Con las primeras cosechadoras ingresando a los lotes, los economistas del Gobierno intentan calcular cuántas divisas va a ingresar el campo en el pico de la trilla de soja y maíz, los dos cultivos más importantes del país, una variable que es central para administrar la “flotación administrada” del dólar, la estabilidad de la moneda y la economía argentina.
Una proyección de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) anticipa que la liquidación de divisas entre abril y julio rondará los 10.400 millones de dólares, una cifra que representa el 44% del total que va a generar este año esta agroindustria, que se calcula en 23.700 millones de dólares.
La cifra surge de multiplicar las exportaciones de granos, harinas proteicas, aceite y biodiésel, entre otros productos de los complejos de procesamiento que se concentran en las terminales portuarias del Gran Rosario, por los precios actuales de exportación.
Por las precipitaciones, los técnicos ahora estiman un escenario de “alta productividad” para el cultivo.
Más del 80% de la cosecha sojera argentina se embarca al mercado global, sobre todo procesada como harina y aceite.
“Es un número muy similar a las divisas que generaron los embarques del año anterior (2015) que ascendieron a 23.351 millones de dólares”, comparó Julio Calzada, jefe de los economista de la Bolsa rosarina. La proyección se estimó en base a las liquidaciones de divisas que informa la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC).
En los últimos diez años, entre abril y julio, la agroindustria siempre acelera a fondo en el pico de la cosecha y suele liquidar más del 40% del total de divisas que genera el sector por los embarques anuales de granos, harinas y aceites.
La liquidación de divisas está relacionada con la compra de granos a los productores, las cuales serán exportadas posteriormente ya sea en su mismo estado o como productos procesados, luego de una transformación industrial.
La mayor parte del ingreso de divisas se produce con bastante antelación a la exportación física y ronda los 30 días en el caso de la exportación de granos y alcanza hasta los 90 días en el caso de los embarques de aceites y harinas proteicas.
La brecha entre lo que generaba el sector hace 13 años y lo que logra ahora, a pesar del escenario de bajas cotizaciones, es un indicador del fuerte crecimiento de la agroindustria. En el 2003, las exportaciones del complejo granario generaban un total de 9.450 millones de dólares (unos 4.000 millones de dólares entre abril y julio). Este año, de acuerdo a la proyección de la BCR, el volumen de divisas que va a generar el cluster es 2,5 veces más (23.700 millones de dólares).
El polo sojero concentra la mayor parte de este crecimiento por su fuerte posicionamiento global: es el primer exportador mundial de harina y aceite, y el primer productor mundial de biodiésel a base de esta oleaginosa.
Monsanto Co. Asgrow brand soybeans are delivered at the Crop Protection Services (CPS) facility in Manlius, Illinois, U.S., on Friday, March 20, 2015. Monsanto Co. is scheduled to release earnings on April 1. Photographer: Daniel Acker/Bloomberg eeuu empresa Monsanto Co. Asgrow instalaciones de los Servicios de Protección de Cultivos soja
El polo de procesamiento de oleaginosas del Gran Rosario es uno de los tres más importantes a nivel mundial.
“De los tres grandes productores de soja, Argentina tiene un perfil claramente exportador. En nuestro país, las ventas externas de los productos sojeros equivalen al 84% de la producción de la oleaginosa, mientras que en Brasil llegan al 69% y en Estados Unidos al 59% de sus respectivas cosechas”, precisó Guillermo Rossi, de la Dirección de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa rosarina.
Otra ventaja competitiva de este polo sojero, es que el 77% de las exportaciones son harinas proteicas (31,9 millones), aceite (6,2 millones) y biodiésel (1 millón) y “sólo” el 23% son porotos (11,5 millones) que se embarcan sin procesar, con menos valor agregado y desarrollo económico en origen. Además hay unas 10 millones de toneladas (sobre una cosecha de 60 millones de toneladas) que se consumen en el mercado interno, concluye el informe de la Bolsa rosarina.