de mano de obra hay crecimiento del consumo y mejora en el nivel de vida de la población. Es decir, primero vienen las inversiones y luego la mejora del salario real. Ese es el orden lógico de todo proceso económico sostenible en el tiempo.
Ahora bien, como va a llevar tiempo recuperar el salario real destrozado por el kirchnerismo, apostar a inversiones solo para el consumo interno no parece la opción correcta. El camino debería ser apostar a inversiones que busquen exportar. Obviamente que Brasil está en serios problemas políticos y económicos, pero sí se puede entrar en un tratado de libre comercio del MERCOSUR con la UE y que Argentina apueste a entrar al Acuerdo de Asociación Transpacífico con lo cual tendrá abiertas las puertas a importantes mercados. Eso solo alentaría inversiones de empresas que buscarían posicionarse hacia el futuro. Obvio que para lograr la competitividad necesaria habrá que hacer reformas estructurales, que también, seguramente, llevará un tiempo implementarlas. Pero apuntando al mundo como una oportunidad para crecer en vez de seguir viéndolo como una amenaza agregaría más optimismo al ya existente luego de la salida de la asociación ilícita que fue el gobierno de los k y haber regularizado la deuda externa saliendo del default.
Ahora viene el desafío más grande para Macri que no consiste en implementar todas las medidas de un día para otro. El desafío mayor consiste en establecer la estrategia de crecimiento de largo plazo. Si la apuesta es seguir jugando el picado del barrio, entonces continuaremos sumergidos en la pobreza.
Si la apuesta consiste en incorporarnos al mundo exportando e importando, entonces habrá que decirlo y comenzar con las reformas estructurales que permitan ganar en serio en competitividad.
Si Macri opta por la primera alternativa, será un político más de los mediocres que pasaron por el país durante los últimos 80 años. Si apuesta por la segunda alternativa, aunque bajo su gobierno no se concreten todos los objetivos, podrá ponerse el traje de estadista.
Fuente: Economía para Todos