Un envase vacío de producto fitosanitario, luego de finalizado su contenido aún puede contener un 1,5% del producto original por lo cual esta cantidad, aunque parece poca, no solo se convertiría en un peligro potencial para la sociedad y el ambiente, sino que se estaría desaprovechando esa cantidad, que podría estar siendo utilizada.
Muchos de los envases que existen en el mercado, como los envases de plástico rígido, pueden ser sometidos a diferentes técnicas de lavado conocidas como “Triple lavado” y “Lavado a presión”. Estas técnicas que se encuentran descriptas en la Norma IRAM 12.069, y permiten no solo que se aproveche todo el contenido del envase, sino también que estos envases vacíos y limpios puedan ser utilizados para generar nuevos productos como postes, varillas, baldes o cañerías, entre otros, que convierten ese material en productos útiles para la sociedad.
El lavado de los envases debiera realizarse en envases de plástico rígido, una vez que el contenido del envase se ha terminado, es decir, al momento de realizar la mezcla en el tanque. En envases pequeños de 1 a 5 litros se recomienda realizar la técnica de triple lavado, la cual consiste en llenar una cuarta (1/4) parte del envase con agua limpia, agitar el mismo para lograr el correcto mojado de todo el envase durante 30 segundos, verter nuevamente el agua al tanque y repetir la operación dos veces más.
Para envases más grandes, de 20 litros, se recomienda por el contrario realizar la técnica de lavado a presión, ya que facilita el procedimiento para el operador al no ser necesaria la agitación. En este caso se precisa de una canilla que expida agua limpia a presión desde la pulverizadora. El agua limpia emitida a presión y vuelta a verter en el tanque incorporador de la pulverizadora permite que el agua recircule de tal manera que genera el correcto lavado del envase. En este caso el agua deberá dejarse correr al menos 30 segundos para asegurar que el lavado eliminó casi la totalidad del producto contenido en el envase.
Sea cual sea la técnica que se utilice, posteriormente se deberá inutilizar
el envase en su parte posterior, sin dañar la etiqueta del mismo y ser llevados
a un centro de reciclado o de acopio, recordando que al momento de realizarlas,
deberán llevarse a cabo utilizando el equipo de protección personal adecuado.
Lavar los envases implica dedicar un tiempo más al procedimiento de preparación
de la mezcla pero genera grandes ganancias:
- Desde el punto de vista medioambiental, permite prevenir posibles problemas que se generarían al contar con envases sin enjuagar que contienen residuos que al derramarse incorrectamente y en su concentración comercial podrían provocar contaminación tanto en cursos de agua como sobre el suelo, al mismo tiempo que permite reutilizar el material convirtiéndolo en productos útiles para la sociedad, disminuyendo los residuos ambientales.
- Desde el punto de vista social, ayuda a evitar posibles intoxicaciones que podrían ocurrir en el caso que estos envases sean reutilizados por ejemplo para contener agua de beber o cualquier otro contenido que se utilice en las unidades domésticas.
- Desde el punto de vista económico, permite al productor aprovechar la totalidad del producto que se ha adquirido, mejorando la rentabilidad de la inversión realizada. Luego del correcto lavado de los envases está comprobado que son eliminados el 99,99% del producto que antes contenía y este, al ser vertido nuevamente al tanque, puede ser aprovechado para la aplicación a los cultivos.
Realizar el lavado de los envases es responsabilidad tanto del productor como del contratista y aplicador, quienes entienden que dedicar ese tiempo a este procedimiento responde a una aplicación responsable y bajo las Buenas Prácticas Agrícolas, minimizando los riesgos que implican mantener envases sucios en el campo y trabajando en pos de un campo argentino responsable y sustentable.