El libro está dirigido a todo público, consumidores, estudiantes, profesionales y operadores de mercado, y muy especialmente a funcionarios del sector, responsables administrativa o políticamente, de generar normas que garanticen el funcionamiento adecuado, para “poder” producir el alimento para cuatrocientos millones de personas de los que hablan los discursos.
Para el autor parece difícil lograr una interpretación adecuada del funcionamiento del sistema en su conjunto y más difícil hacerlo comprensible para toda la sociedad, pero una vez asimilado el “concepto” el manejo del mercado se simplifica y para eso, es necesario incorporar los factores que intervienen en la problemática de “concepto mercado”: la producción en un extremo, el consumo en el otro y el mercado atravesado por ambos.
“Para estar vivos, lo básico es la alimentación, y si lo básico es la alimentación y el objeto de estudio del concepto mercado es la conectividad entre la producción y el consumo, debemos mantener concatenados el cómo se alimenta el individuo para estar vivo, existen personas que atienden respetuosamente el proceso de ingesta, son los menos, por lo general la gran mayoría se alimenta cuando encuentra la ocasión” , sostiene el autor.
Para Ramos Bravo, en cuanto a las prácticas productivas, las diferencias, son enormes pues el avance más significativo ha sido gracias a la intervención científica, el uso de agroquímicos, la genética en semillas y la producción bajo cubierta. Pero, sí, el hombre de campo necesita de las leyes de la sociedad para establecer su condición de productor, existen leyes, ordenanzas, disposiciones y obligaciones para toda la sociedad, también se establece la actividad de cada uno de los rubros industriales y comerciales, como así también se conocen y aplican las normas en cuanto a las relaciones laborales de todas las actividades incluidas las relacionadas al trabajo bajo dependencia de los agricultores, pero para sorpresa de todos nosotros aún falta la ley del productor.