La jornada de protesta que realizará hoy el ruralismo, con más de 40 asambleas y concentraciones en diferentes puntos del país, tiene un conjunto de motivaciones. Con la consigna "No maten al campo", Coninagro, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Sociedad Rural Argentina (SRA) y numerosas filiales de Federación Agraria Argentina (FAA) piden la derogación de las retenciones, la eliminación de los cupos a las exportaciones, la transparencia de los mercados y el apoyo a las economías regionales. "Queremos una Argentina federal y productiva", afirman en la convocatoria. El cóctel explosivo puede sintetizarse en los siguientes puntos:
Las retenciones. Por los derechos de exportación, el tipo de cambio real para
los productores de soja, maíz, trigo y girasol, los cuatro principales cultivos
del país, es de $ 5,8 por dólar. Cuando tienen que comprar insumos, gran parte
de ellos importados, tienen que pagar la cotización oficial de 9 pesos.
En los últimos doce años el Estado recaudó 82.000 millones de dólares en concepto de derechos de exportación, según estimó la SRA. Las entidades rurales sostienen que ni siquiera una parte mínima de ese monto se devolvió, por ejemplo, para la construcción de rutas o la reparación de caminos rurales.
Según la SRA, en la campaña agrícola 2014/15 el Estado recaudó US$ 7971 millones por este tributo.
Para los productores los derechos de exportación son retenciones porque nunca les devuelven el importe, sino que los exportadores o industriales se los descuentan del precio de venta. En otras palabras, de cada diez camiones de soja que envían a los puertos o acopios, poco más de tres van para el Estado.
Los cupos y los ROE. Con el argumento de no afectar el consumo interno de trigo y de maíz, el Gobierno instrumentó a partir de 2008 un sistema de cupos para la exportación de ambos cereales que administra mediante los Registros de Operaciones de Exportación (ROE). Esta administración primero estuvo en manos del ex secretario de Comercio Guillermo Moreno y actualmente está a cargo del secretario Augusto Costa, con el aval del ministro de Economía, Axel Kicillof.
En los hechos, los cupos anularon la tradicional competencia que había en el mercado entre las industrias que necesitan los granos para transformarlos para el consumo interno (molinos harineros o industria avícola, por ejemplo) y los exportadores. Esa competencia por hacerse de la mercadería establecía un precio real que coincidía con el valor internacional, menos los fletes externos, los gastos de comercialización y los impuestos. Al anularse esa competencia, industriales y exportadores compran los granos a un precio menor. Según un trabajo de la SRA, por los descuentos en el precio del trigo, los productores dejaron de percibir 5107 millones de dólares que se transfirieron a los exportadores, los molinos harineros y la industria farinácea.
En el caso del maíz, los productores dejaron de percibir 10.837 millones de dólares que transfirieron a "los exportadores y otros eslabones de la cadena de valor".
Otro cuestionamiento a los ROE es su carácter discrecional. La Secretaría de Comercio los reserva a las entidades de exportadores (Ciara-CEC), a una cámara formada a instancias de Moreno, que preside Ider Peretti (Capeco) y un volumen que se reserva la propia repartición. Hay sospechas de corrupción y rumores de la existencia de gestores que piden entre 4 y 6 dólares la tonelada para conseguir ROE. El secretario Costa afirmó recientemente que nunca recibió una denuncia formal sobre supuestas irregularidades.
El peso de la inflación. Por la creciente inflación, el deterioro del poder de compra del productor se incrementó entre 136 y 202 por ciento de un año a otro. Eso significa que tiene que producir el doble para comprar agroquímicos o equiparse con una camioneta o un tractor. Según datos de la SRA, en el caso del trigo, se necesita 202 por ciento más de producto que el año pasado para adquirir insumos y maquinaria agrícola. En el maíz, 136%; para la soja, 138%, y para el girasol, 145 por ciento.
Los fletes. El aumento de los costos de transporte de la cosecha transforma en inviables los cultivos en las zonas ubicadas a más de 500 kilómetros del complejo agroindustrial del Paraná, en el sur de Santa Fe, por donde se exporta 80% de la producción de granos. Según un informe de la SRA, el valor de un flete de Salta a Rosario representa 80% del precio del maíz, mientras que un flete de Chaco a Rosario equivale a 68% de la cotización del cereal.
Un futuro oscuro. El cóctel de caída de 30% de los precios internacionales respecto del año pasado, la presión impositiva y la suba de costos dejaron a gran parte de los productores en un estado crítico en la campaña agrícola 2014/15. Cuando analizan las perspectivas para la próxima campaña, los números siguen en rojo. Según cálculos realizados por Julio Lieutier, asesor del CREA Seguí-La Oriental, en el norte de Buenos Aires, con los precios esperados a abril de 2016, se necesitan 12,8 toneladas de maíz para cubrir todos los costos de implantación, protección, arrendamiento y comercialización del cultivo. "Este altísimo rendimiento contrasta con las 9 toneladas por hectárea que se obtuvieron como promedio en la zona en los últimos años", explicó el especialista.
En el caso de la soja, añadió, "se debería alcanzar un rinde de 4,4 toneladas por hectárea para cubrir todos los gastos, mientras que el rendimiento zonal no supera las 3,8 toneladas por hectárea".