En un futuro, no muy lejano, podrían equipararse las superficies de maíz para grano y para silaje en Argentina. Así lo ve Luis Bertoia, de la Comisión de Forrajes de Maizar y titular de la cátedra de Cereales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
El experto se apoya en datos concretos para sostener esta idea.

“En Argentina, un tercio de la producción de leche actualmente se produce a partir del consumo de silaje. Por otra parte, el 10% de los establecimientos productores de carne también consume silaje, superando este porcentaje a la demanda total de todos los tambos argentinos”, afirma Bertoia, en diálogo con Clarín Rural.

Desde el momento en que el especialista comenzó a sondear la superficie sembrada con silaje en Argentina, en principios de los años 80, dice que el crecimiento fue lento pero sostenido, un comportamiento muy diferente al del maíz para grano, que mantiene una superficie constante y muestra altibajos de forma permanente.

Así, señala que esta campaña la superficie de maíz para grano llegaría a las 2,7 millones de hectáreas y que la superficie para silaje estaría entre 1,2 y 1,4 millones de hectáreas, lo que totaliza 4 millones de hectáreas de maíz. Aunque aun se necesitan muchas hectáreas de maíz para silaje para alcanzar a las de grano, el experto confía que esto puede suceder en algunos años.

Y comenta, a modo de parámetro de tiempo para sus pronósticos, que hace diez años la superficie silera era de 500.000 hectáreas.
“Si la carne y la leche se convierten en un negocio atractivo y si la estrategia es la transformación del forraje, mayor será la competencia por la superficie”, agrega Bertoia.

Como parte de este proceso, el experto se refiere a los costos de producción y reconoce que producir una hectárea de silaje es mucho más caro que para grano, pero advierte que los productores de carne y leche tienen alta dependencia de este alimento. También agrega que es clave intensificar la producción de forrajes para que la ganadería de carne y leche pueda competir con la siembra de soja.

Pero advierte: “La producción forrajera intensiva es mucho más extractiva en nutrientes que la de grano. Si esto sucede, hay que tomar recaudos”.