Un fenómeno inédito, al menos de los últimos años, está sucediendo.

Las cotizaciones locales de los granos, con entrega a partir de enero, se vienen desarrollando en suba. Y al hacerlo no muestran correlato alguno con el comportamiento de los mercados externos, como el de Chicago.

Los futuros del trigo llevan una suba de casi un 9%, los del maíz de más o menos un 6% y los de la soja de alrededor de 5% en dólares.

Macri habla de una política dirigida a promover la producción mediante la eliminación de los derechos de exportación en todos los granos con la sola excepción de la soja. Para ésta, habría una rebaja 5 puntos porcentuales.

A su vez, Scioli, en los últimos días, después de las elecciones, ha definido su política en forma similar a la de Macri. Promete anular los derechos de exportación para los granos y bajar hasta 25% para el caso de la soja.

Las especulaciones sobre una eventual (y visible) devaluación del peso pesan sobre las decisiones de los productores.

Los tenedores de granos, los sembradores y los agentes de la cadena viven un clima de expectativa que condiciona toda decisión.

Las especulaciones no se basan en una fantasía. Porque a esta altura el único actor que opera sobre la fantasía es el Gobierno y el Banco Central.

No se puede hablar de fantasía con la fuerte devaluación del real de Brasil.

No se puede hablar de fantasía en vista de las amenguadas reservas del Banco Central, el atraso acumulado del tipo de cambio, y la subsecuente contracción de la actividad exportadora y, además, por la fortaleza del dólar en el mundo, con una alta posibilidad de aumento de la tasa de interés en EE.UU.


Mientras tanto, lo que se hace es aguardar al 22 de noviembre. Y trabajar sobre la producción relegando las decisiones comerciales para diciembre.
El comportamiento resulta más que lógico. En principio, sea quien fuera el que gane, se descuenta el cumplimiento de las promesas.

Es posible que no se cumpla inmediatamente. Pero, es obvio que algo habrá de darse al respecto.

Evidentemente, la eliminación/reducción de estos impuestos tendrá la magnitud que le permita el grado de devaluación. Si ésta resulta de proporción amenguada, la eliminación de muy factible.

Una cosa parece muy segura: la eliminación de los ROEs. Así, el mercado de los cereales lo está descontando.