La mayoría de las apuestas en el oficialismo dan cuenta de una fuerte probabilidad de que la actual jefa del Estado se postule como primera candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires; no obstante, la alternativa de la gobernación del más grande distrito del país seduce a no pocos de sus seguidores.
Hay algo que está claro. Cristina Kirchner esperará hasta último momento, seguramente junio, para fijar su posición definitiva acerca de su candidato presidencial y de la integración de listas.
Sin embargo, un dato central devela cuál será la lógica que empleará la Presidenta para el armado electoral del Frente para la Victoria. Ese dato no es otro que la célebre máxima de Máximo: si el kirchnerismo pierde las elecciones, entregará el gobierno, pero no el poder.
De ahí que quienes conocen a Cristina dejen trascender que si hay algo que obsesiona a la primera mandataria, de cara a las elecciones, es la confección de las nóminas de diputados y senadores nacionales, a las cuales les otorgaría más importancia aun que a la candidatura presidencial de su sector.
El cristinismo aspira a conservar el mayor número de bancas en la Cámara de Diputados y en el Senado, algo que le permitiría condicionar a un eventual presidente de la Nación de otro signo político e incluso forzar una negociación que pueda derivar en un canje de gobernabilidad por impunidad. Es a estas alturas obvio que la mayor inquietud de Cristina Kirchner y de algunos de sus funcionarios es el avance de las causas judiciales por presuntos casos de corrupción.
Los fueros legislativos dificultarían, además, la posibilidad de que Cristina Kirchner sea detenida.
Pero el acuerdo electoral entre Pro, la UCR y la Coalición Cívica ha impactado de lleno en algunos de los planes del cristinismo. En el imaginario de algunos dirigentes justicialistas, el papel que podría llegar a tener Elisa Carrió en un gobierno de Mauricio Macri como una suerte de "fiscal de la República" y al frente de una hipotética comisión que investigue los hechos de corrupción del período kirchnerista complicaría al actual oficialismo, si bien la propia Carrió sugirió que, en la eventualidad de que ganara Macri, buscaría estar fuera del país durante los primeros dos años, tal vez recluida en una embajada.
Frente a esa instancia, hay quienes en el ancho mundo del kirchnerismo se preguntan si a Cristina Kirchner le alcanzarán los fueros legislativos. No faltan los que responden que, más que adquirir fueros, su líder necesitará conservar poder. Y, a su vez, se preguntan: ¿le dará una banca de diputada y la presidencia del bloque kirchnerista más poder real que llegar a la gobernación bonaerense?
Es obvio que las consecuencias políticas y personales de ser derrotada en una elección de gobernador serían indigeribles: la dejaría sin poder y sin fueros. Pero también es cierto que, si las encuestas previas al cierre de listas para las primarias abiertas (PASO) de agosto la favorecieran, tal vez valdría la pena correr el riesgo.
Entre los defensores de la idea de que Cristina Kirchner busque la gobernación bonaerense, no se deja de lado otra hipótesis: que el Frente para la Victoria se quede con la provincia de Buenos Aires y no con la Presidencia de la Nación. Esto podría ser así por el hecho de que la gobernación provincial se puede ganar con simple mayoría de votos, a diferencia del sillón de Rivadavia. Un escenario soñado para quienes desde el ultrakirchnerismo desconfían tanto de Daniel Scioli.