Cuando faltan cinco meses para la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, conocida como COP21, parece vislumbrarse una cierta voluntad política de la mayoría de los países para alcanzar un resultado ambicioso en la próxima Cumbre del Clima que se celebrará en diciembre, en París.
Las recientes sesiones celebradas en Bonn (Alemania) han avanzado a un ritmo más lento de lo esperado, y la negociación técnica del texto del acuerdo que se espera alcanzar en París no ha progresado lo suficiente. Sin embargo, después de diez años de negociación, las partes acordaron poner en marcha el mecanismo de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD +).
Hace dos años, en Varsovia, se convino que, antes de la Cumbre de París del presente año, los países harían propuestas voluntarias de mitigación y adaptación al cambio climático. Estas Contribuciones Nacionales Determinadas (INDC por sus siglas en ingles) son compromisos que los países presentan para reducir los Gases de Efecto Invernadero (GEI) según sus realidades, a través de acciones de mitigación, para evitar que la temperatura del planeta se incremente más de dos grados centígrados.
Hasta ahora, 16 países han presentado sus propuestas de mitigación, incluidos los principales contaminantes del mundo: China, Estados Unidos y la Unión Europea. Estados Unidos se comprometió a reducir entre 26 y 28% sus emisiones hacia 2025; los países de la Unión Europea anunciaron que antes de 2030 reducirán en 40% sus emisiones con respecto a los niveles alcanzados en 1990, y la República Popular China se ha comprometido, hace apenas unos días, a reducir sus emisiones de CO? (Dióxido de Carbono) por PBI entre 60 y 65% frente a los niveles registrados en 2005, así como a incrementar en un 20% los recursos de energía no combustible para 2030. Tras la presentación de China, casi el 60% de las emisiones mundiales de CO? tienen ya planes con compromisos de reducción ante la ONU. Es cierto que, al ser voluntarios, es difícil prever la efectividad de estos compromisos. Sin embargo, implican un paso adelante hacia la concreción de un acuerdo en la próxima cumbre. Se espera que durante este año todas las partes presenten sus compromisos para que la sumatoria de todos permitan una descarbonización del planeta. La fecha tope para la presentación oficial es el 31 de octubre.
Entre los países latinoamericanos, México es el único que ha presentado su contribución nacional voluntaria. Ha declarado que espera reducir en 25% sus emisiones de GEI para 2030, porcentaje que podría ascender a 40% en caso de recibir ayudas internacionales.
La Argentina aún no ha presentado su propuesta y tampoco no se conoce cómo se involucrará a la ciudadanía en el proceso de consulta para la elaboración de las contribuciones nacionales. Resulta esencial identificar las posibles opciones de mitigación para sectores como la agricultura, la energía, el forestal, los procesos industriales, de transporte y residuos. Algo esencial si se aspira a cumplir adecuadamente los compromisos que se asuman en París. Es que es imprescindible diseñar políticas orientadas a promover el crecimiento económico, con menores emisiones de carbono, canalizando esfuerzos y financiamiento para desarrollar oportunidades de negocios en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero como, por ejemplo, la promoción de energías renovables en nuestro país.
Aún queda mucho por recorrer: saber qué ocurrirá con la promesa de destinar 100.000 millones de dólares anuales al Fondo Verde para el Clima a partir de 2020, cómo será el financiamiento para un cambio tecnológico y cambiar el paradigma del crecimiento en el mundo, alejándonos de la explotación de combustibles fósiles y acercándonos a una economía basada en energías más limpias y que fomente, sobre todo, un desarrollo más sostenible, o cómo se aplicará el principio de responsabilidades comunes, pero diferenciadas.
Es un año clave para el futuro de la calidad de vida del planeta. No es un tema que deba quedar relegado solamente a los Estados, sino que todos los ciudadanos, cada uno desde su lugar, deben reclamar, promover y adoptar una forma de vida mas ecológica y más armónica con la posibilidad de mantener la calidad de vida en el planeta.