¡Llegaron las lluvias! Finalmente cambió el cuadro. Ahora, habrá que ver cómo se recomponen los cultivos.
Los más afectados, en general, han sido los maíces, mucho menos “sufridos” para soportar la ola de calor y la falta de agua.
El mercado climático local empezará a actuar en contra de los precios.
Sin embargo, la visible tasa de depreciación de nuestra moneda actúa como aliciente en la mejora de los valores locales, muy especialmente de la soja.
Pero cuidado: los árboles no crecen hasta el cielo. No hay que engolosinarse con la momentánea tendencia. ¿Nos estamos acercando a un punto de inflexión?
Un análisis macroeconómico diría que sí. La respuesta sería afirmativa porque, de seguir así, la inflación se aceleraría y la canasta familiar tendería a pulverizarse.
A primera vista, se presentan dos escenarios. O comienza a darse una suerte de efecto bola de nieve en las ventas de soja y granos en general. O interviene el Banco Central en el mercado oficial de cambios. En ambos casos, el dólar tenderá a la baja y, en consecuencia, los valores también.
Porque no resulta lógico que el gobierno permita un tipo de cambio muy superior a $15 por unidad de dólar.
Desde el lado internacional el panorama de a poco parece mejorar. Porque cuando los precios bajan, la demanda se entona.
Según la información de la B.C.R. la demanda de harinas proteicas registra un cambio favorable.
Vamos a ver…
La harina y los pellets derivado del aceite de soja, son conocidos comúnmente como "harina de soja". Este producto es el principal bien de exportación de Argentina.
Después de varios años, donde la producción superaba al consumo mundial, ahora éste empieza a quedar por encima por la fuerte participación de China, India y la U.E.
Más claramente: una mirada a los últimos cinco ciclos, revela un aumento anual en la producción mundial, de tal manera que en la última campaña el mundo ha pasado a tener cerca de un 12% más harinas oleaginosas que hace cinco años, con sus efectos negativos sobre los precios.
Pero las cosas parece que están modificándose. En la actual campaña, la producción mundial crecería alrededor de 8 millones de toneladas de harina, en tanto que el consumo global lo haría en 10 millones. De acuerdo a los analistas de la BCR probablemente nos encontremos en un punto de cambio que alentaría la mejora de valores.
La industria de la oleaginosa, extendida lo largo de 100 kilómetros del Paraná, con epicentro en Rosario, convierte a nuestro país en líder absoluto en la exportación de subproductos de soja, por arriba de EE. UU. y de Brasil, los dos mayores productores de ese grano.
Composición de las exportaciones del complejo sojero
El destino de la harina de soja argentina mantiene una gran diversificación, algo muy importante para no entrar en ningún tipo de dependencia comercial.
En primer lugar está la U.E. con aproximadamente el 25% del total. Le siguen Vietnam con el 12% e Indonesia con cerca del 7%.
El caso de la U.E. es muy importante para nuestro país.
Este bloque viene mostrando un paulatino crecimiento en el consumo de harina. Se trata del mayor comprador de harina de la Argentina. Las cifras revelan que la U.E. importa casi 2 millones de toneladas más que hace 4 años.