El riesgo de un eventual avance de los holdouts sobre la Argentina es la única razón que demora por estos días el desembarco de u$s 8.000 millones frescos que podría recibir de un momento el Banco Central.
El dinero, que serviría para fortalecer las reservas a menos de un mes del levantamiento del cepo cambiario, llegará a partir de una transacción que ya fue anunciada por el ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, y que ya está prácticamente acordada con un consorcio de entidades financieras. Pero no se hará efectivo, según pudo confirmar este diario, hasta después de la audiencia que la semana próxima mantendrán los abogados que defienden a la Argentina y los holdouts, para evitar un posible embargo judicial que ponga en riesgo la transacción.
Aun así, los funcionarios advierten que no se trata de un intercambio que pueda hacerse de un día para el otro y que pueda resolverse en esta misma semana. Y que en estos días continuarán las reuniones entre el equipo de Federico Sturzenegger y el grupo de bancos para terminar de ajustar las condiciones y los mecanismos legales. Habrá que esperar, luego, al encuentro con los fondos buitre.
El primer plan para evitar que estos dólares puedan ser embargados es pedir al juez Thomas Griesa que reponga el "stay" de la medida judicial, pagar una garantía y continuar con las negociaciones para el pago de la deuda (ver aparte). El segundo es solicitar a las casas matrices de los bancos extranjeros que participarán en el acuerdo que giren sus divisas a las filiales que tienen en el país, para que desde éstas puedan ser luego transferidas a la institución que lidera Federico Stuzenegger.
En rigor, la operación consiste en un repo entre el Banco Central y las entidades. Es decir, una venta de títulos de deuda que realizará el BCRA a cambio de dólares frescos que se comprometerá a recomprar en un tiempo determinado, y a una tasa de interés que terminará de definirse en estos días.
Los bonos que entregará a cambio no son otros que aquellos que recibió del Tesoro a cambio de las letras intransferibles que tenía en su cartera por el pago al FMI en 2005: el Bonar 2022, 2025 y 2027, que tienen rendimientos cercanos al 7% anual. Los activos servirán como una "garantía" que respaldará la transacción, porque permitirá de alguna manera a las entidades negociarlos en el mercado secundario y contar con liquidez a corto plazo.
En la negociación participan el HSBC, que colocará alrededor de u$s 3.000 millones; el Santander, que aportará u$s 1.000 millones adicionales; y otras entidades que se encargarán de acercar el resto (el BBVA Francés, el Goldman Sachs, el JP Morgan, el Deutsche Bank y el Citi).
La semana pasada, los holdouts enviaron una carta con un pedido de información al HSBC para reunir datos más específicos sobre esta operación. El propósito fue entonces investigar si el intercambio violaría la orden que limita la posibilidad del país de conseguir fondos en los mercados internacionales.
En el Banco Central dicen estar por ahora tranquilos con la dinámica que está mostrando el mercado cambiario y que, al menos por ahora, será posible prescindir del refuerzo de dólares. Hace exactamente dos semanas, una misión del organismo enviada a China logró persuadir al presidente del banco central de ese país de canjear un primer tramo de yuanes por reservas. El monto se ubicó ya en los u$s 3.100 millones, pero podría ser ampliado en el futuro. A este stock de reservas líquidas se le suma la liquidación acordada con las cerealeras, que por ahora alcanza para abastecer las demanda de los importadores.