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Santiago del Solar se dio cuenta que algo debía hacer para trabajar con las diferencias de ambiente y potencial que observaba en el campo que administra. De partes con 50% de arena, a escasa distancia ese porcentaje se elevaba al 75%. Y un maíz que rendía 3500 kilos por hectárea en una loma a unos 70 metros saltaba a 11.000 kilos donde bajaba el relieve.

Del Solar es administrador de Sastre Inchauspe, una empresa familiar que maneja unas 8000 hectáreas (1000 alquiladas) cerca de 30 de Agosto, en el partido de Trenque Lauquen. En una zona con historia ganadera, en 1998/1999 pasaron a siembra directa permanente y en 2004 comenzaron a interrogarse por las diferencias que se acentuaban en los dos campos en producción, El Correntino y La Frontera. Allí el contenido de arena es muy variable y en la zona el promedio de lluvias ronda los 800 milímetros, pero de un año a otro puede ir de 550 a 1400 milímetros.

Vieron que la respuesta para esta disparidad estaba en la agricultura por ambientes y hoy tienen el 100% de la superficie trabajada de esta manera. El año pasado, recibieron el premio LA NACION-Banco Galicia a la Excelencia Agropecuaria por la mejora aplicada en la categoría Mejor Agricultor.


 

En maíz están consiguiendo ahorros de 40 a 120 dólares por hectárea con la densidad y fertilización variable. Además pusieron al campo en la vanguardia en otros temas, como la "inteligencia" en el trabajo de napas, el monitoreo georeferenciado de plagas y el manejo de prácticas para bajar cualquier impacto ambiental de la actividad.

Altimetría, imágenes satelitales, GPS, análisis y monitores fueron algunos de los conceptos que pasaron a formar parte del lenguaje habitual en el campo.

La agricultura por ambientes implicó un cambio de paradigma. Dejar atrás los promedios y empezar a definir primero macroambientes y luego microambientes para tomar decisiones acorde a cada realidad productiva.

"Antes teníamos lotes de 110 hectáreas. Hacíamos muestreos y nos daban, por ejemplo, 18 ppm de fósforo en una parte y luego 3, 6 u 11 ppm en otras. Entonces hacíamos un promedio y fertilizábamos en función de ese promedio. En ningún momento fertilizábamos en función de la cantidad de fósforo necesaria para cada uno de esos lugares. Trabajábamos en función del promedio y el promedio no existe. Nos quedábamos cortos en algún lado y nos sobraba en otro", expresó el productor a LA NACION.

Del Solar, con el premio y el equipo de trabajo en el campo
Del Solar, con el premio y el equipo de trabajo en el campo. Foto:Sastre Inchauspe

Otra preocupación que tenían era poner la cantidad de plantas que necesitaban las media lomas y los bajos buenos, que son los lugares con mayor rinde, y hacer lo mismo con las lomas.

Sucedía que si en una loma alta, con 75% de arena, ponían 70.000 plantas y luego llovía poco, el rinde terminaba desplomándose a, por ejemplo, 20 quintales. Pero el rinde hubiera sido 55 quintales si en cambio bajaban la densidad a 50.000 plantas.

"El exceso de plantas en maíz perforaba el piso de rindes. Invertías más y hacías las cosas peor", recordó.

En este contexto, en 2004 irrumpió el concepto de macroambiente. Recurrieron a la altimetría, para ver el nivel sobre el mar y las correlaciones con el contenido de arena y avanzaron también con los primeros mapas y monitores de rendimiento.

Empezaron a manejar así macroambientes dibujando el tipo de suelo. Generaron macroambientes (determinados por el contenido de arena, el relieve y el potencial de rinde) que quedaron fijos para fechas de siembra, rotación y variedad/ hibrido.

Chau alambrados

"Sacamos los alambrados, ambientamos todo y dijimos que para ambientes distintos debe haber manejos distintos", contó. "En el macroambiente de mayor productividad buscamos el híbrido más caro y en el de menor productividad vamos con el híbrido un poco más barato", ejemplificó.

Luego avanzaron con los mapas de microambientes, donde conviven suelos heterogéneos. Allí varían, respecto de las cosas fijas del macroambiente, la densidad de siembra y la fertilización. En esa tarea se encontraron que había un fuerte impacto por hacer este manejo con el maíz, el de mayor impacto para la tecnología.

"En maíz variamos de 50 kilos a 120/130 kilos en urea y en fósforo tenemos variaciones de 60 a 110 kilos. Hacemos eso dependiendo del potencial de cada ambiente", expresó Del Solar. En densidad las variaciones pueden ir de 55.000 a 70.000 plantas, por ejemplo.

Para ilustrar según el ambiente, en un bajo bueno, no inundable, el nitrógeno objetivo es 160 kilos de nitrógeno, el fósforo objetivo 20 ppm y las plantas objetivo 75.000. Todo esto apuntando a un rinde también objetivo de 11.000 kilos por hectárea.

Luego, para una media loma a la que se le pide un rinde un poco más bajo, de unos 9000 kilos, el nitrógeno objetivo es de 140 kilos, el fósforo objetivo se mantiene en 20 ppm y la cantidad de plantas cae a 70.000.

Finalmente, en la loma, que puede dar 8000 kilos, se baja el nitrógeno objetivo a 120 kilos de N, el fósforo a 18 ppm y la densidad de plantas se reduce a 65.000, por ejemplo. "Cuando hay más arena bajás más la densidad, porque en un verano muy seco en un suelo arenoso el rinde se cae fuerte por la competencia entre plantas", precisó.

En la empresa hablan de un ahorro de entre 40 y 120 dólares por hectárea en maíz por hacer densidad y fertilización variable. "Por ahí tenés rindes de 5000/6000 kilos en la loma cuando antes, en una seca, por el manejo homogéneo tenías 2000 kilos por hectárea o cero. Y luego tenemos 12.000 kilos en las media lomas y bajos, pero la clave es que estamos aplicamos el paquete adecuado para explorar el techo. Antes nos quedábamos cortos por aplicar promedios", concluyó el productor.

El paso a paso de la agricultura por ambientes

Diferencias en el ambiente

En el campo, en siembra directa permanente en 1998/99, empezaron a notar diferencias. En una parte tenían 50% de arena y a 40 metros ese porcentaje subía a 75 por ciento. Trabajaban con promedios

La llegada de los macroambientes

Lo primero que se hizo fue delimitar macroambientes del suelo y para trabajar en ellos se definieron elementos fijos como fecha de siembra, rotación, híbrido/variedad

Microambientes, la oportunidad

Definidos los macroambientes, el siguiente paso vino con los microambientes. El foco pasó a estar puesto en variar densidad de plantas en maíz y fertilización

Impacto clave en el maíz

El cultivo que más respondió al nuevo manejo es el maíz, donde se encontraron ahorros de insumos de entre 40 y 120 dólares por hectárea

La soja bajo la lupa de la tecnología

En soja, según la situación, pueden realizar el cultivo con o sin fósforo. En las lomas, de mayor riesgo si llegara a llover poco y con menor retención de agua, recurren a fechas más tardías y ciclos más largos para derivar el período crítico a febrero. En tanto, en los suelos más tendidos y de mayor potencial ponen ciclos más cortos

La maquinaria disponible

Empezaron con equipos propios y luego confiaron el servicio a contratistas que se especializaron según las necesidades de la empresa

El impacto en el ambiente

No se realizan aplicaciones de más no sólo por un motivo económico, sino ambiental. En la firma sostienen que ambos factores están alineados

Más herramientas

El monitoreo de plagas con puntos georeferenciadas y la medición de napas son otras técnicas que usan para tomar decisiones