Las elecciones que se desarrollarán el 25 de octubre generan incertidumbres y expectativas diversas. Muchos hombres de campo se preguntan qué pasará con el sector agropecuaria cuando se conozca al nuevo Presidente. Y que ocurrirá dependiendo de quién sea el que gane las elecciones. Y la respuesta a esto es sencilla: no importa quién gane las próximas elecciones para poder dilucidar qué ocurrirá con el sector más generador de divisas de nuestro país.
Cualquiera de los tres posibles candidatos a la presidencia hará más o menos lo mismo para poder salir del terrible entuerto en el que estamos inmersos. Ya muchos economistas –de cualquier idea política- lo indican en off o abiertamente en público: estamos en vísperas de una de las peores crisis económica y social que haya vivido la Argentina. Los tres candidatos saben que para poder salir de esta crisis se deberán tomar medidas drásticas, fuertes y molestas para todos los habitantes del país. Pero lógicamente, ninguno lo anticipa en sus discursos, menos a días del acto eleccionario, intentando no perder la posibilidad de ser votado. El candidato oficialista continúa manifestando que se debe confiar en él y que con fe y esperanza se saldrá adelante. Que él sabe que es lo que hay que hacer para poder lograrlo. La pregunta es: si lo sabe ¿por qué no lo hizo en sus años de gobernador?. En tanto el candidato que estaría segundo en las encuestas es un poco más directo en las posibles medidas a tomar, sin aclarar se las decisiones serán tomadas abruptamente o lentamente en el tiempo. Un día dice algo, al otro cambia lo que dijo, creando más incertidumbre a su alrededor. Y el tercer candidato con chances, abiertamente dice lo que todos quieren escuchar. Quizás sabiendo que es el que menos posibilidades tiene de llegar a sentarse en el sillón de Rivadavia.
Pero los tres conocen que rápido o despacio se deberá poner en orden el gran tole tole en que está inmersa la economía argentina. Nadie duda que se debe arreglar con los acreedores del extranjero (llamados fondos buitres), que se debe terminar con el cepo cambiario y la falta de posibilidad de poder comprar y vender las monedas extranjeras que uno quiera. Volver a tener la libertad de todos los mercados de importación y exportación, para lograr volver a ser creíbles en el mundo y obtener nuevamente los destinos compradores que fuimos perdiendo en los últimos 12 años. Permitir comercializar libremente todos los productos que produce y exporta nuestro país, como aquellos que consume e importa. Buscar el aggiornamiento del tipo de cambio de acuerdo a lo que ocurre con nuestros vecinos y el resto del mundo, de esta forma eliminando el evidente e incuestionable retraso cambiario. Bajar o quitar las retenciones a las exportaciones, terrible impuesto distorsivo que perjudica frontalmente a la producción nacional.
Y estas son tan sólo algunas de las medidas que sin duda tomará el nuevo Presidente sea cual fuere el que gane. Y estas medidas beneficiarán contundentemente al sector agropecuario. Por todo esto es que los productores argentinos siembran y están sembrando con un gobierno, sabiendo que cosecharán y venderán su producción con otras autoridades nacionales. Nada hace pensar que los mercados internacionales cambien su tendencia de “chatura” al menos hasta marzo del 2016, pero si se toman las medidas antes mencionadas, con la baja de retenciones y suba del tipo de cambio, los valores a los cuales el chacarero vende su producción aumentarían notablemente.
Estamos en un gran pozo y hemos llegado al fondo. Los optimistas dicen que no
hay otra alternativa que subir. En tanto los pesimistas dicen que para algo se
inventaron las palas.
Esta vez, estemos del lado de los optimistas.
Por Alejandro Ramírez - Analista Agropecuario
Fuente: De todo un poco Agro