Cuando a finales del mes de marzo, la zona núcleo de la franja central de la región pampeana festejaba los extraordinarios rindes que se confirmarían con el avance de la cosecha durante el mes de abril, el sur de BA cerraba la campaña gruesa en sequía. Recién terminando el mes de abril el patrón pluvial cambió al sur de la cuenca del Salado bonaerense. En muchos casos la falta de precipitaciones de febrero y marzo, hizo mella en los rendimientos, habiéndose observado excepciones en algunos corredores receptores de chaparrones dispersos que modificaron a favor un escenario hídrico deficitario. Sin embargo a gran escala, la zona padeció la falta de precipitaciones y esto se tradujo en una merma en la producción de los cultivos de la gruesa. En este sentido los resultados de la gruesa han sido poco felices para el sur de la región pampeana, con discrecionales excepciones, definidas por la aleatoriedad de algunos eventos pluviales en áreas reducidas,

Las lluvias tuvieron un marcado cambio en la última parte de abril, acumulando registros que superaron los valores esperados para el mes pasado. Esto ha recompuesto prácticamente de manera total las reservas en la zona. Aparecen sectores más exigidos hacia el departamento de Benito Juárez o hacia Balcarce, pero a grandes rasgos, la seca que se impuso hasta mediados de abril ha sido superada y las reservas volvieron a la normalidad y se ponen a tono con lo que se observa en la franja central de la región pampeana, augurando buenas condiciones para la fina.

El mes de mayo ha tenido un paso inusualmente cálido y húmedo. Esto ha promovido complicaciones a la hora de abordar las tareas de cosecha, dado que se reducen las horas disponibles para llevar adelante la tarea o los valores de humedad son muy elevados para lograr un acopio adecuado. Esto básicamente es aplicable al sur de la región pampeana, pero a muy pocos lotes rezagados en la zona núcleo.

En el sur de la región pampeana, donde se hace casi el 60 por ciento del trigo argentino, la recomposición de la humedad de los suelos se da en un momento oportuno que permite proyectar el inicio de la fina sin mayores restricciones en cuanto a la disponibilidad de agua. Sin embargo, como se sabe, el clima es solo una parte de los factores que interviene a la hora de decidir el cultivo de invierno. Podemos decir que este factor se muestra favorable y con la potencial persistencia del fenómeno de El Niño hasta avanzada la primavera, la floración se daría dentro de un escenario adecuado, no obstante, los indicadores económicos y comerciales parecen inclinar la balanza hacia la cebada. En el próximo mes se verá cómo evolucionan los trabajos de siembra, pero es claro que el área destinada a trigo presentará una disminución de importancia, posiblemente a favor de la cebada. En última instancia el estado económico con el que le productor cierre esta cosecha será el que marque el camino.

Para los productores de la zona núcleo, con resultados mucho más favorables, posiblemente el margen económico sea mayor, pero igualmente las condiciones de comercialización y la política general respecto del trigo hace que sea incierto el porcentaje final que va a retroceder el área sembrada en esta campaña. Lo que está claro es que nuevamente, con clima a favor, variables de mayor manejo conspiran contra un cultivo que como en los últimos años, quedará lejos de cubrir el área apta para su desarrollo.

  • Por CCA - exclusivo Agrositio
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