Para abastecer el mercado interno, se necesitan 5,5 millones de toneladas de trigo. En la campaña 2014/15, se cosecharon 12,5 millones de toneladas de ese cereal y los molinos llevan comprados más de 5 millones de toneladas, un volumen similar al que habían comprado el año pasado para esta misma época. Al mismo tiempo, el precio del trigo sólo tiene una incidencia del 10% en el precio del pan.
Si hoy el precio del pan está aumentando es porque así lo permite un mercado que fue fuertemente intervenido por el Estado Nacional y que en todos los casos terminó perjudicando al productor de trigo, que llegó a recibir entre 50 y 70 dólares menos que el precio que hubiera recibido en un mercado sin distorsiones.
Una vez más, y a pocos días de que el kirchnerismo deje el gobierno, se demuestra el rotundo fracaso de la política que implementó desde 2008 en materia de intervención de los mercados.
Con la exportación cerrada, se divorcia la sana competencia entre las necesidades de los exportadores y la demanda de consumo interno, impidiendo que se refleje el verdadero valor del producto y permitiendo que los exportadores puedan adquirir mercadería con los precios deprimidos durante el cierre exportador. Eso es justamente lo que está pasando hoy, ya que en manos de las empresas exportadoras hay todavía 3.889.800 toneladas de trigo sin vender.
Esta política destructiva tiene que terminar. Sólo sirvió para que se efectuara una transferencia de recursos de los productores a los molinos y exportadores, que superó los 5 mil millones de dólares, desde 2008. Al mismo tiempo el precio del pan subió en más de 800% y tuvimos las dos peores siembras de trigo en 110 años.
Está muy claro, el mercado de trigo tiene que volver a ser transparente. Un mercado intervenido perjudica tanto a productores como a consumidores.