Ricardo Yapur empezó en Rizobacter cargando cajas en un garaje. Hoy es el CEO de esta empresa de microbiología agrícola, nacida en Pergamino en 1977 y convertida en la firma nacional más importante en su rubro. Hace 17 años se dio cuenta de que para poder crecer debía tejer alianzas estratégicas con las grandes compañías, y fue así como hizo saltar su facturación anual de US$ 4 millones a US$ 100 millones en menos de dos décadas. Ahora, en un contexto local de alta inflación y atraso cambiario, cuenta cómo hace para que su negocio sea igual rentable. "La pérdida de competitividad la corregimos con mayor volumen", dice.

-¿Cómo está el negocio de Rizobacter en la actualidad?

-No está mal, porque el uso de fertilizantes biológicos hace ahorrar mucho frente a los químicos; entonces la gente no deja de inocular, pero sí de fertilizar. En términos económicos el negocio de la fertilización biológica es mucho mejor que el de la química. Este negocio va a cambiar mucho, porque entraron Monsanto, Bayer, Basf, grandes multinacionales de la química.

-¿Cómo se manejan con el aumento de costos internos por la inflación y el atraso cambiario?

-La empresa vende todo en dólares. No voy a decir que no nos afecta el atraso cambiario, pero en el tiempo hemos subsanado muchas cosas, achicando costos y haciendo mayores inversiones. Exportamos 20% de nuestra facturación a diversos países. El hecho de exportar tecnología nos permite competir muy bien en los mercados del mundo.

-Pero ¿no han perdido competitividad?

-A la pérdida de competitividad la corregimos con mayor volumen. Al tener mucho volumen, hemos podido abaratar mucho nuestros costos fijos. Hoy producimos 25 millones de dosis de inoculantes, de las cuales sólo seis millones vendemos en el mercado local. Eso nos hace bajar mucho el costo por unidad. Un dólar más alto nos gustaría mucho, pero con el que tenemos somos competitivos.

-¿Tienen problemas para importar insumos?

-Rizobacter factura US$ 100 millones, importa por US$ 18 millones y exporta por US$ 18 millones. Respecto de las trabas a las importaciones hemos tenido problemas como todos, pero nada que nos afectara la comercialización. Entendemos la necesidad de dólares que tiene el Estado y que por eso tiene que regular. Por ahí tuvimos alguna demora o algún costo extra, pero no es algo que nos afectó significativamente.

-¿Qué de la coyuntura local le ha causado un inconveniente en su negocio?

-Creo que hoy los problemas de infraestructura son importantes. Los problemas de rutas, caminos, puertos, comunicaciones son temas importantes que, de solucionarse, nos harían más fácil el trabajo. Hoy es difícil tener una comunicación telefónica sin que se te corte tres veces, por ejemplo. Otro problema es la falta de financiación.

-¿Cómo actualizan el salariode sus empleados?

-Hasta ahora hacíamos la evaluación dos veces al año, pero ahora lo hacemos cuatro veces, porque, si no, con 40% de inflación te quedás muy atrás. También tenemos un bonus que está atado a facturación, a rendimiento, a cobranza y a un índice de innovación (30% de las ventas de la empresa debe proveer de productos lanzados en los últimos tres años).

-Usted tiene el pulso del productor argentino. ¿Qué percibe en este último tiempo?

-Desde 2008, el productor siembra enojado. Esta pelea campo-Gobierno no nos sirve a ninguno. Tendría que haber un acercamiento que permita trabajar mejor al sector que mayor cantidad de dólares ingresa al país.

-Recibió un préstamos de Fondear. ¿Qué otro tipo de financiamiento tienen?

-Tenemos un proyecto para producir un fertilizante microgranulado en un convenio con una empresa francesa. El Fondear nos dio un crédito por 50% de lo que hay que invertir. La inversión es de US$ 25 millones y nos dieron US$ 12 millones.

-O sea que están en buenos términos con el Gobierno...

-Sí. Rizobacter no es una empresa que se pelea. Lo peor que se puede hacer es pelearse. Y, a su vez, lo mejor que podemos hacer es hablar con el Gobierno y explicarle qué es lo malo y qué es lo bueno de la política que aplica sobre lo que producimos.

-¿Qué le dice usted que se puede cambiar en la política agropecuaria y qué respuesta recibe?

-Creo que hay que facilitar la productividad, hacer que sea más simple, e invertir en todo lo que es infraestructura relacionada con lo público, como caminos y seguridad. Pediría que se quitaran las trabas a la importación. Pero no el tema retenciones, que ningún político las va a sacar. Todos necesitan plata. Lo que sí deberíamos pedir desde el sector es que todo eso vuelva en buenos caminos, buenas escuelas, etcétera...

-¿Logró explicar algo? ¿Notó receptividad por parte de funcionarios del Gobierno?

-Algunos escuchan y otros, no tanto. Pero yo lo digo en todos lados y cuento que cuando uno tiene diálogo, se pueden solucionar las cosas o entender por qué los demás piensan de otra manera.

-¿Ustedes no son atacados por los ambientalistas?

-No. Porque vendemos bacterias que no tienen toxicidad y que se encuentran en el suelo de forma natural. Y, además, debo aclarar que a otras empresas las han mal demonizado, porque si hacés buenas prácticas agrícolas no tenés ningún problema. En Estados Unidos se ven las casas y las escuelas pegadas a los cultivos que están fumigados. Pero esa fumigación está bien hecha, por lo que no hay problema con el ambiente. Acá, en la Argentina, en parte hay error que aplica, y en parte hay desconocimiento de la sociedad, que en muchos casos se queja sin saber.

-¿Cuáles son sus planes futuros?

-En China tenemos un proyecto muy ambicioso con una universidad de allá. Ellos tienen la tecnología de inoculantes de base turba, pero no tienen la tecnología moderna de base líquida que tenemos nosotros. Tratamos de armar un convenio en el que nosotros ponemos la tecnología y ellos la planta, para abastecer desde allí su mercado. Pienso que va a ser una inversión de unos US$ 10 millones.