Hasta ahora podía decirse que muchas cosas estaban económicamente mal. Pero que no eran tan graves como en las situaciones previas a las grandes crisis: la hiperinflación en 1989 y el default; la pesificación forzosa, la devaluación y el default de 2001 y 2002. Pero ese argumento tranquilizador ya no es cierto. La imprudencia fiscal del final del segundo mandato de Cristina Kirchner ha llevado el rojo fiscal a niveles parecidos a los que llevaron a la hiperinflación. Y por encima del promedio de 1998 a 2001, en el final de la convertibilidad.

En el actual rumbo, los especialistas calculan que a fin de año el rojo será de 7% del PBI. El promedio de 1998 a 2001 rondaba el 4,3%, y en 1989, el 7,8%; en esos períodos hubo serias recesiones y problemas de recaudación.

Pero en el primer semestre del año en curso, el mismo gobierno que ha llevado la presión impositiva a niveles récord, sobre todo, por los gravámenes al trabajo, igual produce un déficit monumental. La causa: el gasto con el que Cristina Kirchner y los suyos cubren su retirada y preparan la instalación de sucesores y de, tal vez, protectores de las investigaciones, precisamente por la forma de administrar.

Ayer la Presidenta se extendió largamente en lo que supuestamente se ha invertido en obras hídricas. El gobierno kirchnerista tiene ese problema con lo que dice que invierte: no se ven los resultados.

Es lo que pasa con la educación. La Presidenta dice que está orgullosa de cuánto se gasta en nombre de la educación, pero los resultados escolares son cada vez peores y la Argentina es superada por países que en otras épocas mandaban a especialistas para que aprendieran cómo mejorar sus sistemas educativos.

La Argentina pionera en educación pasó a ser, gracias a la actual gestión, la tenedora de una vergonzosa corona: el gasto en educación más ineficiente, probablemente, del planeta.

Estrategia fallida

Alfonsín en 1989 tenía que lidiar con un sistema previsional con cuantiosas deudas por sentencias judiciales en contra, con empresas públicas deficitarias y con un contexto internacional absolutamente en contra. De la Rúa tuvo la "tormenta perfecta". La Presidenta dijo ayer que le parecía "obsceno" que dirigentes de la oposición visiten a los pobres que sufren inundaciones. Probablemente no haya otro calificativo que el que eligió ella para el rojo fiscal que estuvo financiando hasta hace poco con emisión monetaria descontrolada, que no podía generar más que desequilibrio cambiario, eso que ella y sus seguidores califican de desestabilización. La Presidenta vació el Banco Central y lanza la embestida final contra la Anses, fabrica la próxima catástrofe.