Las actuales precipitaciones, intensas y generalizadas, imponen una situación que complica aún más a la producción agropecuaria y dejan en evidencia la desidia del gobierno nacional y de la provincia de Buenos Aires por concluir las obras en la Cuenca del Salado que evitarían inundaciones y sus terribles consecuencias sociales y económicas.
Según un informe del comité de Hidráulica de la Sociedad Rural Argentina, las obras en la Cuenca del Río Salado (17 millones de ha. de la provincia de Buenos Aires) se encuentran estancadas. Hasta ahora, sólo se ejecutó el 8% del plan maestro: el tramo Villegas/Junín, representa 1.3 millones de ha., y requirió una inversión de 700 millones, sobre un total de 1800 millones que estaba previsto para todo el Plan Maestro.
Según el comité de Hidráulica de la SRA, la paralización de las obras tiene dos causas: Falta de interés político y falta de financiamiento. Por las características de las obras de saneamiento hídrico rural, que representan altos montos y largo recupero, se requiere de fondeos especiales, que actualmente no se disponen. En otro época funcionaba el Fondo Hídrico Nacional (dejó de operar en 2006) y se contaba con créditos internacionales (BID o BM). Hoy, por el aislamiento en materia de política internacional es impensable acceder a este tipo de financiamiento.
Para dimensionar el nivel de desidia política, basta con ver que los montos para ejecutar las obras restantes (1000 millones de dólares) son iguales a las pérdidas que sufrió la producción agropecuaria de los 10 partidos del centro de la provincia en las inundaciones de 2012.
La situación es insostenible y urge volver a poner en marcha las obras para evitar que se sigan viendo perjudicadas miles de familias, cada vez que las lluvias superan mínimamente los parámetros normales.