Amaranthus palmeri se transformó en muy poco tiempo en un término familiar para los productores agropecuarios argentinos. Los primeros ejemplares se identificaron en 2011, y en 2013 ya se habían registrado casos de resistencia de esta especie a los herbicidas inhibidores de ALS y al glifosato. Crece tres centímetros por día, produce 20.000 semillas por planta y actualmente es el emblema de las malezas resistentes, un grave problema agronómico que está obligando a los productores a volver a los orígenes.
Clarín Rural viajó hasta Washington, la localidad cordobesa desde la que el yuyo colorado -así la conocen los chacareros- inició su colonización de la pampa húmeda, donde la empresa BASF realizó una jornada analizar las mejores estrategias de manejo. “Por las malas prácticas de todos, hemos dejado sin efecto muchas soluciones. No hay que pensar en controlar a las malezas, sino en convivir con ellas”, afirmó de entrada Mariano Anzini, gerente de desarrollo de mercado de la compañía.
Luego puso el énfasis en las prácticas de manejo. “Si lo comparamos con la época pre glifosato, en los 80 y principios de los 90, el conocimiento sobre malezas claramente es menor, no solo del productor sino de toda la comunidad y la industria. Después de esa época se simplificó mucho el manejo, específicamente en soja, lo que hizo que todos se relajen en lo que tiene que ver con la identificación del problema de las malezas. Está claro que la rotación de sitios de acción hubiera hecho que el sistema fuera mucho más sustentable”, dijo Anzini.
Mariano Anzini, gerente de desarrollo de mercado, recordó que el mal uso de los herbicidas agravó el problema.
Los asistentes a la jornada pudieron observar un muestrario de algunas de las malezas más problemáticas como eleusine spp, echinochloa, brachiaria, amaranthus y cyperus. En ese contexto, muchos productores de diferentes localidades del sur de Córdoba manifestaron su preocupación por la aparición de focos de sorgo de Alepo con resistencia a glifosato.
Aimar Pena, manager de cultivos de la firma alemana, mencionó otra práctica de manejo que da buenos resultados. “Los cultivos de cobertura, especialmente el centeno, son una práctica casi obligada en el sur de Córdoba para evitar la erosión de los suelos arenosos y, a su vez, es una muy buena herramienta para el manejo de las malezas”, dijo. En este marco, también destacó el uso del herbicida Heat para el control de yuyo colorado en soja y Convey para el control de la misma hierba en maíz. Además, para los problemas de resistencia de malezas en maíz se presentó el pre-emergente Frontier P y adelantaron la llegada de Atectra BV en soja, un dicamba de ultra baja volatilidad.
Pena agregó un dato interesante: “En Córdoba existe la receta agronómica. Es decir que para la aplicación de agroquímicos hace falta la firma de un ingeniero agrónomo. En este sentido, es importante que los profesionales se mantengan actualizados para no contribuir al crecimiento de los problemas”. Según explicó Anzini, a partir de una normativa del Senasa, en el envase de los herbicidas hay una nomenclatura que indica el sitio de acción de cada producto. “Hacemos hincapié en atender a las nomenclaturas para intentar no repetir un mismo sitio de acción en un mismo año”, explicó.
Está claro que el tiempo de rélax ya se terminó para los productores. Es hora de cambiar soluciones simples por conocimiento, esfuerzo, manejo y buenas decisiones.