“Se trató de una tecnología nueva para un producto nuevo”, dice a modo de iniciación del relato sobre el camino recorrido desde entonces. En la actualidad, se está negociando con una empresa de capitales nacionales, el desarrollo del producto a nivel industrial, y Rintoul indica que según un cálculo conservador realizado, el potencial de negocio de esta tecnología es de 600 millones de dólares anuales.
Rintoul es ingeniero de Materiales egresado del Instituto Sábato de la Comisión Nacional de Energía Atómica y de la Universidad Nacional de San Martín. Hizo una maestría en Ingeniería Química en la École Polytechnique Federale de Lausanne (EPFL); es doctor en Ciencias graduado en el mismo Instituto y especialista en Gestión de Tecnologías, graduado en el International Institute for Management Development (IMD).
Camino recorrido
El premio otorgado por la Bolsa fue el empujón inicial. Luego, el proyecto se presentó ante el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina y la Fundación Argentina de Nanotecnología. Obtuvo, asimismo, apoyos del CONICET-UNL y del Parque Tecnológico Litoral Centro.
La tecnología sirve para ser aplicada tanto en animales como en seres humanos. Las solicitudes de reconocimiento de patente se realizaron para “la liberación controlada de drogas en mamíferos”. En consecuencia, incluye a seres humanos; a animales de producción (bovinos, porcinos, equinos, etc.) y a animales de compañía. Las tramitaciones de reconocimiento de patente se han concretado ante los Estados Unidos, Brasil, Australia, Argentina, Paraguay. Uruguay y Bolivia. El otorgamiento depende de cada país y se trata de un proceso lento.
Rintoul explica que una vez desarrollada la tecnología, se la debe especificar en particular. En este caso, para “la liberación controlada de hormonas para la inducción del celo y ovulación en bovinos”.
La tecnología posibilita, en un rodeo de cientos de animales, inyectarlos con micro-cápsulas y obtener, en pocos días, la coincidencia en la ovulación; a todos se los puede inseminar al mismo tiempo y permite la programación de las vacunaciones con una eficiencia superior a la actual. El uso de la tierra puede programarse para la implantación de las pasturas adecuadas a las distintas edades de los terneros y de las madres; es decir favorece la programación de la alimentación y la sanidad de los animales.
El Ing. Rintoul desarrolló la tecnología en la École Polytechnique Federale de Lausanna y luego la adaptó a una necesidad más propia de nuestro país. Firmó un convenio con el CONICET-UNL y con el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna de Argentina (IPCVA).
El Conicet-UNL quedó con la parte mayoritaria de la propiedad de la patente, que comparte con Rintoul y el IPCVA. Posteriormente, el Instituto le adquirió al tecnólogo, a cambio de potenciar el negocio de las patentes, una parte más de la porción de su propiedad.
En esa instancia, se abrió un abanico de presentaciones del proyecto a empresas nacionales e internacionales (tres de las cuales con montos anuales de negocios superiores a los 1.000 millones de dólares), y se decidió negociar un contrato de licencia tecnológica con una compañía argentina, que expuso su interés en invertir en el desarrollo del producto y en la instalación en la Argentina de una planta industrial para su fabricación masiva. Esta negociación continúa en la actualidad.
Rintoul lamenta que “la Argentina esté más acostumbrada a comprar tecnologías que a invertir en el desarrollo de nuevas”, y respecto de su propuesta, dijo que con un cálculo conservador, el proyecto tiene un potencial de negocio de 600 millones de dólares anuales y de 12 millones de dólares anuales en concepto de regalías.