El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), brinda a los productores tamberos una serie de recomendaciones para el manejo sanitario preventivo durante la crianza artificial de terneras en los tambos.

Estas sugerencias se fundamentan en principios básicos de manejo e higiene como calostrado, alimentación, manejo, sanidad, personal capacitado e instalaciones adecuadas; el Senasa, además, recomienda la intervención de un veterinario para acompañar la programación sanitaria preventiva según cada sistema de crianza en los tambos.

Las principales causas de enfermedad y muerte en los terneros durante la crianza artificial son la diarrea neonatal y las patologías respiratorias. Ambas se pueden prevenir a través de un adecuado manejo sanitario.

Para lograr una adecuada inmunidad y una buena protección durante las primeras semanas de vida, es fundamental el uso de calostro de buena calidad en los terneros recién nacidos. Se recomienda ofrecer una cantidad equivalente al 10% del peso vivo de nacimiento durante las primeras 8 a 12 horas de vida. La absorción del calostro depende del momento de la administración, la calidad y cantidad suministrada y la frecuencia de la ingesta.

El manejo se constituye a partir de la higiene, el confort de los animales y la buena alimentación complementada con agua fresca, potable y limpia ofrecida a partir de las dos horas posteriores a haber tomado leche o reemplazante lácteo. A partir de los quince días de vida el ternero puede consumir heno de muy buena calidad.

También se recomienda vacunar a la vaca antes del parto (durante los dos últimos meses de gestación) contra agentes de diarrea neonatal (rotavirus, coronavirus, salmonellas y otros) y complejo respiratorio bovino que afecta a los terneros.

El manejo preventivo se centraliza en considerar las siguientes pautas de higiene:

- manipular debidamente los alimentos (temperatura, administración)
- vacunar adecuadamente
- capacitar permanentemente al personal actuante en la “guachera”
- limpiar los corrales
- reducir la contaminación microbiológica del corral
- impedir el contacto entre animales o con animales de otras especies (gallinas, perros, etc.)
-rotar el lugar de la crianza por lo menos una vez al año.

Cabe destacar que algunas parasitosis como la Criptosporidiosis y Coccidiosis tienen prevalencia importante en crianzas con falta de higiene.