Y no hablamos tan solo de frutas y verduras, ni de arroz o yerba mate. Sino de granos y subproductos, rubro que genera importantes ingresos de divisas al país. Porque fuera de que tengamos inconvenientes económicos graves que limitan la expansión productiva, con costos dolarizados y empresarios del campo en vísperas de quebrar, tenemos suficiente producción que brinda saldos exportables de consideración.

Es decir, que no es necesario no vender fuera del país intentando proteger el consumo interno. Sino todo lo contrario, tenemos suficiente producción como para tener la cantidad que se necesita para el consumo de los argentinos, y saldo de exportación en todos los productos. Esto indica que la pérdida de mercados en el extranjero es exclusiva responsabilidad de los funcionarios de turno que tomaron todo tipo de medidas anti exportadoras.

Con el argumento falaz y avieso que indica que primero debemos asegurarnos el volumen necesario para satisfacer al consumo interno, destrozaron las relaciones con los compradores internacionales de productos de nuestro país. Así es como fuimos perdiendo participación en el mercado de comodities agropecuarios mundial.

Muy poco países quieren comerciar con nosotros. Porque ya no nos tienen confianza, porque de un día para el otro se cambian abruptamente las reglas de juego y se desconocen acuerdos realizados. Y básicamente porque en nuestro país ya no existe la libertad de mercado. Esa que necesitan los granos para poder ser comercializados con transparencia y con la posibilidad de la normal y correcta formación de precios.

Hemos perdidos compradores habituales con productos como el trigo. Vecinos y socios del Mercosur han dejado de comprarnos porque no les cumplimos, porque vendemos en las épocas que ellos no compran y porque las transacciones están viciadas de hechos burocráticos extremos. En la actualidad Brasil compra sus requerimientos de trigo a los EEUU, Canadá y a Francia. A pesar de que con la Argentina tiene muchos motivos como para operar como es el flete, la cercanía, la calidad de la semilla, la idiosincrasia y lógicamente la existencia del Mercosur.

Pero todo esto no ha influido para que los hermanos brasileños busquen otros países que le suministren el trigo que necesitan año a año. Algo similar ocurre con el maíz, el sorgo, la cebada, el centeno, el girasol.

El próximo gobierno además de arreglar el maldito cepo cambiario –que tantos trastornos generó a todos los argentinos-, liberar el tipo de cambio, devaluar la moneda, quitar las retenciones a las exportaciones, liberar los mercados, quitar los Roes, las DEJAI, las DEJs y todo formulario burocrático intervencionista, disminuir o sacar los subsidios, etc, deberá recomponer rápidamente las relaciones internacionales con los países que nos deben interesar desde el aspecto económico.

Los países que más crecieron en el mundo, tienen un comercio de importación y exportación eficiente, dinámico, correcto y libre. Y comercializan con todos las naciones que puedan generar compras y ventas que beneficien a ambos partícipes.

Lamentablemente, esto no ocurre en nuestro país desde hace 12 años.

Esperemos que sea quién sea el próximo Presidente, tome rápidamente las decisiones necesarias para que la Argentina vuelva a ser “un gran generador de comida” del orbe.

Por Alejandro Ramírez - Analista Agropecuario
Fuente: De todo un poco Agro