Se trata del mismo espacio que ocupan las semillas durante el proceso de germinación y emergencia de las plantas. Por ello, el monitoreo previo a la siembra, los insecticidas de semilla y cebos con atrayentes resultan factores clave en la etapa de implantación.
Marcos Juárez, Córdoba, noviembre de 2015. Para lograr que el cultivo exprese su máximo rendimiento en cantidad y calidad, es fundamental comenzar con la densidad de plantas recomendada, al igual que una distribución y emergencia uniformes. Sin embargo, una buena siembra y uniformidad en la emergencia implica que se ha tenido en cuenta una estrategia para contener las plagas del suelo.
Convocado por Syngenta, el ingeniero agrónomo Javier M. Vázquez –asesor privado y especialista en control de plagas agrícolas– explica que, a partir de la estabilidad del sistema y tras varios años de siembra directa, tiene lugar un aumento en abundancia y diversidad en la fauna del suelo, compuesta en su mayoría por invertebrados moluscos (caracoles y babosas), anélidos (lombrices) e insectos. “Algunos de estos organismos se comportan como plagas, mientras que otros son reguladores de éstas o actúan en la descomposición y humificación de los residuos orgánicos, en la movilización de macro y micronutrientes y en la estructuración y agregación del suelo”, opina.
Muchos organismos de suelo participan de manera directa o indirecta en la descomposición de los residuos vegetales, como es el caso de los bichos bolita. “La mayor concentración de la fauna de suelo (plagas entre ellas) se desarrolla y vive en los primeros cinco centímetros, junto al rastrojo en descomposición, que es el mismo espacio que ocupan las semillas. El uso racional de los recursos implicaría mantener los organismos que dañan los cultivos por debajo de los umbrales de control, aprovechando los beneficios de su presencia”, añade el especialista.
“La intensidad de los daños ocasionados por las plagas de suelo durante la implantación de los cultivos puede ser menor al 1% y superar en otros casos el 80%, conduciendo a la resiembra”, afirma, al tiempo que señala que la primera herramienta de la que dispone el productor es el monitoreo, que debe ser de carácter preventivo. “El período de implantación es corto, y si el problema de plagas está instalado los daños serán inevitables”, asegura.
Una de las características de las plagas de suelo que se establecen en los lotes y pueden ser detectadas con conocidas técnicas de monitoreo, meses antes de la siembra. “Existen plagas que llegan a los lotes luego de la siembra/emergencia, tal es el caso de muchos lepidóptero como cogollero (Spodoptera frugiperda), bolillera (Helicoverpa gelotopoeon), oruga de la verdolaga (Achyra bifidalis), como también pulgones y trips, entre otros. Para las plagas de la familia de los lepidópteros contamos con la prevención de ataques a partir de la captura de adultos en trampas de luz y tratamientos insecticidas de semilla de acción sistémica como las diamidas, como el Cyantraniliprole, con reciente registro de uso para este fin”, explica Vázquez.
Asimismo, advierte que los insectos hospedados sobre malezas que al ser controladas con herbicidas migran al cultivo emergente para alimentarse también podrían encontrar barreras de protección con terápicos insecticidas aplicados en las semillas. “Los terápicos insecticidas de semillas son muy eficientes al concentrar el ingrediente activo en el lugar en que lo necesitamos (alrededor de la semilla y en el tejido de las plántulas cuando son de acción sistémica), protegiendo desde la siembra y hasta los primeros estadios de crecimiento”, informa.
¿Qué debemos saber?
En relación con el cultivo, es conveniente conocer cuál es su momento de mayor vulnerabilidad, su velocidad de crecimiento y cómo se verá afectado por las condiciones de humedad, temperatura, luz y nutrientes reinantes durante la implantación. Una planta creciendo rápido, por ejemplo, tendrá mayor oportunidad de escapar al ataque de plagas.
En términos de plagas, debemos identificar las especies presentes, los estados de desarrollo en los cuales causan daños, qué partes de las plantas pueden dañar, desde dónde dañan, la potencialidad de daño y la presencia de enemigos naturales que limitarán su acción.
En cuanto a las tecnologías, resultan clave el monitoreo, el uso de terápicos de semilla, cebos tóxicos con atrayentes, estimulantes de crecimiento, biotecnología, aplicaciones de insecticidas asperjados sobre suelo o rastrojo, aplicaciones de insecticidas asperjados sobre el follaje. Al respecto, se sugiere tener información sobre los alcances de cada tecnología, dónde y cómo actúan, cómo y cuándo aplicarlas, sus limitaciones, combinaciones posibles y cuidados para que perduren en el tiempo.
“Es importante recordar que muchas plagas estarán presentes en los lotes antes de la siembra y que pueden monitorearse con suficiente anticipación; en cambio, otras atacarán cuando el cultivo ya esté implantado, como es el caso de lepidópteros cuyos adultos pueden monitorearse con trampas de luz o feromonas para utilizar luego insecticidas de semilla sistémicos, como tecnología de bajo impacto al sistema”, explica Vázquez.
“Las estrategias de control deben definirse antes de la siembra. Acabados conocimientos del cultivo, las plagas y las tecnologías disponibles, sumados a la correcta combinación e interacción de dichas variables, será posible conseguir el éxito en la protección del cultivo alcanzando la mayor expresión del potencial productivo. Tales recursos ofrecerán información anticipada sobre un problema a futuro, de manera que el técnico podrá planificar estrategias de prevención acercando el éxito productivo, sosteniendo una relación feliz y a largo plazo con el productor”, concluye.