Los All Blacks y los kiwis no son los únicos productos de exportación de Nueva Zelanda. A fines de la década del 80 el Banco Central de ese país comenzó a implementar un nuevo enfoque en su política monetaria trabajando con metas explícitas de inflación, lo que le permitió lograr una marcada desaceleración de los precios en su país.
Al poco tiempo de su exitoso debut en Nueva Zelanda, la política de metas de
inflación fue replicada por otros países, comenzando con naciones desarrolladas
como Canadá o Inglaterra, aunque en los últimos años también llegó a Sudamérica.
La mayoría de los países vecinos que hoy cuentan con una inflación anual de un
dígito adoptaron los programas de inflationtargeting cuando se rompieron los
regímenes de tipo de cambio fijo que se habían popularizado durante los 90.
Las metas de inflación se basan en la premisa que los aumentos sostenidos de los precios no se explican exclusivamente por la expansión monetaria o el estado de las cuentas fiscales, sino que también influyen otros elementos como las expectativas de los agentes económicos.
Para lograr el objetivo, el primer paso es fijar metas para la inflación
claramente explícitas, como las que anunció días atrás el ministro de Hacienda y
Finanzas, Alfonso Prat-Gay, que se impuso para este año bajar la tasa del 27% a
un rango que oscile entre 20 y 25%, para pasar a uno del 12 al 17% en 2017 y
recién llegar a un dígito en 2019.
La fijación de metas explícitas implica subordinar otras variables -como el crecimiento del PBI o la tasa de interés- a la marcha de los precios, lo que en su momento llevó a la ex presidenta Cristina Kirchner a rechazar este tipo de políticas, con el argumento de que su gobierno priorizaba "las metas de crecimiento" por sobre "las metas de inflación". El argumento de la ex mandataria igualmente fue cuestionado por muchos economistas, que alertaron que la economía argentina prácticamente no creció en los últimos años y mantuvo una inflación récord a nivel mundial (sólo superada por la Venezuela de Nicolás Maduro).
El segundo principio innegociable para la aplicación de un programa de metas de inflación es contar con un banco central con un algo grado de autonomía operativa y con un mandato explícito de preservar la estabilidad en los precios como objetivo primordial de la política monetaria.
Transparencia y difusión
Para alcanzar estos dos objetivos, una política de metas de inflación requiere un aumento progresivo de la transparencia y la comunicación política, lo que refuerza la necesidad de reformar el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) para que el país vuelva a contar con estadísticas confiables.
"Bienvenido un Banco Central que muestra una intención explícita de hacer bajar la inflación en forma gradual, de manera de evitar una recesión", sostiene Ramiro Castiñeira, economista de la consultora Econométrica. "La clave es que el Banco Central deje de ser la caja de financiamiento del Tesoro y se concentre en su función de control de los agregados monetarios", agrega.
Las metas explícitas, igualmente, deben ir acompañadas por cierta flexibilidad, advierten los especialistas. "Los bancos centrales generalmente fijan las metas de inflación de manera flexible. En lugar de tratar de alcanzar la meta en todo el momento, apuntan a lograrla a mediano plazo, por lo general en un horizonte de dos o tres años. Esto permite que la política encare otros objetivos a corto plazo", explicó Scott Roger, el ex economista principal del Departamento de Mercados Monetarios del FMI y actual director del Centro de Asistencia Técnica del organismo, en su artículo Veinte años de metas de inflación.
A nivel mundial, uno de los debates sobre estas políticas gira en torno a la idea de hasta qué punto la superación del problema de la inflación es un resultado del modelo creado por el Banco Central de Nueva Zelanda y no una consecuencia de reformas más estructurales que también adoptaron los distintos países.
"La mayoría de los países latinoamericanos adoptaron las metas de inflación después de haber sufrido el fracaso de los regímenes de cambio fijo. Y si bien los resultados fueron auspiciosos no hay que perder de vista que fueron acompañados por una mejora en la posición fiscal, con lo cual hay que ver cuánto del éxito de estos programas se explican por las metas de inflación y cuánto por una mejora en sus cuentas", advirtió Camilo Tiscornia, dejando en claro que en su visión la pelea contra la inflación no es una cuestión exclusiva de metas.