Si bien hasta el momento no hay mayores indicios de que la existencia de la sociedad offshore Fleg Trading Ltd. entre 1998 y 2008 y su figuración en ella como director pueda comprometer gravemente a Macri, siempre quedarán sospechas que pueden afectar a un gobierno que debe gran parte de su triunfo electoral a mostrarse como algo absolutamente distinto de la gestión kirchnerista.

Es probable que si el actual jefe del Estado no era accionista ni cobraba honorarios de la sociedad con sede en las islas Bahamas fundada por su padre, Franco Macri, y si éste declaró debidamente en su momento esa empresa ante las autoridades impositivas argentinas, no haya mucho que reprocharle al primer mandatario. Sin embargo, el hecho de que las sociedades en paraísos fiscales sean empleadas en ocasiones para esconder la identidad de sus dueños, para generar autopréstamos, triangular exportaciones o bien evadir impuestos, obligará al Presidente a despejar toda clase de duda. Adicionalmente, el caso del actual intendente de Lanús, Néstor Grindetti, quien habría administrado una sociedad panameña y una cuenta en Suiza mientras era secretario de Hacienda porteño cuando Mauricio Macri era jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, podría complicar indirectamente al Presidente.

"En tiempos en que la idea de controlar los medios de comunicación y las redes sociales es una fantasía y en que no existe forma de cerrar los grifos informativos, no hay disyuntiva posible para Macri".

En tiempos en que la idea de controlar los medios de comunicación y las redes sociales es una fantasía y en que no existe forma de cerrar los grifos informativos, no hay disyuntiva posible para Macri. Su única opción es enfrentar él mismo, en persona, a la opinión pública y explicar su situación con absoluta claridad y con documentos en la mano, además de pedir que se lo investigue localmente para evacuar toda sospecha.

Por la forma en que arribó a la Casa Rosada, haciendo de la transparencia republicana una de sus principales banderas, Macri tiene la obligación moral de invertir la carga de la prueba y demostrar que no es culpable de nada, abandonando el principio de que todos somos inocentes hasta que se pruebe lo contrario.

El presidente argentino cuenta hoy con una ventaja política. La imagen positiva de su gestión se encuentra en un nivel muy elevado, propio de niveles de una luna de miel con la sociedad. Y este proceso de idealización se relaciona con el hecho de que buena parte de la opinión pública todavía ubica las causas de los grandes problemas del presente en el pasado kirchnerista.

Claro que los aumentos de tarifas, los despidos de trabajadores y la unión de sindicalistas y dirigentes opositores detrás de un eje que molesta al oficialismo como la reforma del impuesto a las Ganancias han encendido en los últimos días una luz amarilla para la prosecución del romance de Macri con la sociedad. Y un mal manejo comunicativo del Gobierno frente a los Panamá Papers podría significar un súbito fin de aquella luna de miel.