Un total de 19.000 kilos de maíz por hectárea sobre suelos con más de 100 años de agricultura es mucho más que un número. El record productivo fue obtenido en un establecimiento ubicado en la localidad de Alcorta, en pleno corazón maicero del sur santafesino, que es administrado por la sociedad Jakas, Kokic, Ivancich S.A. (JKI S.A.), una empresa agropecuaria creada en 1903 que está presidida por el vicepresidente primero de Maizar, Aníbal Ivancich (h), y asistida técnicamente por el ingeniero agrónomo Gastón Huarte.
El plan de manejo nutricional de los suelos de esas parcelas es el mismo que propone Nidera a través de sus MEP –Módulos de Ensayos Permanentes- ubicados en Alcorta, y el híbrido utilizado es un material experimental que también pertenece a Nidera. En estos módulos, los técnicos de la compañía realizan un análisis exhaustivo de los ambientes y trazan un plan de mejora con medidas correctivas y aplicando las buenas prácticas recomendadas para el mantenimiento de una agricultura sostenible.
Desde que JKI tomó el manejo del campo, en la campaña 2009/10, la rotación de cultivos que se implementa es soja de primera / trigo / maíz de segunda / soja de primera / cebada / maíz de segunda / soja de primera y el maíz de primera que esta campaña rindió 190 quintales por hectárea.
Marcelo Palese, del Servicio Técnico de la división Nutrición y Protección de Cultivos de Nidera, explicó que “ante la necesidad de desarrollar una estrategia especial para los suelos, desde 2009 hemos planteado los MEP con los que relevamos información `in situ´ de ambientes que fueron sometidos a una permanente extracción mineral, que como ocurre en algunos suelos de esa región lleva más de un siglo”.
El especialista explicó que la información recabada en los lotes está referida al perfil del suelo, el análisis de las plantas en estado vegetativo y reproductivo, y los análisis cualitativos de los granos y de los rastrojos. Además, agregó que estos chequeos se siguen repitiendo a través de los años para estudiar cómo evolucionan esos parámetros.
“Los índices del suelo son los que nos marcan la base para comenzar un plan de corrección –explicó Palese-, y los análisis de las plantas se hacen para definir las curvas de necesidad de nutrientes, que se complementan con la información que se obtiene de los rastrojos”.
“En el lote que rindió 190 quintales –explicó Palese-, durante los últimos seis años se vienen aportando los correctores que son los que reconstruyen al medio, generando un balance apropiado de macroporos y microporos que deriva de las aplicaciones de calcio y magnesio”.
“Una vez resuelta la estabilidad –continuó el especialista-, se sumó la incorporación de azufre con una dosis anual de 160 kilos por hectárea de una mezcla de calcio, magnesio y azufre. Luego, se hicieron aportes de fósforo con una dosis de 150 kilos por hectárea de fosfato con cuotas de nitrógeno amoniacal y posteriormente el aporte de nitrógeno, que es el nutriente que construye el rinde, se incorporó una dosis de 250 kilos de urea por hectárea”.
“En este escenario –dijo Palese-, queda a la vista el alto potencial genético de los maíces de Nidera y que cuando las condiciones hídricas y los principales nutrientes están asegurados los rendimientos del maíz parecen no tener límites”.