Casi al mismo tiempo que el Congreso vota la ley antidefault, el ministro del default, Axel Kicillof, asume en el mismo Congreso como jefe de la Comisión de Economía de Diputados, después de haber puesto la economía en colapso.
Casi al mismo tiempo que Macri aplica un tarifazo en el transporte y el gas y sube los combustibles, el Congreso pone como titular de la Comisión de Energía de Diputados al ex ministro De Vido, el de los cortes de luz, gas, la pérdida del autoabastecimiento y los trenes de Once.
Otra rareza: “No lo veo como un problema sino como una oportunidad”, dice ahora Aranguren, ministro de Energía, jefe de los tarifazos, sobre la designación de esos dos diputados. La oportunidad ya la tuvieron Kicillof y De Vido y el resultado es doloroso. Lo de Aranguren es una frase de compromiso o está convencido de que a la mayoría de la gente ya no se la engaña y esos dos presidentes de comisión serán visto como otra extravagancia K. Están ahí porque el Frente para la Victoria es mayoritario en la Cámara baja y porque que el peronismo haya votado contra las leyes que impedían un arreglo con los buitres no significa que no vaya a tratar de protegerlos: Kicillof negó el default y De Vido, la crisis energética.
Hay más rarezas. El costo del disparate con los futuros del dólar significó, según datos aún incompletos, unos 70 mil millones de pesos. Se dice que el tarifazo de esta semana es para ahorrar subsidios por 120 mil millones. Habrá que ver.
Los tarifazos, por más inevitables que sean, tienen un alto costo político. Y por eso mismo no es un costo totalmente endosable al kirchnerismo, que especula revivir con ese desgaste. El peronismo, con y sin kirchneristas, acompañó la salida del default porque sabe que es inevitable y porque si tiene éxito, buscará asociarse para luego, si tiene músculo, prepararse para el 2017. Es su especulación política lícita.
La especulación macrista es que después de julio confluyan dólares, que hoy son promesa, y se licue en parte el impacto de los tarifazos, atenuados tal vez por las paritarias.
Sin embargo, está claro que este tiempo será un tiempo social, con la conmoción que se produce cuando se intenta esta variable de política económica. Este mes y el próximo serán de paritarias y todos los ajustes repercutirán sobre la inflación. El sindicalismo ya ha pedido la palabra y hará sentir su peso sobre un gobierno que tiene un margen acotado de acción si no quiere contradecirse. Allí se probará la robustez y destreza política de Macri.