Fue en el último acto público después de que la Presidenta fustigó a los magistrados. De Vido verbalizó lo que opinan la mayoría de los ministros: que Cristina se equivoca, de la mano de La Cámpora.
Así abrieron – por primera vez – una grieta con la propia Presidenta. Cristina rechazó cada una de las sugerencias de aflojar la ofensiva contra la Justicia.
Este disenso se presentó después del descabezamiento de la ex Side y cuando el Gobierno ya conocía el resultado de las primeras y sigilosas gestiones de Juan Martin Mena.
El flamante número dos de inteligencia mantuvo conversaciones secretas con operadores y varios jueces federales. Pero su mensaje conciliador tuvo poco eco: los magistrados sienten desconfianza hacia Cristina y ya no creen ni en la palabra, ni los compromisos de la Casa Rosada.
La gestión fue precisamente fruto de que muchos ministros cuestionan internamente – como De Vido — la actitud de Cristina, porque consideran que la ofensiva de la Casa Rosada genera un boomerang en todas las causas de corrupción que los involucra.
Esa opinión la tienen varios gobernadores peronistas. También el ministro Florencio Randazzo, así como Agustín Rossi, Jorge Capitanich y hasta Axel Kicillof. Todos los funcionarios hicieron conocer su opinión en el círculo íntimo de la Quinta de Olivos. Es claro: están preocupados por el futuro de sus propias causas.
Kicillof está intranquilo por la aceleración que tuvo la investigación sobre su relación con el fondo Latan Securities del financista Diego Marynberg. El fiscal Guillermo Marijuán investiga las gestiones del ministro en favor de esos inversores. El nexo entre ambos sería el viceministro Emanuel Alvarez Agis, dedicado en el Palacio de Hacienda a perseguir periodistas y a presionar fuentes de información.
El juez Canicoba Corral envió, en las últimas horas, un exhorto a los Estados Unidos, requiriendo detalles de la investigación de la Securities and Exchange Commission (la SEC) por presunta corrupción que involucraría a Julio de Vido.
La información circuló el martes en la última reunión de la Unión Industrial. La cúpula fabril viajará a Punta del Este para mantener una cumbre con los banqueros liderados por Jorge Brito. Será el 17 de enero. También el problema de la corrupción estuvo en el encuentro del movimiento interno “Industriales”, realizado en el domicilio de Ignacio de Mendiguren. La reunión se hizo para trazar la futura estrategia fabril. Trascendió que volvería a la UIA el influyente Diego Videla.
Mientras tanto, las palabras emitidas por Aldo Ferrer retumbaron en el Banco Central. Dijo: “No puede ser que se repita el error del atraso cambiario.”
Y también hubo un fuerte cuestionamiento al convenio financiero con China.
En la UIA estiman que su contenido es lesivo y que confirma que las invocaciones desarrollistas del Gobierno solo forman parte del relato cristinista.
Según la información calificada que tienen los hombres de negocios, las objeciones de los ministros a Cristina provocaron estas reacciones en Olivos:
— El pedido de moderación no fue atendido por la Presidenta. Cristina trasmitió la señal política interna que no le importa la suerte judicial de sus ministros y colaboradores.
— La prioridad central de Cristina es quedar inmune ella y su familia.
— La Presidenta está afectada emocionalmente por la denuncia que investiga la evolución de su patrimonio e involucra a Máximo.
— Cristina está dispuesta a todo para frenar la investigación que compromete el corazón de la Casa Rosada. Cristina quiere la cabeza de Claudio Bonadio.
También en los encuentros de la UIA y ADEBA se ratificó que Kicillof tuvo un frente de tormenta y que la Presidenta lo maltrató en la Quinta de Olivos ante testigos. Esto ocurrió – como adelantó Clarín – cuando fracasó el canje de la deuda. El ministro es un “coleccionista de fracasos“, pero esta jugada debilitó mucho la estrategia contra los fondos buitres. Cristina no piensa acordar.
Además, el financista David Martínez. titular de Fondo Fitch, habría trasmitido en la Casa Rosada una lista de graves impericias y errores que derivaron en el papelón financiero de Kicillof, y esto llegó a oídos de Cristina vía Carlos Zannini.
Pablo López, el secretario de Finanzas, concurrió el viernes 5 de diciembre a un encuentro en Manhattan con un conjunto de fondos inversión. En Wall Street vieron a un funcionario inexperto, lleno de dudas que nunca respondió a las sugerencias para ampliar la participación de los inversores. Similar traspié tuvo López en Londres.
Miguel Galuccio aprovechó el disgusto de Cristina con Kicillof y frenó la iniciativa del ministro de hacer una fuerte rebaja en el precio de la nafta.
Kicillof propiciaba una poda del 20% y solo pudo anunciar un menguado recorte del 5%. El petróleo en el mundo se desplomó un 40%. Galuccio se enfrentó a Kicillof, porque las cuentas en YPF están desequilibradas. La gestión del petrolero hace que los costos promedios de YPF para producir petróleo estén por encima de los actuales valores de mercado internacional.
Una mayor baja de las naftas habría agudizado los inconvenientes financieros de la petrolera estatal.
Por eso Galuccio combatió a Kicillof, y fue con éxito. El titular de YPF le devolvió gentilezas: Galuccio cree que fue Kicillof quien difundió el escándalo de corrupción que terminó con la inquietante destitución del titular de la filial de YPF en Estados Unidos.