Así como la producción de alimentos responde a rigurosos requisitos nutricionales y de calidad, según los especialistas, en el futuro también deberá estar identificada con indicadores de sustentabilidad. Ante este desafío que ya despierta la atención del mundo y con el impulso de la red de Laboratorios virtuales del INTA en el exterior (Labintex), técnicos del INTA se reunieron con especialistas del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria -INIA- de Uruguay y del Institut de Lelevage de Francia para avanzar en la validación de metodologías que permitan calcular la huella hídrica en los sistemas productivos lecheros.
"Es importante conocer las diferencias entre las técnicas de manejo que se utilizan en los tambos de Europa y las que empleamos en la región, ya que eso facilita la construcción de una metodología validada a escala internacional para el abordaje y determinación de la huella hídrica", aseguró Verónica Charlón, investigadora del INTA Rafaela -Santa Fe-.
En esa línea, remarcó la necesidad de adecuar variables y coeficientes utilizados en el mundo para definir la huella hídrica, debido a que "no son totalmente extrapolables a la realidad productiva de la Argentina y de Uruguay".
De acuerdo con Charlón, la huella hídrica es un indicador que permite evaluar la eficiencia del uso del agua en los sistemas productivos y disminuir impactos negativos devenidos del mal aprovechamiento del recurso.
Según explicó la técnica, la actividad agropecuaria y la lechería, en particular, consumen grandes cantidades de agua. Este consumo se registra en forma directa (utilizada como bebida de los animales y para limpieza de instalaciones) o indirecta (como insumo para elaborar los alimentos que consume el ganado para producir leche).
"Debido a la gran importancia de su uso, si bien sabemos que el agua es un recurso renovable, es un recurso finito que debemos proteger mejorando su aprovechamiento", observó la técnica, al tiempo que destacó la importancia de la huella hídrica como indicador de sustentabilidad en la producción de alimentos.
"Cada vez más hay una mayor conciencia de los problemas ambientales y todos los consumidores quieren saber más sobre cómo están producidos los alimentos", agregó.
En consonancia con lo anterior, Daniel Rearte, coordinador de Labintex, aseguró: "En el futuro, cada alimento estará acompañado no sólo por su precio, sino por su huella de carbono, de agua y de otros indicadores que acrediten su ciclo de vida".
Con la mirada puesta en el largo plazo, el especialista destacó el interés que despierta la sustentabilidad en el sector agroalimentario a escala global. "Hay que responder al nuevo paradigma mundial y, en ese contexto, la Argentina debe avanzar no sólo en la mejora de la calidad y valor nutricional de los alimentos que produce y exporta, sino también en los parámetros de sustentabilidad ambiental que utiliza".
El taller se realizó a través de un convenio de cooperación binacional entre el INIA y el INTA que se denomina "Determinación de la eficiencia de uso de agua en la lechería de Argentina y de Uruguay". Además la jornada tuvo el apoyo de la red de Laboratorios virtuales del INTA en el exterior (Labintex) ubicada en la sede de Agropolis International en Montpellier -Francia-, desde donde se trabaja en la investigación de la huella hídrica en el marco de un proyecto referido a la sustentabilidad de los sistemas ganaderos silvopastoriles.