La Argentina no es el único país del mundo que se encuentra ante la disyuntiva de, por un lado, cuidar el costo de los bienes básicos de consumo para su población y, por el otro, mantener una dinámica de la actividad de su sistema agroindustrial exportador con una fuerza tal que le permita ser motorizador del desarrollo. Dos casos están al alcance de la mano, uno por cercanía, Brasil, y el otro por su magnitud en el concierto de las naciones, Estados Unidos.
El profesor del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, Bernardo Piazzardi, dice que a lo largo de la historia se han aplicado aquí varias fórmulas para enfrentar estos desafíos; pero, tal como opina, parece que el resultado obtenido por ellas dista mucho del óptimo.
"Al revisar las políticas públicas aplicadas para hacer frente a estas cuestiones se puede inferir que subyace un supuesto que el trabajo de investigación Comer saludable y exportar seguridad alimentaria al mundo demuestra que es falso: castigar, poner freno de mano, limitar el potencial, aplicar trabas a la actividad agroalimentaria, no ha sido la política económica apropiada para armonizar los dos desafíos de mejorar la alimentación de los argentinos y hacer un máximo aprovechamiento de las oportunidades que nos presenta el mundo", explica Piazzardi.
¿Somos el único país del mundo con este dilema? ¿No existe ninguna otra nación sobre la Tierra que deba resolver esta problemática?, se pregunta el académico. Y se responde: "Nuestros hermanos brasileños han aplicado en la administración de Inacio Lula Da Silva el conocido plan Hambre Cero. Allí, el programa Bolsa Familia jugó un rol preponderante (tarjeta de débito a amas de casa que permiten adquirir alimentos)", subraya el investigador.
A través de ese programa, este año, un 28% de la población, unos 56 millones de personas, reciben asistencia para que puedan tener acceso a una canasta nutritiva y sana de alimentos. ¿Cuáles han sido los resultados de esta política? El mundo reconoció sus beneficios en la mejora de sus indicadores. Una de las "implicancias" de este éxito en asistencia social de Brasil fue el nombramiento de su creador e instrumentador, José Graziano da Silva, como director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Ahora si vemos el otro lado de la ecuación, el potencial del sistema agroalimentario de Brasil, y lo analizáramos con el supuesto de "suma cero", deberíamos concluir que el "costo" de que 56 millones de personas (programa alimentario asistencial más grande del mundo) tengan acceso a una canasta saludable de alimentos debería ser una menor competitividad de su sistema agroalimentario. Pero se hace añicos el supuesto cuando se observa que las exportaciones del sistema agroalimentario de Brasil, que en 2000 eran de US$ 20.000 millones, serán este año de US$ 100.000 millones.
El estudio de la Universidad Austral, el Cepea y la Facultad de Agronomía de la UBA también analizó el caso de los Estados Unidos. Otra potencia agroalimentaria mundial, como la Argentina y Brasil, que asiste con su programa denominado "SNAP" a 42 millones de personas todos los años, para cubrir la seguridad alimentaria del país. "Al mismo tiempo, la performance en producción y exportaciones de productos agroalimentarios de ese país ha tenido una evolución similar a la presentada para Brasil", se afirma en el estudio académico.
Al analizar el caso de la Argentina y compararlo con las otras potencias agroalimentarias del mundo se puede concluir que el país está en condiciones de garantizar la seguridad alimentaria de su población, al mismo tiempo que capitaliza las oportunidades que el mundo sigue presentando. "Las metas revisadas del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial indican que la Argentina para el año 2020 producirá 154 millones de toneladas de los principales productos agrícolas (versus los 110 millones de la campaña 2014/15), y produciremos 7,62 millones de toneladas entre todas las carnes (versus 5,58 millones estimado a 2015). Pocos países del mundo son los que pueden autoabastecerse de una canasta saludable de alimentos al mismo tiempo que exportar seguridad alimentaria al mundo", comenta Piazzardi.
Claro que para eso habrá que acomodar algunas cosas que apunta Fernando Vilella, uno de los autores del estudio. "El país no ha aprovechado el poder que tiene para negociar con sus mercados. Por citar sólo un caso, la Argentina tiene algunas cosas que el mundo necesita, como la soja (junto con Estados Unidos, Brasil, produce el 81% de la soja, de la que se exporta 80%). Sin soja no hay proteínas animales a nivel mundial, pero el país no ha impuesto su poder de negociación ahí", dice el investigador de la UBA.