En diálogo con el martillero Herman Gatti, quien hace años trabaja con el sector agropecuario, sostuvo que el campo “está muy triste” y analizó que “el chacarero tiende a sembrar porque no le queda otra. Con un capital infernal, con tractores, cosechadoras, herramientas que valen muchísimo, no puede dejar ese capital parado. Tiene que hacerlo, pero al sacar números cambia la plata y lo come la inflación. Llegó a ese momento”.
En cuanto a las perspectivas, sostuvo que “si no hay una devaluación del peso, el campo está noqueado, lamentablemente. Con un dólar a 10 u 11 pesos, andaría bien”.
Por otro lado, señaló que con las retenciones y las cargas impositivas “están saqueándolo al campo” y resaltó que “admiro a los cerealeros, a los paperos, lo que arriesgan, lo que siembran, lo que ponen abajo de la tierra; están esperando si llueve o no llueve, si cae piedra, una helada. Es admirable. Los admiro. Al papero más que al chacarero, lo que arriesga es infernal. Es el timbero más grande que existe”.
Tras estudiar las situaciones que se dieron en los últimos 15 años, reclamó que “el campo necesita un cambio de política. Aflojarle un poco al tema de la persecución. Desde 2008, con la famosa (Resolución) 125, hasta hoy el campo fue muy perseguido. Me vuelven loco con los papeles. Para el arrendamiento de un campo tengo que entregar una planilla que diga los puntos cardinales, ubicación, datos catastrales, firmas, sellados, todo. Es una cosa de locos. A los contadores los vuelven locos también”.
Los costos
El vocal del Colegio de Martilleros Departamental de Azul recordó que durante el uno a uno, los arrendamientos rondaban los 100 dólares la hectárea, unos mil kilos de trigo. Por ese entonces, el campo estaba complicado. Una tonelada de soja, uno de los pilares porque tenía menor costo de producción, valía 150 ó 160 dólares en Chicago. Con la devaluación y el incremento del precio internacional, llegó hasta los 600 dólares la tonelada, lo que llevó a una mejora del sector y el productor o chacarero obtenía grandes ganancias.
Con los años, la inflación en el país fue avanzando y los costos del productor se empezaron a ajustar. En paralelo, fueron subiendo las retenciones hasta 2008, cuando se desató el conflicto por la Resolución 125. En tanto, el precio de la soja se mantuvo siembre entre los 380 y 550 dólares, menos las retenciones. “La inflación se fue comiendo el costo y se fue comiendo ese aumento que hubo”, resaltó el martillero.
“La soja no tuvo aumento. Incluso, bajó en Chicago y bajó en la Argentina. Esa fue la gran confusión. Muchos piensan que el Gobierno benefició al chacarero, y no fue así. Nunca fue así”, analizó.
Gatti resaltó que “hay chacareros que son tipos muy administrativos, sacan muchos números, tanto los dueños de campos como chacareros. Hay otros que son trabajadores; van al frente, laburan, invierten. Es maravilloso ver al chacarero lo que invierte, lo que arriesga. Tiene que estar con un contador encima que le dice que hay que pagar IVA, los costos, Ganancias; hay tantos impuestos que los vuelven locos y es impresionante lo que pagan”.
En este sentido, rechazó las críticas populares fundadas en las camionetas nuevas que circulan por Tandil. “Tienen que comprar porque si no, con la gran diferencia de venta y compra, entre IVA y Ganancias, quedan arruinados. Pagan fortunas al Estado, al fisco, es impresionante los millones de pesos que pagan. Tienen que armarse de capitales por las facturas, para descontar impuestos. Ese es el gran problema y no lo ven”, se quejó.
Alquileres más bajos
Explicó que en la actualidad “los costos están muy ajustados. En ese momento (hasta 2008) con 1700 kilos de soja solucionaban todos los costos y hoy necesitan entre 2500 y 2800 kilos por hectárea para salvar los costos. Una cosecha normal en esta zona, más o menos buena, anda entre los 2500 y los 3 mil kilos; 2 mil kilos es lo normal que se maneja en la zona. Hoy los costos están más que ajustados”.
Por otra parte, puntualizó que “el único beneficiado es el dueño del campo. Los que tienen propiedad todavía tienen el arrendamiento que anda entre 800 y mil kilos de soja, es el valor del año pasado. En este momento todavía no hay valores. Hace unos siete años se pagaban 1200 kilos de trigo o alrededor de mil kilos de soja para los arrendamientos normales”.
Gatti señaló que hoy el trigo se desmoronó, porque vale unos 1200 pesos la tonelada y ronda en unos 1700 pesos de costo. “Hoy pierden plata los chacareros”, dijo, y agregó que se siembra, como también la cebada, por la soja de segunda “que es con la que pueden defender los costos, pero con un alto riesgo. Hace dos o tres años que se viene ajustando demasiado y si no hay una devaluación para la cosecha de la soja con un dólar oficial que llegue a los 9,5 ó 10 pesos, muchos van a perder plata, y los arrendamientos no creo que pasen los 800 kilos este año”.
Hoy arrendar una hectárea en Tandil cuesta unos dos mil pesos, unos 900 kilos de soja, con contratos por 11 meses. De todos modos, aún no hay valores para la próxima campaña de soja.
Menos dueños que siembran
Herman Gatti observó que la mayoría de los productores que alquilan elige hacer cebada y soja de segunda, para intentar evitar las heladas tempranas que merman el rinde de soja tras la cosecha del trigo.
En tanto, el dueño que explota su campo maneja otros costos porque no paga alquiler y puede optar por otras rotaciones e incluso, por el trigo. “Hoy, si un propietario quiere alquilar el campo, tiene que dejar que siembren soja porque no dan los números. El Gobierno no ve esas cosas”, afirmó.
Gatti estimó que este año “va a haber muchos campos en arrendamiento y van a ser muy peleados los costos. El año pasado ya se peleó muchísimo, pero se pagaron en algunos mil kilos de soja. Este año no creo que lleguen a los mil kilos de soja los campos buenos. Soja de segunda no sé si se va a hacer porque no dan los costos en el trigo ni en la cebada, entonces no va a haber. El girasol y el maíz se pelean bastante, hay algunos costos con los que se puede jugar y se pelean las ganancias un poquito más. Es mucho el riesgo. Está muy ajustado entre el rinde mínimo y los costos, no hay diferencias”.
Por otra parte, marcó que en los últimos tres años evidenció que más dueños optaron por alquilar sus campos y entre las razones enumeró los costos, la presión impositiva, la imposibilidad de vender el trigo porque se pierde dinero, etc.
Al mismo tiempo, afirmó que “antes había muchos más chacareros chicos que arrendaban 30, 40 ó 50 hectáreas; ya quedan muy poquitos” y auguró que en 2015 los grandes “se van a achicar muchísimo; ya se vienen achicando. El chacarero que sembraba 1500 por año, hoy siembra 800 o mil”.
De todos modos, concluyó que en Tandil no queda tierra ociosa, ya que se buscan alternativas de negocios entre propietarios y arrendatarios. Y si no se siembra, engordan animales.
LAS VENTAS
“Tandil es una plaza muy difícil”
En cuanto a las ventas de campos, el martillero Herman Gatti señaló que “siempre hay compradores y siempre se consigue algo para vender”. Sin embargo, definió que “Tandil es una plaza muy difícil. Los valores están muy altos. Es la mejor zona, junto a todo el sudeste”.
Con respecto a los precios, sostuvo que son muy variados y explicó que la tasación depende de la ubicación, las rutas, caminos, el estado de los alambrados, si hay casas, el estado de la tierra, si hay lomas, piedras o tosca, entre múltiples factores que aportan a la valuación.
Gatti analizó que “el campo siempre es una propiedad cara, pero no varía, al contrario, siempre va a subir” y consideró que “es el único lugar en el mundo donde la tierra no vale. De la tierra sale la comida, el alimento, y la Argentina es productor de alimentos. La Argentina va a hacer plata toda la vida, va a vivir toda la vida, la van a saquear de todos lados y del único lugar que va a salir la plata va a ser del campo, porque sale del alimento. La gran fortuna del país es la tierra, y no la ven”.